Una historia amplia y compleja nunca puede tener solamente un punto de vista, así que tomo este momento para contarles qué pasó después de mi rapto en la ciudad, más específicamente en el internado.Meredith terminó de rellenar la tabla con la información necesaria y vio como la camioneta partió con mi cuerpo, e irremediablemente se preguntó si volvería a verme alguna vez.—¿Todo está bien, señorita Almeida? —le preguntó Alfonso Blanco al verla distraída y ella asintió con la cabeza, dio media vuelta y casi que corrió por el pasillo, pero la voz de él la detuvo antes de que doblara la esquina.—¿Cómo lo hizo tan fácil? —le preguntó él y ella se volvió para mirarlo.—¿A qué se refiere? —le preguntó y trató que la voz no le temblara. El hombre la miró con los fríos ojos.—Hasta las chicas mas grandes y experimentadas se les hace complicado hacer el rapto, y usted llega con un muchacho atlético de casi el doble de su tamaño y en el primer día, es raro —Meredith se enderezó, lo único que
Me llevaron a mi celda después de esa conversación, y me tuvieron ahí lo que me parecieron un par de horas, hasta que llegaron con mi ropa seca y planchada y me la lanzaron a la cara para que me cambiara, y lo hice con el corazón palpitando con fuerza en las sienes, cuando terminé, el hombre enorme al que tenía que entregar el remitente me estaba esperando en la puerta y me empujó por un largo pasillo.Cuando doblamos una esquina logré ver a Walter, traía puesta la misma ropa que el día en que fue secuestrado y así sí que se notaba mucho más delgado, pero no pude ver mas allá de ello, corrí hacia él y él hacia mi y cuando lo abracé realmente sentí como regresaba a mi algo que no sabía que se había ido, parte de mi alma volvió con ese abrazo, regresó toda la esperanza que había perdido y las rodillas me temblaron.—Viniste por mi —me dijo al borde del llanto y yo le acaricié el cabello.—Desde que logré enterarme que estabas vivo no descansé, nunca lo haría —lo aparté para que me viera
Tuve que compartir el café con Walter, la verdad, el susto que me había dado el tal Raúl me había cerrado el estómago, y apenas si había probado por completo un bocado.Después de un rato de descansar en un silencio incómodo Raúl me tendió un par de monedas y salió conmigo del auto para acompañarme a hacer la llamada, pero yo necesitaba hablar solo, así que miré a Walter y de nuevo entendió qué necesitaba, fingió un fuerte dolor de estómago mientras yo me escabullí hacia el teléfono público que estaba unos metros más allá y cuando llegué marqué rápidamente el número de Jefferson. No sabía exactamente por qué lo había memorizado, supuse en ese entonces que me serviría de algo, pero nunca imaginé que en una circunstancia tan extrema.Miré hacia el auto mientras esperaba que Jefferson contestara el teléfono, Raúl sostenía a Walter del brazo mientras él seguía con el dolor de estómago.Jefferson no contestó, y no recordaba ningún otro número, así que apoyé la cabeza en el teléfono pensand
La mayor parte del camino de regreso a la ciudad la pasamos en un enorme silencio incómodo. Hubiera deseado poder tener una charla con Walter a asolas, tenía tanto qué contarle, pero con el hombre ahí en frente me sentía terriblemente incómodo.La verdad es que me sentía terriblemente nerviosos sobre cómo nos desharíamos de él, no podíamos matarlo, o al menos yo no quería, y la seguridad con la que él viajaba hacia lo desconocido sin saber si era o no una trampa me daba a entender lo profesional que era y lo confiado que estaba de sus habilidades.Allá estaba Meredith , Jefferson herido, Jhon y yo, porque Walter la verdad apenas tenía fuerzas para sostenerse en pie, estaba casi seguro de que seriamos suficientes para someterlo.Pasamos toda la noche viajando, como estaba inconsciente, no me había dado cuenta de lo lejos que estaban los laboratorios Jábico de la ciudad, pero cuando el alba tocó el día y el sol despuntó por entre las montañas la ciudad nos recibió.Walter se veía un poc
