Capítulo 30Había logrado reunir a Jefferson y a Jhon, y Meredith había llegado un rato después con Coráima y la morena disimuladamente se había sentado junto a Jhon.—¿Dónde está? —preguntó Jefferson comenzando a impacientarse.—La pista decía: Donde las horas pasan y repiten por siempre jamás —comencé y todos me miraron —pensé que era el reloj de la iglesia, mi abuelo lo ayudó a construir cuando era joven y pensé que podría estar ahí.—¿Y no? —preguntó Jhon que cada vez estaba más junto a la sirena morena. Negué con la cabeza y saqué el par de fotos del bolsillo del pantalón. Jhon las miró por un momento y cuando se las pasó a Jefferson pude ver como abrió muchos los ojos.—Es mi abuela —dijo y me señaló a la mujer que abrazaba con fuerza a mi abuelo —Mi abuela Marina.—Espera —me senté a su lado y le arrebaté la foto —¿Tu abuela se llama Marina Ross? —él asintió y yo le golpeé el hombro —¡Idiota! —le dije y él me miró asombrado mientras se acariciaba —¿Por qué no me dijiste que tu
Jefferson era mi primo, la carta lo decía muy claro, su madre era mi tía y mi abuela era la creadora del remitente que había puesto la mitad de mi vida de cabezas. ¿Cómo papá y el abuelo ocultaron esto durante toda su vida? Cuando Samantha murió, ¿Por qué dejaron a Jefferson a merced, si él tenía una familia que podía cuidarlo y protegerlo? Tenía tantas cosas qué preguntar y no tenía a quien, tal vez ni siquiera Jack tuviera las respuestas.Meredith se había ido después de un rato, y me dejó muy claro que si quería hablar con alguien podía hablar con ella, solo que tenía que ir hasta el internado ya que se le habían acabado las salidas de esa semana; Jhon también se había ido, y fue la primera vez que me pregunté por qué faltaba tanto al hospital.Jefferson y yo nos habíamos quedado solos en la vieja sala en medio de un silencio profundo, cada uno en sus pensamientos.—Tu padre era mi tío —dijo —y cuando mamá murió permitió que una desconocida me llevara lejos de mi familia y me criar
No había podido dormir esa noche, pasé horas pensando en mi abuelo, en qué había pasado por su cabeza, ¿cómo era posible que hubiera pasado la mayor parte de mi vida con él y no tuviera ni idea de la clase de persona que era? A veces pasamos la vida entera junto a alguien y sabemos quién es realmente. Si ni siquiera logramos conocernos a nosotros mismos, ¿cómo podríamos llegar a conocer a alguien más?El fin de semana había llegado, el tiempo que Amelia me había dado para encontrar la “caja” se acortaba cada vez más, y no podía dejar de pensar en qué haría cuando lograra encontrar dicho aparato, si se lo entregaba a Amelia salvaba a mi hermano y condenada a Walter, y si lo usaba para rescatar a Walter pondrá en riesgo a mi hermano.Recuerdo que esa mañana de sábado me levanté temprano y leí mil veces la carta de Jábico, luego me quedé mirando amanecer por la ventana, si quería librarme de la vieja Amelia debía pensar muy bien mis siguientes pasos. Jábico quería deshacerse de ella, ¿Có
Las cosas no habían salido como tenía pensado, creo que en toda mi vida las cosas nunca salieron como había pensado; La información que me dio Amelia no había servido para mucho, para nada, más bien, y ya faltaban dos días para que se cumpliera el tiempo que el científico le había dado a Alfonso Blanco y Jefferson ya había tomado la decisión de ir con Meredith en calidad de secuestrado para intentar salvar a Walter, y por más que le supliqué que lo pensara mejor no me escuchó, era su hermano, lo único que le quedaba en la vida, no podía dejarlo y al final lo entendí, pero no me iba a rendir con lo del remitente.Esa mañana falté a clases, me escapé, más bien, y Jefferson me esperó en la esquina como un jibaro.—No servirá de nada — advirtió después de poner el motor de su auto en marcha yo me quité la guayabera del uniforme lanzándola al asiento de atrás.—Hay que intentar —le dije como única respuesta y saqué del bolso una camisa blanca holgada que pasé por sobre la cabeza.Dejamos
