55.- Jonás.

Siempre seré tuyo, aunque no lo quieras aceptar...

La veo salir agarrada del brazo del maldito metiche, mi sangre hierve bullendo por mis venas como si estuviese en el maldito infierno, mis dientes rechinan y Robert escucha por el intercomunicador.

— ¡Tranquilo tigre, debemos esperar que nos de la señal! – asiento, sé que no puede verme, pero me es imposible hablar porque mis mandíbula se encuentra al punto del dolor —. Por cierto maricón, tus dientes sufren, al parecer lo que sospechábamos es real, su novio es uno de los meseros del restaurante – gruño como perro.

— ¡Me importa una mierda si es gay! de todas maneras le voy a arrancar las manos por tocarla – el desgraciado ríe a carcajadas —, dudo que lo sea, tal vez bisexual porque le mira el culo ¡

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