Me asió por el codo y prácticamente me arrastro hacia afuera de la habitación, su toque me calienta el cuerpo, me produce un estallido en el estómago que viaja a mi bajo vientre ¡soy una zorra!
— ¡Suelta! – Me deshago de su agarre — Solo tenías que decirlo y yo habría salido por mis propios medios – adelanto el paso y siento la vibración de mi teléfono, sé que es mi padre.
El que ahora según, quiere protegerme del mundo ¡pues que se vaya a la mierda! No hará conmigo lo que hace con mi madre. Saco el teléfono y es mi hermana.
— ¡Hola! – Respondo y cuando giro tengo a Jonás como un águila vigilándome, se me acelera el pulso — ¿Qué quieres? – lo miro a los ojos y éste los entorna, pongo los míos en blan
En el frente de la casa se encuentra el imbécil de Genaro, es un tipo desagradable que busca una oportunidad conmigo y apuesto mi vida a que mi padre está furioso porque vino a desearme feliz cumpleaños y no estaba para él ¿asqueroso no? Que tu padre quiera casarte con un hombre que ni siquiera conoces y de paso es diez años mayor, divorciado y repulsivamente rico.—¡Gracias por traerme! – Trato de abrir la puerta pero se encuentra obstruida —En serio necesito salir, no es buena idea que estés mucho tiempo aquí ¡debes irte por favor! – pero como el rebelde que es, sale del auto y lo rodea.Abre la puerta y ofrece su mano para ayudarme a bajar, quedo embobada con la tinta de su brazo, es fascinante verlo moverse con todos los adornos que lleva en la piel ¡me encanta!—En casa, sana y salva señor
—¡Sí Leila es Jonás! Ahora dime si te encuentras bien o no – si la lastimó voy a matarlo ¡lo juro!—¡Estoy bien, nunca me golpeará delante de la gente! – ya lo ha hecho.—Si te toca habrá consecuencias ¿sabes? – su jadeo de asombro me saca una risa.—Es mi padre y es muy influyente, no creo que sea buena idea hacerlo enojar ¿sabes? – suelto una carcajada.—¿Sabes muñeca? – Susurro —¡Me importa una mierda cualquier influencia que tenga tu malnacido padre! Si te toca lo aplasto – silencio —Y para la próxima, contéstame a mí – digo con todo el mal humor que me caracteriza.—¡No sabía que eras tú! No tengo tu número
Giro hacia la izquierda en la cama y tropiezo con un cuerpo blandito, que huele delicioso, me duele la cabeza como si me hubiesen apaleado con un bat de beisbol. Giro hacia la derecha y tropiezo con otro cuerpo ¡mierda! Me incorporo y me tallo los ojos con las palmas. Una, dos, tres ¿cuatro? ¡Ups! ¿Yo hice todo esto, solito? Espero que hayan quedado satisfechas las cuatro porque no recuerdo mucho de lo sucedido, solo a Kimmy y a la morena que resultó ser… buena. Me duele el cuerpo como si hubiese boxeado con Rocky Balboa, me arrastro hasta la ducha sin saber siquiera como; creo que hoy no saldré de la cama.—¿Te acompaño vaquero? – me asomo abriendo la mampara y sonrío a la pelirroja que tengo enfrente.—¿Vaquero? – asiente con el labio mordido, tiene unos senos increíbles.—¡Disparas de
—¡Hay que joderse tía! – Exclama Dakota con unos ojos como platos ante lo que nos refiere Alice —¿con seis chicas? – mi alma cae al piso, tal como lo dijo ella misma.Los chicos malos nunca cambian y Jonás Serrano menos que menos “solo anda con chicas para tener sexo sórdido y sucio”.—¡Lo siento Leila, sé que te agrada! – Trago el nudo de espinas que tengo en la garganta —Pero esto no podía dejar de decírtelo, es por tu bien – sacudo la mano derecha quitándole importancia.—¡Solo es un chico buenorro, nada más! – Todas quedan pasmadas —¿no es lo que dicen? – aparento ser fuerte, pero quiero irme al baño a llorar.—¡Bueno, no hay que negar que tiene lo suyo! – Expre
El ayudante del Rector ingresa a la sala de detención leyendo un informe y al levantar la vista sus ojos azules asombrados se suavizan un poco al ver los míos aguados ¡ok soy una cobarde, lo sé! Pero nunca le he dado problemas a mi madre, el Sr. Campbell siempre me ha tenido cariño porque dirige el instituto donde di el bachillerato. Me conoce desde niña y eso no ayuda a detener mis lágrimas.—¡Srta. Leila Monserrat! – Sonrío débilmente —Jamás imaginé verla aquí y menos en una situación como esta – sacude la cabeza, es en serio que no lo cree.—¡Lo siento mucho Sr. Campbell, pero él me insultó primero! – asiente.—Entiendo su reacción, estudié el video y… el Sr. Marshall ya ha sido sancionado – dice y me quedo boqui
Su voz es solo un susurro, sube la mano izquierda hasta mi cabeza sosteniéndola—He querido hacerlo y no logro apartarme de ti – su aliento caliente me acaricia los labios y muero por que me bese, pero no lo hace.Por el contrario deja caer los brazos, sin dejar de mirarme y sin despegar su frente de la mía. Se ve… diferente, inseguro… vulnerable. Entonces me alejo de él, no sé si es un truco, pero su pecho no para de subir y bajar, tiene los puños apretados y la mandíbula también. Extiendo la mano para que me devuelva mis cosas y lo entiende porque asiente y se la baja del hombro. Da un paso atrás una vez que tomo la mochila de su mano, sus brazos tintados me atraen con una fuerza de la que no tengo control y el lirio rojo que adorna su cuello hace que llore aún más porque no tengo idea de que quiere de mí y eso hace que me plantee q
Salgo de allí prometiéndole llamar cuando llegue a mi casa, cruzo el pasillo y se encuentra en absoluto silencio porque todo el mundo se encuentra en clases. Camino buscando la puerta de salida y en un rincón escucho algo, voy a por ello y recibo un empujón que me lleva hacia la pared haciendo que golpee la frente contra la piedra, gimo y me separo tocando el sitio donde me duele y estoy sangrando. Trato de correr y no puedo porque una mano tira de mi brazo tan fuerte que me hace gemir, no quiero hacer ruido porque no tengo idea de quién es, me arrastra hacia afuera de la facultad hasta un callejón; ni caigo al piso porque me sostiene y estoy muriendo de miedo porque la cabeza me da vueltas y no sé lo que está pasando. Sin embargo cuando nos detenemos sacudo el brazo para echar a correr y se me hace imposible. Un cuerpo grande vuelve a empujarme, ahora contra la pared de piedra y grito, pero me tapa la boca. Sea quien sea
—¡Jonás, por favor! – se lo que va a decirme —No lo lastimes – se encuentra arrodillada en medio de la cama.La veo y ¡uf, siento calor! Tiene un corte en la frente y otro en el labio, ese malnacido la golpeó ¿y ella no quiere que lo lastime? Definitivamente no me conoce.—¡No lo haré! – Sonríe —,no tanto – se cubre la boca con las manos ante mi seriedad —ahora debo irme, no quiero que tu padre me encuentre aquí – asiente con los labios cubiertos.Me acerco como si fuese un imán, destapo sus labios y delante del maricón de su “casi hermano”, los ro