El día del rapto había llegado y no habíamos logrado encontrar el remitente, había pasado las últimas doce horas explotándome la cabeza pensando, pero lo que no había hecho en varias semanas lo lograría hacerlo en apenas unas horas.—¿Le dolerá? —le pregunté a Meredith y ella negó. Estábamos sentados en las escaleras frente al internado, tan juntos que nuestros brazos se tocaban, podía sentir el calor de su piel sobre la mía y por alguna razón me sentía más cómodo y seguro.—Con el beso le daré oxigeno suficiente para salir de la vista del faro, y como él no ofrecerá resistencia pues no habrá problema.—¿Crees que sea una buena idea? —le pregunté y ella negó poniendo sus ojos oscuros sobre los míos.—Intenté convencerlo, pero no hay forma —luego miró una pequeña hoja que le cayó cerca de su pie y se quedó mirándola un rato —Me ayudará mucho ¿sabes? no es que el día de cada rapto se encuentre a alguien por ahí en la costa o el mar —me volteé hacia ella para aparentar prestarle más aten
Recuerdo todas las cosas que sentí en ese momento, rabia, traición, miedo, miedo profundo, era lo que más podía llegar a sentir, un miedo que me entumecía las piernas con violencia. Me aferré a las rejas de la celda y las sacudí, como si pudiera lanzarlas al suelo con mi poca fuerza, como si de verdad creyera que pudiera hacerlo. Recuerdo que me sentí adolorido y traicionado, ¿Cómo Jack pudo hacerme eso? No lo entendía en esa época, y aunque han pasado los años parece que no lo entiendo aún del todo.Grité y pateé las rejas, si el rastreador estaba dentro de Meredith, inevitablemente llagarían con ella y encontrarían a Jefferson, tenía que advertirles de alguna manera, tenía que hacerlo, el rapto se hacia esa noche y no podía permitir que Jack los matara, pero ¿qué podía yo hacer? Estaba atrapado en una celda en el lugar mas custodiado de la ciudad.—No puede ser —me dije en voz alta, si hubiera logrado encontrar el remitente, me hubiera librado de la vieja Amelia y Walter estaría de
Las olas del mar comenzaron a volverse violetas, pero las sirenas parecían mas preocupadas por los hombres en la playa que por la tormenta que venía mar a dentro, parecía que las luces se reagrupaban en lo orilla del muelle y yo nadé hasta Meredith.—Yo iré contigo a rescatar a Walter —le dije, el agua salada se metía en mi boca y me ardía el cuerpo, de seguro la pelea con Jack en la estación de policía me dejó algunos raspones. Ella negó con la cabeza.—No permitiré que vayas —dijo, tenía los ojos oscuros ensombrecidos y yo la tomé de las mejillas, ella soltó a Jefferson, Coráima lo tomó y él lanzó un quejido.—Meredith —le dije —es la única oportunidad que tenemos, Jack y la policía van para el internado a capturar a las sirenas y si no llegamos antes no me enviaran a los laboratorios Jábico —ella golpeó el agua con fuerza.—No volverás de allá, lo sé —dijo con la voz conmovida y me agarró por los hombros —justo ahora que me caes bien —dijo y logré ver una lágrima que se escapó del
Recuerdo que me sentí tan asustado que temí que el hombre que me había metido en la parte de atrás de un camión escuchara los fuertes latidos de mi corazón. Me dejó ahí por un momento y luego regresó con algo que me pinchó el brazo, de seguro era una inyección que me provocó un mareo fuerte que me lanzó en la oscuridad.No podría asegurar ahora cuanto tiempo pasé inconsciente, pero cuando la lucidez llegó de nuevo a mí, creí hacer dormido al menos un par de días. Abrí los ojos y me topé con una luz blanca e intensa que me hirió los ojos y tuve que cerrarlos de nuevo, estaba recostado en una cama dura y me enderecé antes de volver a abrir los ojos. Estaba en una especie de celda pequeña, con paredes de cemento frío y una reja que dejaba ver un pasillo estéril.Lo primero que pensé era que tenía que hablar con el tal Gabriel, el científico a cargo. Él había dicho en la carta que le envió a Alfonso blanco que mantenía a Walter vivo hasta el próximo rapto, y yo era el próximo rapto, tenía
