Hasta que se acabe el amor
Hasta que se acabe el amor
Por: J.Łicet Gacia Ramos
Su sencillez

«Narrador»

En un gran salón de eventos Luxury en el centro de Manhattan, se estaba llevando a cabo una reunión donde celebraron un reconocimiento más a “Dante Jones": Un importante CEO que por años había sido nombrado “Empresario del año” Este logro permanecía firme cada año, pues su trabajo y desempeño lo mantenía siendo el número uno.

Todos admiraban la inteligencia y capacidad que lo mantenía en la cima. Sin embargo, su rostro estaba seco y sin ninguna expresión, esa era su forma natural y la que todos ya conocían.

—¡Mi querido y amargado amigo! —se acercó Dylan, su mejor amigo y compañero —¿Ya cansado de recibir el mismo nombramiento cada año?

—¡Shhh! Siempre tan impetuoso y falta de respeto ¿Qué sucede si te escuchan los chismosos de la farándula y los paparazzi?

Él se quedó mirando a Mía: Una socialité hermosa que cautivó a todos desde su ingreso a la importante reunión. Ella era esbelta, alta, cabello escandalosamente rubio y de carácter totalmente engreído y caprichoso.

—No creo que nos presten atención estando la señorita sonrisa en este lugar. Ella con su hermosura atrae la atención de todos —en ese momento observó que su amigo incluso estaba mirando hacia otro lado —Bueno, casi todos.

—Pienso que en este mismo lugar hay mujeres más interesantes que ella.

Sus ojos se clavaron en Amalia, quien estaba sentada cerca de su jefe. Ella era hermosa, natural, tenía un cabello largo y negro como el azabache, figura perfecta y natural. Todo de ella era hermoso, pero lo que realmente llamaba y cautivaba su atención, eran los hermosos ojos verdes cristalinos, como el mar en Filipinas. Él no sabía cómo describir la belleza de sus ojos, pero sí quería perderse en ellos.

—¡No lo puedo creer! Una mujer ha llamado la atención del señor enojón. ¿Dónde está? ¿Quién es? Exijo conocerla de inmediato.

Él llevó la mano a su frente, pues aunque pasaban mucho tiempo juntos, el nivel de molestia de Dylan era insoportable.

—¡Eres realmente molesto!

—Ya sabes eso, ahora dime quién llamó tu atención para que sea coronada como la reina mundial del amor.

Después de un gran suspiro tenía pensado responderle, pero en ese momento venía caminando hacia él su padre.

—¡Felicidades, hijo! —terminó con un abrazo.

—Gracias por estar en este lugar como siempre diciendo presente.

—Fue la mejor de las ideas y más por qué gracias a mi presencia en este lugar, creo que he conocido a mi futura nuera.

Él en ese instante llevó la mirada hasta donde se encontraba Mía, y estaba reunida con su madre. Fue como encender una chimenea en pleno verano.

—Padre, esto me ofende mucho. Soy un hombre de 35 años que se siente lo suficientemente responsable para escoger con quién desearía pasar el resto de su vida —él no pretendía quedarse en silencio y eso de inmediato lo dejó claro

—¿Eso quiere decir que no te importa romper las cláusulas que firmaste?

—No, yo cumpliré las cláusulas. Eso siempre lo he llevado presente. De hecho, llevaría a quien deseó en mi vida este fin de semana para que la pudieran conocer, pero creo que he perdido el deseo.

Dylan aclaró su garganta para tratar de advertirles y que no hicieran un escándalo, pero ya enojado, Octavio lo observó y lo advirtió una vez más mientras mantuvo su mirada fija.

—Te espero el sábado con la supuesta novia o con Mía Ferrer. ¡Se acabó el plazo, señor Jones!

Terminando estas palabras y sin dejar que dijera nada, se marchó con el ceño fruncido. Dante trató de agregar algo más y salir detrás de él, pero su amigo no lo permitió.

—¿Estás loco? Este lugar en este momento es un centro de atención. Un escándalo y tu rostro aparece desde las redes sociales, hasta los cómics que leen los pequeños niños de eso que tantos desean tus padres.

El mesero estaba pasando por el lado y él tomó un shot de whisky a la roca, lo hizo de un solo sorbo. Esto dejó a su amigo realmente sorprendido, pues Dante odiaba el alcohol.

—Debo tener una novia, para el sábado y un vientre alquilado, así que necesito de tu ayuda.

—Eso está resuelto, tu padre te acaba de decir que Mía… —él observó la mirada severa de su amigo —Bien. Dime a dónde tengo que ir si ya has escogido a la desafortunada.

Terminando las gotas que quedaban en el vaso, miró fijo hacia donde se encontraba Amalia —La he escogido a ella.

Dylan de inmediato rodó sus ojos hacia donde se encontraba la insignificante y hermosa secretaria con un rostro de sorpresa impresionante.

—¡No, no creo esto! —él observó a su amigo, quien aún miraba a la chica muy interesado.

—¿Por qué no lo crees?

Rápidamente, se acercó, quitó el vaso de su mano y juntos caminaron hacia el balcón.

—La pregunta está de sobra. Te recuerdo que ella es de baja clase social y siempre hablaste de una mujer de tu mismo estatus social. La prensa te va a destrozar, y como si no fuera suficiente, es la empleada de la competencia y de ese hombre que tanto te odia.

—¿Has terminado? —él solo asintió, pues ese rostro decidido de su amigo, le hablaba más que mil palabras.

—No.

