Perdón

La felicidad de Dante no duró mucho, ya que al día siguiente, a primera hora, su padre se presentó en su mansión con un documento en la mano mientras lo miraba con indignación y rabia.

Dante se encontraba en el comedor desayunando —¡Buenos días, padre!

—De buenos no tienen nada. ¿Crees que me puedes ver la cara y jugar conmigo como si fuera un ingenuo o estúpido viejo loco?

—Es muy temprano para andar de mal humor. ¿Qué sucede?

Él se acercó y de un golpe colocó sobre la mesa el documento donde quedaba muy claro que no estaba casado con Mía.

—¿Cómo crees que debo reaccionar a esto?

Él miró el documento y tomó el último sorbo de su café antes de que fuera derramado por la impetuosidad con la que se estaba comportando su padre.

—¿No fue lo que me pediste con reclamos y amenazas?

—¡No seas estúpido! Te pedí un matrimonio donde pudieras formar tu familia. No haces que esa pobre mujer permanezca sola en una mansión, mientras me engañas vilmente.

—¿Has investigado por qué ese matrimonio es n
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