El hombre me miró con los ojos abiertos, parecía que de verdad mi propuesta le había impactado, miró hacia donde estaba Walter y luego regresó a mirarme, aparte de confundido, parecía bastante interesado, y apreté los puños esperando que le resultara bastante interesante la propuesta que había acabado de lanzarle o definitivamente estaríamos ambos muertos.—¿Cómo sé que lo que dices es verdad? —me preguntó y yo me relamí los labios para poder hablar, la cosa que me habían sacado de la boca me impedía mover bien los labios entumecidos, pero hablé de igual forma.—Mi tío, Luís, huyó con una sirena y mi abuela Marina creo el remitente para vengarse de ellas, pero, mi abuelo Bob, lo escondió, y ustedes no le hicieron nada por que amenazó con exponerlos. Conozco toda la historia y sé dónde está el remitente original, si me deja ir a mí y a mi amigo se lo daré —el hombre se puso de pie y me miró a través de los cristalinos lentes.—No creerás que soy tan idiota para caer en tu patético plan
Una historia amplia y compleja nunca puede tener solamente un punto de vista, así que tomo este momento para contarles qué pasó después de mi rapto en la ciudad, más específicamente en el internado.Meredith terminó de rellenar la tabla con la información necesaria y vio como la camioneta partió con mi cuerpo, e irremediablemente se preguntó si volvería a verme alguna vez.—¿Todo está bien, señorita Almeida? —le preguntó Alfonso Blanco al verla distraída y ella asintió con la cabeza, dio media vuelta y casi que corrió por el pasillo, pero la voz de él la detuvo antes de que doblara la esquina.—¿Cómo lo hizo tan fácil? —le preguntó él y ella se volvió para mirarlo.—¿A qué se refiere? —le preguntó y trató que la voz no le temblara. El hombre la miró con los fríos ojos.—Hasta las chicas mas grandes y experimentadas se les hace complicado hacer el rapto, y usted llega con un muchacho atlético de casi el doble de su tamaño y en el primer día, es raro —Meredith se enderezó, lo único que
Me llevaron a mi celda después de esa conversación, y me tuvieron ahí lo que me parecieron un par de horas, hasta que llegaron con mi ropa seca y planchada y me la lanzaron a la cara para que me cambiara, y lo hice con el corazón palpitando con fuerza en las sienes, cuando terminé, el hombre enorme al que tenía que entregar el remitente me estaba esperando en la puerta y me empujó por un largo pasillo.Cuando doblamos una esquina logré ver a Walter, traía puesta la misma ropa que el día en que fue secuestrado y así sí que se notaba mucho más delgado, pero no pude ver mas allá de ello, corrí hacia él y él hacia mi y cuando lo abracé realmente sentí como regresaba a mi algo que no sabía que se había ido, parte de mi alma volvió con ese abrazo, regresó toda la esperanza que había perdido y las rodillas me temblaron.—Viniste por mi —me dijo al borde del llanto y yo le acaricié el cabello.—Desde que logré enterarme que estabas vivo no descansé, nunca lo haría —lo aparté para que me viera
Tuve que compartir el café con Walter, la verdad, el susto que me había dado el tal Raúl me había cerrado el estómago, y apenas si había probado por completo un bocado.Después de un rato de descansar en un silencio incómodo Raúl me tendió un par de monedas y salió conmigo del auto para acompañarme a hacer la llamada, pero yo necesitaba hablar solo, así que miré a Walter y de nuevo entendió qué necesitaba, fingió un fuerte dolor de estómago mientras yo me escabullí hacia el teléfono público que estaba unos metros más allá y cuando llegué marqué rápidamente el número de Jefferson. No sabía exactamente por qué lo había memorizado, supuse en ese entonces que me serviría de algo, pero nunca imaginé que en una circunstancia tan extrema.Miré hacia el auto mientras esperaba que Jefferson contestara el teléfono, Raúl sostenía a Walter del brazo mientras él seguía con el dolor de estómago.Jefferson no contestó, y no recordaba ningún otro número, así que apoyé la cabeza en el teléfono pensand