¿Qué más puede pedir un chico que cumple diecinueve años? Pues nada, tengo mis amigos, un bar y chicas lindas que admirar y que me coquetean.Le doy un trago a mi cerveza mientras finjo reír de un mal chiste que hizo mi mejor amigo Hank. Observo a mí alrededor, las camareras sirviendo tragos, los chicos bailando y riendo. Es mi cumpleaños y creo que Dios me ha mandado un lindo regalo. Cerca de la barra hay una chica, a juzgar por su perfil es muy bonita. Su pelo es negro y está recogido en una coleta alta, tiene una falda vaquera a medio muslo y unas botas del mismo material hasta las rodillas, viste un suéter azul celeste. Al parecer siente mi mirada porque se gira hacia mí, es hermosa, es perfecta. Sonrío de lado y ella sonríe tímida. Es hora de acercarme.A paso rápido me acerco a ella, esquivando a las personas que se interponen en mi camino, cuando estoy cerca de ella sonrío más.—Hola.—Hola —su voz es muy baja y fina.— ¿Estás bebiendo algo? —Llamo al barman que se acerca de in
FlashbackFinales del año 1991Estaba sentado en la cafetería que nos gustaba frecuentar a mis amigos y a mí. Era una tarde de otoño y me sentía bien, incluso me estaba planteando ir a la universidad, hacer una carrera, hacerme un hombre importante, era lo que deseaba mi padre y ya la idea me estaba gustando.—Mira ahí —Melvin señaló por el cristal del lugar—. Es la chica de aquella noche.Levanté la mirada y dentro de un Volkswagen Jetta rojo estaba ella. Con su pelo negro brillante y sus hermosos ojos clavados en un libro. Me paré de un salto de la silla y cuando iba a salir un brazo delgado me detuvo. ¡No!, no ahora, llevaba tiempo buscándola. Bajé la mirada y el rostro fino de Lorena casi me hizo rodar los ojos.—Necesito hablar contigo —dijo con su chillona voz.—Ahora no. Además no tengo nada que hablar contigo, hemos terminado hace semanas —traté de apartarla de mi camino y fijé la mirada en el auto de afuera—. Ya se iba –No, no, no.— ¿Rita?, ¿aún piensas en ella? —Preguntó en
¿Cuánto me tomó para aceptar la propuesta de la señora Murdoch? Dos semanas, dos putas semanas donde no encontré otro trabajo y en la cual Lorena sufrió una amenaza de aborto, lo que significaba comprar medicamentos y vitaminas ya que mi bebé no estaba recibiendo los nutrientes necesarios. No tuve más remedio que aceptar lo que me propuso mi jefa. Por lo que en las noches duraba dos o tres horas metido entre las piernas de la mujer madura mientras la madre de mi futuro bebé se comía todo lo que conseguía sin remordimiento alguno. Llevaba un mes ya con el trato y tenía la necesidad de acabarlo, aunque tuviera que recurrir volver a las calles en busca de un sueldo miserable, pero es que ni siquiera se me estaba parando el pene ya, había perdido el poco interés que tenía al principio de todo.Terminé de vestirme, era treinta y uno de diciembre y quería preparar algo en casa para despedir el año.—Aquí está tu dinero —me tendió trescientos dólares y levanté una ceja—. Es fin de año, cariñ
Estoy buscando algo en mi oficina cuando el teléfono suena. Lo tomo sin mirar quien llama y me arrepiento.— ¡¿Dónde estás?! —El grito de Lexi casi me deja sordo por lo que separo el móvil de mi oreja—.—Estoy buscando mi anillo de bodas, pero no le digas a Rita que lo he perdido —rebusco entre mis cosas y no doy con él—.— ¿Y qué gano yo si ella no se entera? — ¡Hija de... su madre!—El amor de tu padre.—Nah, ese ya lo tengo, dame otro incentivo —ruedo los ojos y pongo la llamada en manos libres para buscar en los cajones—.—Te daré lo que quieras —puedo escuchar su risa malvada y sonrío—.—Eso suena mejor. Bien, no le diré nada pero tienes treinta minutos para llegar, de lo contrario... —hace una pausa dramática—, estarás castrado al final del día. ¡Y ya es tarde, apúrate! —Grita lo último y blanqueo mis ojos—.Cuelga la llamada sin esperar respuesta y sigo buscando. ¿Cómo diablos lo pude perder? Soy un idiota. Piensa, Williams, piensa. ¿Dónde guardarías algo con mucho valor? ¡En l
