90.- Leila.

Casi muero de terror cuando lo vi caer, pensé que su cabeza impactaría con el piso. Mi pobre Tontín parecía una marioneta entre sus manos, pero yo solo lo podía ver a él, en su estado más primitivo, más salvaje. En el fondo se cómo es, no me impresiona. Un hombre con su tamaño y constitución, además de ese temperamento no es para que regale rosas o tiemble ante el guardia que se acaban de llevar noqueado. Su fuerza le corre por las venas y por su cabeza, intuitivo, ingenioso y perspicaz. Todo él es fuerza, belleza, inteligencia y sensualidad.

— ¡Despierta por favor no me hagas esto! No tienes idea de lo que he sufrido y las veces que desobedecí  a mi hermano y se vio en la penosa obligación de sujetarme para no venir por ti ¡te amo tanto! Que duele verte así, lacera y destroza – su cuerpo tiembla y su respiració

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