Casi muero de terror cuando lo vi caer, pensé que su cabeza impactaría con el piso. Mi pobre Tontín parecía una marioneta entre sus manos, pero yo solo lo podía ver a él, en su estado más primitivo, más salvaje. En el fondo se cómo es, no me impresiona. Un hombre con su tamaño y constitución, además de ese temperamento no es para que regale rosas o tiemble ante el guardia que se acaban de llevar noqueado. Su fuerza le corre por las venas y por su cabeza, intuitivo, ingenioso y perspicaz. Todo él es fuerza, belleza, inteligencia y sensualidad.
— ¡Despierta por favor no me hagas esto! No tienes idea de lo que he sufrido y las veces que desobedecí a mi hermano y se vio en la penosa obligación de sujetarme para no venir por ti ¡te amo tanto! Que duele verte así, lacera y destroza – su cuerpo tiembla y su respiració
Las siguientes dos horas son una mierda, me siento como un despojo humano. Tiemblo, vomito y me retuerzo del dolor, cada vez es peor. Leila lo toma muy bien, pero habría dado lo que fuera porque no hubiese venido, porque no me viera así. Mi padre se hizo presente en la habitación cada veinte minutos por las siguientes ocho horas de la madrugada, me tomó cuatro soluciones, dos sedantes y un montón de arcadas bastante productivas, temblores y espasmos, dolores, quejidos y delirio seguido de alucinaciones y ofuscación, pero cada vez que me podía tranquilizar ahí estaba ella, Leila… mi Leila.Se ha quedado conmigo hasta que me he dormido – no se en que momento ocurrió – y ahora es ella la que duerme, se le nota cansada y que no lo ha hecho en días, las ojeras bajo sus ojos marcando su precioso rostro me lo corroboran. Y todo por mi culpa. Acaricio con la punta de la nariz
—¿Ahora cotilleas detrás de las puertas Serrano? - mi padre sonríe melancólico, toda esta mierda es su culpa.—Traje tu desayuno y el de Leila, la puerta estaba abierta y tú, bueno ¡tampoco fue que te eximiste de decir mucho! ¿Eh? - dice con resignación en su voz —Él tiene razón Leila, no fui un buen padre, ese que necesitan los hijos cuando están tristes. Lo culpé de mi frustración cuando, nos dimos por vencidos con Josué - respira profundo y yo me siento de lo más incómodo, sé que me dedica esas palabras y lo disimula con Leila.>No me daba cuenta de lo afectado que estaba y cuando lo hice ya tenía dieciséis. Josué lo amaba... lo ama con locura a pesar de que él nació primero; lo considera una especie de celebridad ¿sabes? Lloro cada día
El día pasó como la seda, estuvimos tumbados en la cama la mayor parte de el. Mi padre se fue a descansar en el momento que Leila le dijo que no iría a ninguna parte y que cuidaría de mí como si fuese un bebé ¿eso implica cambiarme el pañal? ¡Interesante! Lo de la mamada me impactó sobre manera, pero no voy a forzar nada, ya que ella debe estar segura de lo que desea y si lo desea en realidad.¿Eso es lo que haría un chico bueno, verdad?Le daría tiempo para pensar ¿no?Yo soy su novio, un caballero, eso quiere decir que no debo obligarla a nada y mucho menos… incitarla. La miro durmiendo, hace una hora se metió a la ducha y cuando salió la vi con ese pijama cortito se lo quería arrancar de encima con los dientes ¿a quién quiero engañar? Soy un maldito pervertido que deseo ente
