IV.

Dorian ocultaba algo malo. Dante seguía anonadado con la situación y no comprendía la magnitud de su error para matar al único ser que sabía su verdad, así que decidió recurrir a alguien, la única persona que podía apoyarlo en esa situación era Pandora.

Volvió a su reino y voló en seguida al paraíso. Sin embargo, no pudo encontrarla, buscó en cada rincón y no había rastro de ella. Era desesperante para Dante no ser capaz de encontrar a su compañera, por lo que; tras varios minutos, decidió recurrir al concejal Carius.  Alzó vuelo hacia el centro de la capital de Gilius, el templo del Gran Concejo, el único lugar donde podría encontrar a Carius.

—Motivos —dijo uno de los arcángeles encargados de proteger el lugar.

—Deseo hablar con Carius. Es importante —sugirió.

—El segundo gobernante no está disponible, Ángel de la Muerte. Si desea hablar con él, solicite una cita con tiempo.

—No será necesario —contestó Carius detrás suyo.

—Disculpe, gobernante —hizo referencia y le dio espacio a Dante para entrar.

—Hola, Señor Carius —saludó con una pequeña referencia—. Disculpe las molestias, pero necesito saber algo y creo que usted puede ser el indicado.

—Dime —asintió.

—Es sobre Dorian. Ayer, me envió a combatir contra un "demonio" en Terra. Fue mi prueba final para acabar mi entrenamiento de combate Arkan, pero; durante el combate, me reveló algo muy extraño.

—¿Qué te dijo?

—Dijo que era un Nómada y me dejó ver sus alas, eran plateadas. Sus últimas palabras mencionaban la verdad de su exilio, pero no pudo completar la frase porque Dorian intervino en ese momento y lo asesinó. Quiero saber más sobre Dorian y notificarle su acción extraña en ese momento, algo anda mal con él... ese ángel, era inocente.

—Dante, tú tienes el don de ver el espíritu de todos los seres que existen en todos los reinos y saber si es puro o impuro, bueno o malo, inocente o no. ¿Por qué no fuiste capaz de analizar a Dorian?

—No lo sé, creo que no lo pensé tras ver la impactante acción que tomó, pero ahí está el detalle referente al Nómada. Cuando busqué su espíritu, lo juzgué como un demonio o un espíritu corrupto, pero; no lo detecté. De no ser porque había hablado; no me hubiese percatado de su presencia. Y Dorian lo mencionó como un Demonio. Todo este tema me tiene confundido.

—Luego veremos sobre Dorian. Primero, ¿cómo era su apariencia? ¿Lo recuerdas?

—Su cabello era castaño y tenía unos ojos azules muy llamativos. Incluso tenía la habilidad de controlar los elementos del aire y el fuego. Pero su fuego era extraño; su fuego era azul y cuando lo usaba... sus ojos azules brillaban con fuerza, como si estuviera conectado con el elemento.

Carius lo miró con asombro tras escuchar sus últimos detalles sobre el Nómada y negó levemente, dolido por reconocer al fallecido.

—Dante, te contaré una pequeña anécdota. Hace años, poco antes de tu creación. Existía un ángel muy poderoso, el último de una línea defensora de Ángeles, su nombre era Virgilio. Conocido por ser el Ángel más fuerte en la rama de la magia elemental. Su espíritu se había fusionado con el elemento del fuego, tras conseguir esa magnífica fusión elemental, su espíritu logró modificar la energía de su elemento; por eso su fuego es azul. Él había sido capaz de desterrar a muchos demonios de nuestro reino en la guerra contra Aarón, otra historia que no conoces —sonrió—. Pero yo lo condené al destierro tras un suceso fatal. Se le juzgó de matar a muchos vitores durante un ataque de los demonios al reino Viria, debido a que se encontró restos de quemaduras en el lugar de los hechos y la única persona que estuvo con él había testiguado en su contra, ese había sido Dorian, por lo que lo condené al exilio. Es una pena, pero eso era mejor que condenarlo a la muerte. Aunque, al final acabó muerto —suspiró.

—¿No había otra prueba?

