Cap° 40

Me llevaron a mi celda después de esa conversación, y me tuvieron ahí lo que me parecieron un par de horas, hasta que llegaron con mi ropa seca y planchada y me la lanzaron a la cara para que me cambiara, y lo hice con el corazón palpitando con fuerza en las sienes, cuando terminé, el hombre enorme al que tenía que entregar el remitente me estaba esperando en la puerta y me empujó por un largo pasillo.

Cuando doblamos una esquina logré ver a Walter, traía puesta la misma ropa que el día en que fue secuestrado y así sí que se notaba mucho más delgado, pero no pude ver mas allá de ello, corrí hacia él y él hacia mi y cuando lo abracé realmente sentí como regresaba a mi algo que no sabía que se había ido, parte de mi alma volvió con ese abrazo, regresó toda la esperanza que había perdido y las rodillas me temblaron.

—Viniste por mi —me dijo al borde del llanto y yo le acaricié el cabello.

—Desde que logré enterarme que estabas vivo no descansé, nunca lo haría —lo aparté para que me viera
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