Cap° 37

Recuerdo que me sentí tan asustado que temí que el hombre que me había metido en la parte de atrás de un camión escuchara los fuertes latidos de mi corazón. Me dejó ahí por un momento y luego regresó con algo que me pinchó el brazo, de seguro era una inyección que me provocó un mareo fuerte que me lanzó en la oscuridad.

No podría asegurar ahora cuanto tiempo pasé inconsciente, pero cuando la lucidez llegó de nuevo a mí, creí hacer dormido al menos un par de días. Abrí los ojos y me topé con una luz blanca e intensa que me hirió los ojos y tuve que cerrarlos de nuevo, estaba recostado en una cama dura y me enderecé antes de volver a abrir los ojos. Estaba en una especie de celda pequeña, con paredes de cemento frío y una reja que dejaba ver un pasillo estéril.

Lo primero que pensé era que tenía que hablar con el tal Gabriel, el científico a cargo. Él había dicho en la carta que le envió a Alfonso blanco que mantenía a Walter vivo hasta el próximo rapto, y yo era el próximo rapto, tenía
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