Nada es más difícil que estar sin ti… ni siquiera el dolor de mi pecho…
— Sigo pensando que deberías desistir de esa idea, tío – el tono preocupado de Robert me hace dibujar una leve risa en los labios —. Por lo menos hasta que sepamos quien pus precio a tu cabeza giro para mirarlo a los ojos.
— No sé quien me quiere muerto Rob, pero te aseguro que Liroy no fue – la seguridad de mi voz lo abruma y debo confesar que a mí también —, el que me quiere muerto es de mas arriba en la cadena y esto – señalo la herida aun fresca en mi pecho — no era para mí – me estremezco al pensarlo —. Esta bala era para Leila – sus ojos se abren y tira de su cabello.
— ¡Hay que joderse hermano! – camina alrededor de la estancia — ¿Quién querría hacerle daño a Leila, Rachel? – niego.
— No amigo, ella es la marioneta – digo pensativo —. Es más arriba, alguien con mucho poder, pero que me quiere a su lado – su mirada se oscurece.
— ¿Piensas que Wesley tiene algo que ver? – asiento — ¿estás seguro? Porque es un mafioso ¿recuerdas? – informa con ojos muy abiertos.
— El lunes siguiente al día que tomé el mando me visitó insinuándome que… maldito Adam – cierro los ojos con rabia —, quería hacer negocios con Liroy y lo rechacé. Me habló b****a y cuando la nombró prácticamente enloquecí, le puse el arma en la cabeza – lo miro con arrepentimiento — iba a matarlo, sin remordimiento alguno – Rob asiente y me giro nuevamente hacia el vidrio de la ventana.
Acaricio distraídamente la herida en mi tórax recordando esa noche, añorándola a ella. Vi la desesperación en su rostro, como se desfiguraba con el dolor, aun llevo sus gritos en mi cabeza. Su último grito enloquecido cuando cerré los ojos y me desmayé.
Luego de llegar a la clínica de la policía de Seattle, estuve dos días en situación crítica con un neumotórax a causa de la bala que no tuvo salida. A diez días de mi estadía, me trasladaron a este lugar donde ya tengo veinticinco días en recuperación. Pienso en el infierno que debe estar pasando Leila y mi mirada se nubla por las lágrimas al saber que no puede con esto, ella no es tan frágil ¡maldita sea! ¿Por qué tuvo que intentar suicidarse? Al cristalizarse ese pensamiento en mi cabeza toco mis propias muñecas, lo hizo por mí, nunca me dejaron verla y creyó que no lo había logrado.
— Habrías sacado una alimaña de las calles tío – se esfuerza en reconfortarme.
— Pero me convertiría en un asesino y eso no es lo que soy, – expongo con la mayor de las convicciones — ¿ahora entiendes por qué es necesario que hable con Liroy? – asiente —. Él es el único que puede ayudarme a descubrirlo, tiene muchos más contactos incluso, que la propia policía – sonríe porque sabe lo que quiero hacer.
— Estoy contigo Jonás eso jamás lo dudes, solo te pido que no te expongas ¡cuídate! – Advierte — Liroy no deja de ser peligroso, además, te recuerdo que mataste a su hermano – cierro los ojos y suspiro profundo —. No me agradaría que todo el esfuerzo que has hecho se vaya a la m****a por el dolor que debe estar sintiendo en este momento ¿sabes? – giro nuevamente sopesando sus palabras —. Deberías esperar un poco, tú estás aún convaleciente y él, debe estar destruido – no puedo hacer nada más que afirmar frente a su recelo. Nadie sabe dónde estoy y él puede delatarme, eso es cierto.
Solo dos personas saben de mí fuera de Robert y la policía, mi hermano que le he encargado encarecidamente cuide de ella, sé que no dirá nada, moriría antes de hablar con alguien de ello y eso incluye a Leila, confío en él con mi propia vida. La otra persona es su hermano, James necesita saber cada uno de mis movimientos, sin embargo no conoce mi paradero, ni lo que hago, solo le informo lo que quiero que sepa. Su padre está involucrado en todo esto también, pero es quien menos me preocupa porque mi cuñado lo tiene bien vigilado.