El domingo mi hermano prácticamente me arrancó de los brazos de Jonás y casi lloro por quedarme con él como una niña pequeña. Su sonrisa hizo estragos en mis bragas y hasta hice pucheros para que no me soltara, lo que causó que se carcajeara aún más mientras mi hermano miraba divertidísimo la escena.Me acomodo de brazos cruzados y con el ceño fruncido en el asiento del copiloto del auto de James que todavía muestra su sonrisa burlona. Lo golpeo dos veces y me mira un instante.—¿Qué tal el fin de semana Princesa? – no le contesto y le hago un mohín que provoca una carcajada.—¡Yo quería quedarme! – expreso sin responder su pregunta.—¡Lo sé Princesa, lo sé! – Baja el espejo retrovisor — 
—¡No quiero entrar! – le digo a james e intento regresar al auto.—¡Ya estamos aquí! ¿no? – me detiene —¡Entremos! – respiro profundo.—¡Te odio! – beso su mejilla y sonríe.Al entrar advierto mas de una docena de personas en el salón, mi madre se ve preciosa y al instante reviso mi atuendo. Suspiro cuando voltea. Abre los ojos y se encamina hacia mí.—¡Cariño, viniste! – intento sonreír y lo que me sale es una horrible mueca al reconocer la figura de Genaro Dinozzo hablando con mi padre ¡maldito seas Jackson Monserrat de mierda!—No por mi propia cuenta, eso te lo aseguro –toma mi mano y me acerca a ella para besar mi frente.—Quédate dos horas, lueg
Agradezco al cielo que sea jueves y tengo la tarde libre, desde el comienzo la semana ha sido una m****a. Estudiar y ponerme al día con todo tipo de trabajos y tareas. Apenas he visto a Leila y ya mi cuerpo no soporta el estrés, me duelen los músculos por pasar cinco horas en el gimnasio tratando de drenar toda esta locura que quiere desatarse en mí, ya claudiqué, no puedo más. Necesito sexo. Entro a la ducha sin activar el calentador, el agua helada me crispa, cierro los ojos soportando el frío hasta que mis dientes comienzan a castañetear. Las manos duelen y parece que me pinchan en los dedos, el ardor en las piernas es descomunal y ya casi no siento los pies. Creo que esto ya se sale de mi control, pero mi cuerpo no obedece. Me atraviesa un temblor y la vista se me nubla, ya no distingo la luz y todo se hace oscuro de repente, trato de cerrar la manilla y no la encuentro, siento que me desvanezco. Debo salir de aquí, ya de pronto la idea no es tan buena mat
—¿No crees que es buena idea que te detengas tío? Vas a lesionarte – gruño, sigo molesto —todas las parejas pelean – bufo aun sin mirar a Charles que me habla desde el otro lado del gimnasio. —¡Déjalo pequeñín, sigue molesto con Leila! – resoplo un “idiota”. —Pero me preocupa su estado de ánimo, parece un animal salvaje – expresa seriamente. —Eso es lo que es Jonás Serrano Peque – explica John —¡Una bestia enojada con el mundo y ahora con la preciosidad rubia! – a raíz de ese comentario el saco sale volando del gancho, haciendo un estruendo al caer. —¡Cállate Lem, dejen de hablar de ella como si yo no estuviera, idiotas! – me voy a las duchas, el cuerpo me duele. —¡Asegúrate de conectar el calentador Serrano, no queremos shows! – se parten de risa y yo quiero golpearlos. Maldito viernes que no termin
—¿Estas segura que es lo que deseas Leila? – indaga Alice con preocupación velada.Nos encontramos en nuestra cafetería favorita y en nuestra mesa también favorita al aire libre cerca de la acera de la calle en una esquina del Centro Comercial.—¡Solo vamos a hablar, es todo! – digo mordiendo la pajilla de mi malteada, mientras descansamos de las compras sabatinas y esperamos a Jackie.—Sigo pensando que es mala idea ¡es un grosero! – espeta con mala cara.—Te repito que yo lo provoqué Alice, yo fui grosera primero – sus ojos se abren mucho.—¡¿Estás escuchándote?! – No le contesto —¡lo estás justificando! – Tomo de mi malteada para disimular —¡Eso es muy tóxico L