El día del rapto había llegado y no habíamos logrado encontrar el remitente, había pasado las últimas doce horas explotándome la cabeza pensando, pero lo que no había hecho en varias semanas lo lograría hacerlo en apenas unas horas.—¿Le dolerá? —le pregunté a Meredith y ella negó. Estábamos sentados en las escaleras frente al internado, tan juntos que nuestros brazos se tocaban, podía sentir el calor de su piel sobre la mía y por alguna razón me sentía más cómodo y seguro.—Con el beso le daré oxigeno suficiente para salir de la vista del faro, y como él no ofrecerá resistencia pues no habrá problema.—¿Crees que sea una buena idea? —le pregunté y ella negó poniendo sus ojos oscuros sobre los míos.—Intenté convencerlo, pero no hay forma —luego miró una pequeña hoja que le cayó cerca de su pie y se quedó mirándola un rato —Me ayudará mucho ¿sabes? no es que el día de cada rapto se encuentre a alguien por ahí en la costa o el mar —me volteé hacia ella para aparentar prestarle más aten
Recuerdo todas las cosas que sentí en ese momento, rabia, traición, miedo, miedo profundo, era lo que más podía llegar a sentir, un miedo que me entumecía las piernas con violencia. Me aferré a las rejas de la celda y las sacudí, como si pudiera lanzarlas al suelo con mi poca fuerza, como si de verdad creyera que pudiera hacerlo. Recuerdo que me sentí adolorido y traicionado, ¿Cómo Jack pudo hacerme eso? No lo entendía en esa época, y aunque han pasado los años parece que no lo entiendo aún del todo.Grité y pateé las rejas, si el rastreador estaba dentro de Meredith, inevitablemente llagarían con ella y encontrarían a Jefferson, tenía que advertirles de alguna manera, tenía que hacerlo, el rapto se hacia esa noche y no podía permitir que Jack los matara, pero ¿qué podía yo hacer? Estaba atrapado en una celda en el lugar mas custodiado de la ciudad.—No puede ser —me dije en voz alta, si hubiera logrado encontrar el remitente, me hubiera librado de la vieja Amelia y Walter estaría de
Las olas del mar comenzaron a volverse violetas, pero las sirenas parecían mas preocupadas por los hombres en la playa que por la tormenta que venía mar a dentro, parecía que las luces se reagrupaban en lo orilla del muelle y yo nadé hasta Meredith.—Yo iré contigo a rescatar a Walter —le dije, el agua salada se metía en mi boca y me ardía el cuerpo, de seguro la pelea con Jack en la estación de policía me dejó algunos raspones. Ella negó con la cabeza.—No permitiré que vayas —dijo, tenía los ojos oscuros ensombrecidos y yo la tomé de las mejillas, ella soltó a Jefferson, Coráima lo tomó y él lanzó un quejido.—Meredith —le dije —es la única oportunidad que tenemos, Jack y la policía van para el internado a capturar a las sirenas y si no llegamos antes no me enviaran a los laboratorios Jábico —ella golpeó el agua con fuerza.—No volverás de allá, lo sé —dijo con la voz conmovida y me agarró por los hombros —justo ahora que me caes bien —dijo y logré ver una lágrima que se escapó del
Recuerdo que me sentí tan asustado que temí que el hombre que me había metido en la parte de atrás de un camión escuchara los fuertes latidos de mi corazón. Me dejó ahí por un momento y luego regresó con algo que me pinchó el brazo, de seguro era una inyección que me provocó un mareo fuerte que me lanzó en la oscuridad.No podría asegurar ahora cuanto tiempo pasé inconsciente, pero cuando la lucidez llegó de nuevo a mí, creí hacer dormido al menos un par de días. Abrí los ojos y me topé con una luz blanca e intensa que me hirió los ojos y tuve que cerrarlos de nuevo, estaba recostado en una cama dura y me enderecé antes de volver a abrir los ojos. Estaba en una especie de celda pequeña, con paredes de cemento frío y una reja que dejaba ver un pasillo estéril.Lo primero que pensé era que tenía que hablar con el tal Gabriel, el científico a cargo. Él había dicho en la carta que le envió a Alfonso blanco que mantenía a Walter vivo hasta el próximo rapto, y yo era el próximo rapto, tenía