Aunque no confío tanto en James, reconozco que no me delatará con su hermana porque la conoce como yo y sabemos que no descansará hasta encontrarme y eso, sí que sería peligroso.
…
Quince días después…
Me encuentro sentado frente al cristal blindado en la cárcel de máxima seguridad de Seattle donde se encuentra preso Liroy Candace – mi socio – y me siento tan incómodo que las piernas me hormiguean. Debo calmarme porque este sujeto si que es un peligro, sin embargo confío en que me aprecia porque nunca le he fallado. La carpeta con la contabilidad que traigo para él tiembla entre mis manos como producto del temor a la represalia. Llega hasta el frente de la pequeña mesa y se sienta, me observa amenazante, pero lo que puedo ver en sus ojos es dolor, el dolor de la traición de la cual ha sido objeto.
— ¿Te atreves a venir aquí después de lo que hiciste? – trago el líquido acumulado en la boca.
— Vengo a dar parte de mi trabajo Liroy, lo otro es personal – entrecierra los ojos admirando mi determinación.
— ¿Mataste a mi hermano y aun trabajas conmigo? debes estar de coña ¿cierto? – niego y le pas la carpeta con las cuentas, procesos y el procedimiento usado.
— Siento mucho tu pérdida, amigo – utilizo las mismas palabras que un día escupió en mi cara.
— ¿Lo sientes? – asiento jugando con el metal de mi lengua — ¡tú lo mataste y estas libre de culpa! – aprieta los puños —. Estas grandiosas cifras no me lo devolverán ¿entiendes? – su voz rota me anima a hablar.
— ¿Viste los periódicos Liroy? – mi vos tiembla — ¿leíste la prensa, las noticias? – no responde —. Porque si lo hiciste, también debiste leer sobre la bala que salió primero de la pistola que llevaba tu hermano, la cual se alojó cómodamente en mi pecho – me levanto de la silla cabreado enseñándole la cicatriz en el pecho que a pesar de la tinta, se nota perfectamente —, estuve en coma dos días porque mandaste a emboscarme y querías matar a mi novia, a Leila – esto último lo dije en un susurro doloroso.
Observo su expresión de sorpresa, los ojos abiertos y la boca también. Su respiración es entrecortada y ruge como un león.
— ¡Jamás digas que te traicioné hijo de puta! – me señala amenazante —. Nunca le dije a Yeral que te liquidara – llora como un pequeño —, debió ser otra persona, yo… yo… no fui – tapa su rostro con las manos y llora desconsolado la muerte de su hermano quien lo traicionó a él también.
— Entonces hay que buscar el culpable Liroy, yo me defendí, jamás le habría hecho daño si no me hubiese disparado primero – asiente, las aletas de su nariz se abren desmesuradamente y su respiración es copiosa. Está furioso.
— ¡Búscalo Demonio, busca el culpable de la muerte de mi hermano – pide con voz peligrosamente baja —, voy a desplegar mis brazos para protegerte y a los tuyos, pero cuidadito con mentirme porque acabo con todos ¿lo sabes verdad? – me acerco sonriendo de lado.
— De haber querido mentirte ya no existirías Candace, eso lo sabes de sobra – achino los ojos — ¡quiero atrapar al que me mandó matar! El que quiso hacerle daño a mi Leila, para descuartizarlo yo mismo – se carcajea.
— ¡Me eres fiel Demonio, como siempre! – asiente muchas veces —. Lo encontraremos, descuida, haremos que se arrepienta de todo y más – con esa promesa en el aire se acaba el tiempo de visita y debo irme.
— ¡Sabrás de mi pronto! – esboza una sonrisa cínica y se recuesta a la silla.
Salgo de la penitenciaría, afuera me esperan en un lugar estratégico Brennan y Malcolm, a quienes no veía desde hace quince días más o menos. Llego hasta donde se encuentran, entro al auto observando sus expresiones molestas.