—No que nosotros sepamos, Lord Ronan, el patriarca y creador de Viria colaboró con la investigación y no había algún testigo de su raza, todos habían muerto calcinados. Pero, ahora que lo pienso; hay algo que no tiene sentido —se detuvo a pensar.

Esperé a que reflexionara y me miró con asombro.

—Cuando los demás arcángeles habían llegado. Virgilio estaba inconsciente y Dorian estaba muy herido, incluso su armadura estaba quemada. Eso no tiene sentido, perder la consciencia al usar la magia elemental sólo ocurre cuando eres inexperto, pero Virgilio claramente no lo era. Algo diferente pasó en aquél entonces. Esto debe investigarse, Dante. Pero ¿por dónde empiezo? Ha pasado mucho tiempo y es poco probable que haya alguien que recuerde el hecho —tocó su barbilla—. Será difícil, pero; tampoco puedo permitir que haya un ángel con crímenes en nuestras líneas de defensa. 

—Si logro averiguar más, se lo notificaré.

—Gracias, Dante.

—Entendido, adiós Señor Carius —Dante se despidió y regresó al paraíso.

Ahora la situación cobraba sentido para Dante, si Dorian mató a Virgilio para encubrir su crimen sería desterrado del reino. Sentía que lo correcto era que pagara por sus crímenes, pero el lazo emocional que tenía con él luchaban contra la razón.

—Creo que lo mejor sería darle una pequeña visita a Viria, voy a ir mañana. No puedo dejar que sea recordado como un asesino, especialmente porque combatí con él a pesar de que él no quería lastimarme —musitó. 

Alzó vuelo hacia la montaña más alta de Gilius y se sentó para admirar el amanecer. Siempre que aprovechaba un momento a solas en aquella montaña, recordaba aquel día que Pandora lo llevó ahí por primera vez.

"El amanecer es una de las bellezas más significativas del universo: es brillante y nos da la esperanza de un nuevo día, una nueva oportunidad".

Dante sentía la necesidad de estar en compañía de Pandora, le daría consejos sobre la situación y le ayudaría a encontrarle una solución.

 —¿Dónde estará? 

Caminó hasta la punta de la montaña y admiró toda la civilización de Gilius, con un pequeño sentimiento de soledad, pues acostumbraba disfrutar de ese momento del día junto a Pandora. Se detuvo unos minutos y cayó en picado. Al estar a pocos metros del suelo; alzó sus alas y voló hacia su residencia, en Ephany, la capital del Concejo y el Reino en sí.

—Vaya, pero si es Dante. ¿Cómo has estado?

—Hola Miguel. He estado ocupado con unos asuntos, ¿y tú?

Miguel era uno de los arcángeles de élite, hace unos años se le había otorgado su primer escuadrón.

—Igualmente, vengo de entrenar con mi equipo. Por cierto, me extrañó encontrar a Pandora en el campo de entrenamiento con la compañía de Dorian, es un milagro que no estuvieras con ella.

—¿Qué?                

—Fue muy raro, porque parecía que estaban entrenando a escondidas.

—Gracias por el dato, Miguel. Nos vemos luego.

Dante voló nuevamente hacia el campo Arkan y el sitio estaba casi vacío. No los encontraba en los campos de entrenamientos principales. Como Miguel le había dicho, entrenaban a escondidas en uno de los campos profundos. Dante se acercó en silencio y escuchó la conversación.

—Deberíamos parar ya, Pandora. Estás muy cansada, continuaremos mañana.

—¡No, sigamos! —exclamó—. No quiero perder más tiempo, Dorian. Dante ya culminó su entrenamiento y yo aún sigo aquí. No quiero depender de él, sabes que... quiero protegerlo, no quiero que sacrifique su vida por mí. Le quiero bastante. Por favor, continuemos.

Pandora le suplicaba que le siguiera entrenando. Dorian la miró con compasión y valor, y asintió para que continuaran, mientras Dante, sentía que su corazón se encogía con sus palabras. Pudo escuchar el notable cariño inmensurable que Pandora sentía.

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