Entre todas las sirenas y los pocos hombres que estábamos en la casa, metimos a Raúl, el enorme soldado, en la habitación detrás del reloj donde estaba la carta del abuelo, Meredith había descubierto una palanca que hacía mover toda la pared y la habitación al otro lado servía perfectamente de cárcel, incluso metimos un balde que serviría de inodoro mientras tanto.—¿Qué haremos con él? —preguntó Jhon, ya se lo habíamos presentado a Walter y al parecer se cayeron bien, no podemos tenerlo ahí por siempre —yo negué con la cabeza.—Solo mientras encontramos el remitente —le dije —después de eso nos quitaremos a Jábico de encima.—¿Y el jefe de policía? —preguntó Coráima, la amiga morena de Meredith —él mató a una niña de diez años allá en el internado, a la hermana samanta y la hermana luisa y luego incendió todo. Está enloquecido por encontrarnos —me despeiné la cabeza.—Un problema a la vez, eso haremos —Jefferson carraspeó, estaba sentado al lado de Walter y no le perdía pista, como s
Jack se quedó paralizado observándonos, ¿Cómo podía no hacerlo? Él imaginaba que Walter estaba muerto sin remedio alguno y ahora lo estaba viendo frente a él. Comenzamos a avanzar los tres, Walter, Jefferson y yo, y cuando estuvimos de pie junto a la mesa Jack se puso de pie con dificultad, tenía en la cara demacrada y ojerosa una expresión de asombro, levantó la mano y la apoyó en el hombro de mi amigo, como si necesitara sentirlo para poder creer que lo tenía en frente.Luego estiró la mano para acariciarme la mejilla en gesto cariñoso, pero le aparté el rostro.—Sé lo que hiciste —le dije, él había matado a Alfonso Blanco y yo estaba seguro que el científico vengaría la muerte de su hermano, además, nuestro acto de traición no debía de tenerlo completamente contento.—Tu no entiendes —comenzó a decirme pero yo le apunté con el dedo.—No, tú no entiendes, nunca quisiste escucharme por que no querías ver más allá de tu venganza —Jefferson dio un paso al frente.—Ella era mi madre —di
Las puertas del anidado se abrían para mi y para mi hermano una vez más, no me había llegado a imaginar que podría regresar a aquel lugar y en aquellas condiciones. El lugar estaba lleno de guarda espaldas vestidos con trajes negros y armas bien expuestas.—¿Qué está pasando en este lugar? —le pregunté a Alexander mientras avanzábamos por el corredor de reja, él miró en todas direcciones.—Bueno, la verdad no sé, si dices que la señora Amelia está en líneas rojas con Jábico pues parece que se está defendiendo —asentí con la cabeza dándole la razón a mi hermano, ella había prometido entregar el remitente y todo se le había salido de las manos, todo por mi culpa, pero no me sentía culpable por ello, ella me manipuló para conseguir sus beneficios y yo la dejé tirada por completo, podría decirse que ya estábamos a mano y esperé que no fuera muy rencorosa.Cuando el hombre de la portería nos anunció, la mujer nos dejó pasar sin mayor miramientos, y me sentí seguro de mi mismo, ya era otro
Los tratos estaban hechos, y esperé con toda la esperanza que las alianzas se conservaran por lo menos hasta que encontráramos el remitente. Cuando llegamos a casa esa noche, estaba custodiada por un grupo de hombres de Amelia que nos miraron con superficialidad. La calle, un poco más allá, tenía un pequeño grupo de policías y cuando Alexander y yo entramos por la puerta todas las muchachas se lanzaron hacia nosotros para preguntar qué había pasado, y ninguna pareció recibir de la mejor manera que la policía estaría ahora de nuestro lado.—Casi nos matan —decía una.—Ellos mataron a la hermana Samantha e Isabela —decía otra.—Él mató a Lucía —dijo Meredith y yo le apreté la mano .—Él pagará por eso cuando llegue el momento, pero ahora necesitamos protección, Jábico vendrá—le dije. Una sirena de unos doce me apuntó con el dedo.—Pero ellos te quieren a ti, o a ustedes, nunca se han metido con las sirenas, así que no corremos riesgo —unas cuantas asintieron con la cabeza, pero Walter s