17.- Jonás.

— ¡¿Tenías que ser así de idiota?! Bastardeo de m****a ¡Eres un maldito camicace! – grita y me sacude Zed enfadado. Me falta el aire, el dolor es demasiado y el miedo que tengo no ayuda en nada.

— ¡Zed cálmate por el amor de Dios! – interviene un Robert más asustado quizás que yo mismo.

— No… puedo… respir… - tiro de su camisa, abro la boca buscando aire. No resulta, todo mi cuerpo tiembla descontroladamente y las voces de todos los chicos que se escuchan por mi audífono me están volviendo loco, lo saco de mi oído con desesperación agarrando mi garganta — aire… aire… - Zed tira de la cremallera y prácticamente arranca el chaleco de mi cuerpo, me recuesta en el suelo mientras los demás sacan un equipo express de primeros auxilios.

— ¡Mírame Jonás, no te duermas, no te desmayes! – golpea mi rostro, no siento las piernas.

— ¡Está asustado por el dolor que siente, por el

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