Capítulo 5

Erick

Observo a mi bebé en mis brazos. Su ternura me tiene enamorado, es hermosa. Acaricio su escaso pelo y beso su nariz embriagándome con el peculiar aroma a recién nacido. Abre sus ojos por tercera vez en la noche y parpadea, se comporta como si me mirara, bosteza y se vuelve a dormir. Entonces una persona la quita de mis brazos, levanto la mirada y son los padres de Lorena. ¡No!

— ¿Qué pasa?, entrégame a mi bebé —le digo a la señora Monroe a lo que ella retrocede. Trato de levantarme del sofá donde estoy sentado y no puedo—. ¿Qué diablos pasa?

—La bebé es nuestra, joven. Nunca debimos dejar a mi hija con usted —dice el señor ayudando a Lorena levantarse de la camilla—.

Miro la escena asustado y trago saliva. La rubia más joven me mira con una sonrisa triunfante en sus labios.

—Hasta nunca, Erick. Ahora no vas a conocer al bebé por la que tanto sacrificio hiciste.

— ¡No! —Grito desesperado—. ¡No, maldición!, ¡Devuélveme a mi hija! —trato de pararme pero no puedo. Con el corazón en
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