— Cuando vayas a moverte debes avisarnos “hombre de acero”, esto es una visita suicida – gruñe Malcolm.
— ¡Es cierto Jonás! ¿Qué te pasa? – los miro fijamente.
— Necesitaba venir a verlo, saber la verdad – observo los folios que tienen en las manos.
— Debiste contactarnos antes de hacer una visita tan peligrosa como esta – señalo lo que tienen en las manos.
— ¿Qué es eso? – indago con nerviosismo.
— No vas a creer lo que tengo aquí, deberías hablar con Leila, hay que protegerla – mi cuerpo tiembla y la tensión hace que la herida duela, aprieto la mandíbula tan fuerte que duelen los dientes.
Las fotos en las carpetas se hacen cada vez mas borrosas porque la cabeza me da vueltas, no quiero mirar, nunca pensé en ella como una traidora, pero se ve perfectamente a la hermana de Leila y a Dakota en una conversación con Yeral reunidas en una especie de pizzería en las afueras de Seattle. Le pasan un sobre y él lo acepta, hay una conversación grabada y un video en un sobre amarillo. Siento náuseas, la bilis amenaza con calcinarme el esófago y el estómago me arde de tal manera que debo recostarme al espaldar del asiento para evitar vomitar.
— No entiendo – niego con la cabeza —, no entiendo una m****a…
Pero a este punto, todo se complica más de lo que habría supuesto…
Cuarenta y cinco días desde que lo arrancaron de mí, no solo se lo llevaron a él, sino que se llevaron mi aliento de vida… No estoy orgullosa de haberme cortado la muñeca, pero de algún modo – muy retorcido por cierto – me siento en paz conmigo misma al saber que llevo una herida en mi cuerpo igual que Jonás al recibir en su pecho la bala que llevaba mi nombre. Soy consciente del dolor de mis familiares y el trauma que supone para mi hermano haberme encontrada con la muñeca rota, la incisión fue bastante profunda por lo cual perdí mucha sangre, era de esperar que muriera, sin embargo la rapidez de sus movimientos y su precisión al administrarme los primeros auxilios me hace reflexionar en que le debo la vida.—¡Hola extraña! – me giro para quedarme absorta en el chico de veintidós a
No resistiría un día sabiendo que no estás en este mundo. No me dejes mi amor…Algo sucede, algo no está bien. Ya debería haber tenido respuesta de Leila y no me ha llegad nada, camino de un lado a otro esperando la llamada de James, me siento desesperado. José me dijo que se encontraba muy desmejorada, muy delgada porque es incapaz de probar bocado más de una vez en el día y eso n es buena señal, razón por la cual decidí escribirle para que supiese de mí y se animara a comer algo incluso, le envié unas bombas dulces rellenas de chocolate las que comíamos normalmente cuando nos encontrábamos – o las veces que lo hicimos – en mi ático, esos momentos vivirán en mis recuerdos para siempre porque después de esto dudo que todo vaya a ser igual para nosotros.— 
Daría mi vida por la tuya sin siquiera pensarlo, eres tan importante para mí que si solo tuviéramos para escoger vivir uno de los dos, serías tú la que yo salvaría…El traslado hacia el hospital pasó como la seda, Brennan decía la verdad en cuanto a que todo estaba cubierto. Viajamos como si estuviésemos solo en la carretera escoltados por los chicos de la comisaría. Sin embargo mi ansiedad hace del camino una eternidad, necesito llegar rápido antes que todo se complique… más.—Tranquilo compañero, ya estamos cerca – la voz calmada de Robert me saca un poco del nerviosismo.—¡Sí, gracias amigo mío! – aprieto su brazo.Detengo un sollozo furtivo que puja por escapar de mi garganta dolorida. Neces