—No me importa. Mañana a las 8:00 PM la espero en mi mansión. Déjale bastante claro que el tema a tratar será muy conveniente para ella.

—Dante…

Él hizo silencio, ya que su amigo lo dejó hablando solo y se fue por otro trago, pero eso no lo iba a detener, así que fue tras él, le quitó el vaso y se lo tomó.

—¿Qué te sucede? Todos nos observan ¿Has perdido la cabeza?

—Sucede que no iré con esa mujer, pienso que Mía, es la mejor elección para ti y va a representar mejor el apellido.

—¡Ah, sí! Cómo no lo harás, me toca hacerlo a mí.

Dejando a su amigo más que sorprendido, arregló su costoso y elegante traje y sutilmente caminó hasta donde ella se encontraba abandonada en una esquina.

—¡Buenas noches! ¿señorita?

Con sus rodillas temblando, al ser intimidada por tan importante caballero, Amalia se colocó de pie frente a él y se presentó.

—Mi nombre es Amalia Zambrano.

Ella tendió su mano sudorosa y nerviosa para responder el saludo. Nadie podía negar que un hombre de 1,82 de estatura con un rostro con expresión fuerte, pero hermoso y una fragancia que gritaba su masculinidad. No podía dejar de intimidar a una simple mortal que no tenía nada para ofrecer.

—¡Un placer conocerte, señorita Sambrano! Mañana deseo reunirme contigo ¿Crees tener unas horas disponibles para mí? —de inmediato le entregó su tarjeta personal, mientras mantuvo el contacto visual en todo momento.

Allí estaba él, por primera vez, haciendo lo que más odiaba ¡Jugar a Romeo!, pero no se sentía mal, pues la mirada tierna que recibía de esos hermosos ojos, le regalaba paz en todo momento.

—Creo que sí, mañana será mi día libre.

—Que bueno que ya no estás molesta por lo sucedido recientemente.

Ella bajó la mirada al notar que él no apartaba de ella sus ojos. —Ya no estoy enojada, gracias por el detalle.

—Nos podemos reunir a las 4:00 PM, ya que es tu día libre.

Con una mirada fuerte y directa, sin despedirse, ni esperar una respuesta, él se marchó de la misma manera en la que se había acercado a ella. Caminó despacio, y solo volvió a mirarla una vez se encontraba al lado de su amigo.

—No puedo creer lo que acabo de ver ¿Te has enloquecido?

—Pasar tanto tiempo juntos me está afectando, creo que lo que tienes es contagioso.

Con una mirada sería y mirándolo fijo, por primera vez estuvo en desacuerdo con una decisión.

—Esto no es gracioso.

—Tú nunca lo eres, y aquí sigo. Soportando tu molesto sentido del humor.

A Dylan no le quedó otra opción que observar a la chica aún asombrada mientras miraba una y otra vez la tarjeta que tenía en sus manos. Dante era su persona más cercana y a quien había nombrado como su hermano, así que no estaba dispuesto a dejarlo en la mano de cualquier aprovechada. Eso no tenía pensado permitirlo bajo ninguna circunstancia.

—Me voy a reunir con los socios, nos encontramos a la salida.

Él se despidió de su amigo y se acercó a Amalia, para tratar de encontrar lo que tanto había llamado la atención de su amigo.

—¡Buenas noches!

—¡Hola! —ella tenía su rostro sonrojado —imagino que tu amigo se ha arrepentido de la reunión de mañana ¿Estoy en lo cierto? —Su voz era baja, sutil y avergonzada.

A Dylan le pareció extraño que de tan solo acercarse su enojo desapareció y hasta cambió de opinión con respecto a ella.

—No. Yo solo quise acercarme para hacerte algunas preguntas, pero como tu jefe es un poco impetuoso, te invito al jardín ¿Qué dices?

—Te puedes adelantar, nos encontraremos en unos minutos.

Dylan se alejó sorprendido con la chica, pues sí tenía clase y mucha educación, eso lo pudo apreciar en cuanto se acercó a ella e intercambio las primeras palabras.

Momento después observó a la chica acercarse y como Dante, continuaba ocupado, aprovecho para conocerla más.

—¡Aquí estoy! ¿En qué les puedo asistir?

—Mi amigo está interesado en una propuesta que los mantendrá muy cerca.

Ellos se miraron —Solo espero que no se trate de la empresa en la que trabajo, por qué no pienso estar pasando información. Yo no me prestó para esas cosas.

—No te preocupes preciosa, mientras tu jefe continúe en segundo lugar, no será competencia para nosotros.

—Saber esto me deja más tranquila…

—Aquí la importancia la tienes tú. ¿Tienes novio, casada o separada?

Ella se quedó pensando, avergonzada y sin saber cómo responder.

—No tengo a nadie en mi vida actualmente ¿Por qué las preguntas?

—Mañana te vas a reunir con mi amigo y solo estoy tratando de evitar que haya algún peligro acechando.

—En mi área profesional no hay ningún peligro y tampoco tengo a nadie que lo pueda causar… ¿Me puedes adelantar algo sobre el tema a tratar en la reunión?

Él continuó con algunas preguntas y cuando se estaba sintiendo a gusto fueron interrumpidos.

—Hablaremos en otra oportunidad, mi jefe me está solicitando ¡Buenas noches!

—Ha sido un placer Amalia.

Después de conocer su sencillez y lo natural que gritaba ser. Quedó más tranquilo, pues sabía que cuando su amigo tomaba una decisión era casi imposible hacerlo retroceder.

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