XXIII.

El ambiente frío no aportaba nada bueno para el Ángel de la Muerte. Se sentía solitario, triste, abandonado, dolido. De todos los seres que más apreciaba, la más importante de todas le había dicho las palabras más hirientes en su vida.

Dante se rehusaba a ser desterrado sin hablarle a solas, pero al final, todos los Arcángeles estaban dispuestos a expulsarlo a la fuerza. Todos los Ángeles lo odiaban por asesinar a Járick, pero ninguno era consciente de la razón por la cual lo había hecho. Pero, eso no le quitaba el verdadero dolor que sentía.

—Dante... —comentó Eve. Su fiel compañera se sentía mal al verlo en dadas circunstancias. Dante sentía un profundo vacío en su corazón. Sentía que ya no tenía motivos para seguir, no tenía motivos para luchar.

—Deberíamos dejarlo solo. Está

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