ejo salir un bostezo y miro las cuentas del taller con aburrimiento. Anoche no dormí nada gracias a Luke. No sé por qué aún se despierta en las noches, recuerdo que Lexi solo lo hizo el primer mes, luego dormía la noche entera, pero como me dijo Owen: no todos los bebés son iguales. Suelto la pluma en mi escritorio y dejo caer mi espalda en el respaldar de mi sillón. Estoy a punto de cerrar mis ojos para dormir un poco cuando la puerta es tocada.— ¿Si? —uno de mis chicos se asoma.—Erick, te busca una mujer —frunzo el ceño—.— ¿Quién?—No lo sé, pero es alta y rubia — ¡maldición! Ruedo los ojos y le digo que la deje pasar—.Han pasado dos semanas desde el bautizo y aunque le dije que llamaría a la policía ella sigue viniendo cada día a molestar. Ya no sé qué haré. Su voluptuoso cuerpo se hace presente en mi oficina y la miro serio. Lorena baja la mirada y juega con sus dedos.— ¿Ahora qué? —Digo fastidiado ya de su presencia.—Llevo dos días sin comer, Erick, ayúdame por favor —respi
ErickObservo a mi bebé en mis brazos. Su ternura me tiene enamorado, es hermosa. Acaricio su escaso pelo y beso su nariz embriagándome con el peculiar aroma a recién nacido. Abre sus ojos por tercera vez en la noche y parpadea, se comporta como si me mirara, bosteza y se vuelve a dormir. Entonces una persona la quita de mis brazos, levanto la mirada y son los padres de Lorena. ¡No!— ¿Qué pasa?, entrégame a mi bebé —le digo a la señora Monroe a lo que ella retrocede. Trato de levantarme del sofá donde estoy sentado y no puedo—. ¿Qué diablos pasa?—La bebé es nuestra, joven. Nunca debimos dejar a mi hija con usted —dice el señor ayudando a Lorena levantarse de la camilla—.Miro la escena asustado y trago saliva. La rubia más joven me mira con una sonrisa triunfante en sus labios.—Hasta nunca, Erick. Ahora no vas a conocer al bebé por la que tanto sacrificio hiciste.— ¡No! —Grito desesperado—. ¡No, maldición!, ¡Devuélveme a mi hija! —trato de pararme pero no puedo. Con el corazón en
ErickMe dejo caer en la cama y suspiro. He tenido un día largo en el taller, al parecer todos los autos decidieron averiarse hoy. Siento pasos acercarse a la habitación y me siento a la orilla de la cama para ver a Rita entrando por la puerta.—Al fin se durmió —respira hondo y da unos pasos hacia mí—.—Eso es bueno, muy bueno —la tomo de la cintura y la atraigo hasta que queda de pie frente a mí—. Hace mucho que no tenemos unos minutos a solas —digo y la voz me sale ronca, acerco mi boca al abdomen de mi esposa y beso su ombligo, subiendo hasta su estómago.— ¿Ah sí? —Pregunta con un toque de seducción y entierra los dedos en mi pelo, masajeando mi cráneo—. Me encanta que haga eso.—Mmjumm —murmuro y bajo las manos hasta su trasero para apretarlo—.—Entonces debemos hacer algo con eso —se sienta en mi regazo y besa mi boca. Complacido recibo su contacto mientras acaricio su espalda—.Busco su lengua con urgencia y comienzo a sacar el camisón que lleva, al quitárselo me deleito con s
Rita—Owen... Hey, dime algo —acaricio la mejilla del gran hombre pero este se queda inmóvil, está en un estado de shock muy grande—. Erick —llamo a mi esposo, me giro para verlo y está caminando de un lado a otro con el rostro sumamente horrorizado—.¿Qué hago ahora?Muerdo mi labio, estoy a punto de entrar en pánico. Tengo dos grandes hombres hechos mierda y necesito llegar al hospital.—Tengo que ir al hospital —Erick se encamina a su auto a toda velocidad y yo lo sigo—.— ¡Espera!, no puedes conducir en estado de nervios —lo alcanzo justo cuando va entrar y le quito la llave. El suspira y me mira con inquietud—. Tranquilo, cielo, yo te llevo —levanto la mirada y veo a Owen correr hasta su auto—. ¡No!, ¡Owen, no subas a ese auto! —Grito y corro tras él, lo tomo del brazo pero se suelta violentamente de mi agarre, dándome una escalofriante mirada—. Oye, solo quiero ayudar.—Entonces déjame ir con mi mujer, ahora —dice con voz gélida—.—Y lo harás, pero en el auto de Erick y conmigo