Jamás estarás sola de nuevo, no estoy dispuesto a dejarte de nuevo, a dejarnos jamás… mi hermosa Leila…Mi padre tenía razón, esta no es mi Muñeca. Es un pequeño saco de huesos encima de una cama de hospital. Cierro los ojos y aprieto los puños para no gritar. El dolor en el estómago regresa aún más agresivo, doblo mi cuerpo reteniendo las rodillas de nuevo y gimo por el dolor no solo emocional sino también físico que me proporciona verla de ese modo. Siento la vista de todos sobre mí, pero los ignoro. Charles es muy amable en decirles que salgan para poder hablar con ella y ¿Cómo no? Llorar a mis anchas porque sé que en cualquier momento romperé en llanto, espero que no a gritos para evitar que se asuste, sin embargo es lo que me provoca: gritar, golpear… acabar con todo a mi paso. &
Eres el único dolor que soportaría una eternidad, duele verte en ese estado. Al que yo te he llevado. Duele ver que me amas a pesar de todo, duele tanto que ya me agrada ese infinito dolor…Marco el número de Malcolm y espero a que responda, no me he percatado de la hora y son casi las tres de la mañana, entre mi lucha interna y el tiempo que llevaba despierto que ha sido unas cuarenta y ocho horas aproximadamente, estuve dormitando en el piso más tiempo del que debía.—¿Jonás? Espero que sea importante porque Lucy cree que estoy engañándola con alguna chica – sonrío porque ese desgraciado es homosexual.—¿Desde cuándo no vives con Lucy? – pregunto con sorna.—Desde hace cinco años, dime que sucede Campeón – suspiro entr
Tus enemigos son los míos, por esa razón siempre pelearé tus batallas, eres mi razón de vivir… J.S.Observo su hermoso rostro desfigurado por el dolor, se me escapa un fuerte sollozo cuando me percato de que su mano tiembla sobre el picaporte de la puerta. Entonces da dos pasos y cae de rodillas al pie de la cama llorando como un pequeño. Un dolor agudo atraviesa mi cuerpo, es lo mismo que él siente, culpa, arrepentimiento. Remordimientos. Debí ser más precavida en mis decisiones y no ponerlo a él en esta situación.—¡Jo… Jonás! – mi voz sale grave y rasposa —. Ven por… por… favor – levanta el rostro bañado en lágrimas, respira profundo tratando de tranquilizar su respiración.—¡Muñeca yo… perd&oacut
No dudes que preferiré sufrir tu dolor, no dudes que estaré contigo siempre, nunca dudes que te amaré eternamente…Leila esta tan aturdida por las palabras de su hermano que no puede moverse, acaricio sus ahora muy delgados brazos para darle calor y confortarla un poco, no voy a mentir; ante la información que le proporciona James en este momento yo también he expresado mis dudas porque ¡vamos, el puto viejo me envió a la cárcel! Eso no es cualquier cosa, de paso me acusó de violación cuando ni siquiera había tocado a su hija, bueno tal vez si un poco, pero no para hacer esa maldita acusación que llevó a mi muñeca a…¡Dios lo recuerdo y me enfurezco!Y ahora da la casualidad que el tío es un puto ángel y que todo lo hizo influenciado por la loca de Lara Monserrat – que
Estar a tu lado para mí es estar vivo, jamás te abandonaré de nuevo. No podría. En el momento que lo hice, parte de mí murió por dejarte y apenas la estoy recuperando… J.S.He tratado de conciliar el sueño y es imposible, Jonás se encuentra a mi lado, su aliento tibio choca con mi cuello proporcionándome una sensación de codicia y anhelo bastante conocida, en una sola palabra: quiero sexo. Giro para quedar de frente a su hermoso rostro, se lo ve cansado y ojeroso, pero igual de imponente, soberbio. Y sigue siendo mío.De repente una realidad avasalladora me invade: estoy horrible. Ayer cuando me levanté a asearme con la ayuda de Jackie y Alice, al ver mi reflejo en el espejo lloré casi a gritos por mi apariencia ¿Qué me hicieron? Mi piel ya no es pálida, es gris. Parezco un esqueleto ambulante, no soy ni siq