Leyna
Nunca quise comenzar lo que sería una guerra entre mi hermano y yo, el ocultar mis sentimientos no fue una decisión que tomé a la ligera, era guardar silencio o decirlo todo y no tener esa posibilidad que quizás hoy en día no haya tenido con Mario.
Esa noche no volví a cerrar los ojos, no después de mentirle nuevamente a Volker. Sentía rabia conmigo misma.
La piel me hormigueaba al ver como su forma de mirarme cambió desde aquella noche. Me detallaba cada segundo, sus ojos parecían estudiar lo que mi mente ocultaba y me di cuenta de que la cuerda que estábamos estirando Mario y yo se iba a romper en cualquier momento y mi hermano se enteraría de todo.
—Quiero conocer a ese novio tuyo.
Separé los labios y lo miré.
—¿Por qué?
Se me paró el bocado de comida que me había llevado a
LeynaMe estaba muriendo por cómo estaba siendo descubierta por mi hermano. Ahora sí que ninguna mentira me salvaría de esta y claro está que hoy era el día que él se enteraría de todo y no quería que fuera así, no en este momento que Mario estaba a kilómetros y kilómetros de distancia.—Volker, yo...— y el timbre de mi casa sonó. Este fue abrir mientras aún me latía fuerte el corazón contra el pecho.—¿Y tú eres? — escuché como Volker preguntaba. Me acerqué para ver de quien se trataba y era un chico de unos veinte años, alto y con la mirada más verde que jamás antes había visto.—Hola, cariño.— Me saludó y este se acercó a mí, dándome un beso en la mejilla—. Soy, Jack, el novio fantasma de Leyna.
MarioEstos últimos días fueron transcurriendo lentamente, como si los días fueran meses, y es que esperar la llegada de Leyna fue como esperar a que la luna bajase y se pudiese tocar con los dedos.Pero también aproveché y pude hacer muchas cosas y una de ellas fue pasar más tiempo con Lili. La cual tenía días buenos y días no tan buenos. Hay momentos que piensa que Abel murió en aquel accidente que causó ella y cuando este se presentaba para verla, se ponía histérica y gritaba como si viese a un fantasma. No sé, pero creo que el sentimiento de culpabilidad es mucho peor que la misma muerte. En cambio, conmigo era todo distinto. Se alegraba de mi presencia y yo me moría al verla tan medicada, y cambiada.—¿Nervioso? — mi madre se acerca mientras esperaba la hora de ir a recoger a Leyna y mi amigo.—No te voy a
Leyna¿Cómo le explico que después de ese encuentro fortuito apenas puedo caminar sin que me duela? Y, sobre todo, ¿cómo finjo que todo va bien cuando me arde mi interior? Roja salí de esa habitación donde no solo Mario me hizo el amor, sino que le expliqué todo lo que tenía que haberle explicado en su día y no hubiera corrido el riesgo de cagarla con mi hermano nuevamente.—¿Estás bien, hija? — preguntó la madre de Mario al verme salir al jardín. Mario alzó su mirada hacia mí que hablaba con Volker y su padrastro y yo me puse aún más roja de lo que ya estaba.Mojé los labios y contesté—. Sí— finjo una sonrisa, todos dejaron de mirarme a excepción de él. El culpable de mi timidez y dolor.—¿Quiere que la ayude en algo? — pregunté a
LeynaSin él en mi vida es como una vida sin sol, un día sin luz y una noche sin luna.Volker, incrédulo por la imagen que tenía ante él, dejó de mirarme y miró a su amigo, el cual había bajado la mirada por respeto, supongo, de alguna manera, Mario sentía que era lo mejor que podía hacer en ese momento no tan esperado. Supuse que después de todo, Mario y yo le diríamos la verdad sin que nos pillara infraganti, pero a nosotros nadie nos dijo que, se iba a presentar a las seis de la mañana en el lugar donde estábamos.—¿Tú y mi hermana? — le susurró a Mario y parecía que estaba agonizando, Volker lo miró con rabia, con un brillo que supuse que era las lágrimas que contenía por sentirse engañado.—Volker, hablemos. Todo tiene una explicación— Mario se puso r&
Leyna—¿La última voluntad de mi padre?, ¿de qué estás hablando Volker? — vociferé como si mi vida dependiera de su respuesta. Me temblaron las manos, Volker no respondió y volví a preguntar, pero esta vez a Mario—. ¿Qué es lo que sabes, por favor dímelo? — le supliqué con la mirada y este presionó los labios. Pasó sus manos sobre mis mejillas y retiró las lágrimas que caían sin cesar de mis ojos.—Es algo complicado y surrealista, difícil de entender y parece de cuento, pero es real, mi vida.—Pues dímelo— sollocé mientras seguía suplicando.—Te lo diré, pero no aquí. — Volker dio unos pasos hacia delante y me separó de Mario—. Recoge tus cosas.Mario asintió e hice lo que mi hermano me dijo. Pese a
MarioA veces con una simple caricia sobre mi mejilla me traía la calma que yo necesitaba, pero ahora nada más me queda la soledad que me dejaron sus lágrimas después de haber permitido que se marchara con su hermano.—¿Estás bien, hijo?Mi padrastro llega a mí que me encontraba sentado en el jardín.—No. No estoy bien.—No te desesperes, todo tiene solución.—Después de hoy, no sé si ella me perdonará el simple hecho de haberle ocultado la verdad.—Ella tiene que entender que no te correspondía a ti decirle lo que su hermano guardó durante años.—No sé, después de lo que fui para ella y lo que ella fue para mí, creo que me gané ese derecho.Éste se sentó a mi lado—. Lucharía por ella a pesar de todo, pero lo qu
LeynaSiempre dije que cuando el corazón está enamorado, la razón no entiende de razones, pero cuando estos dos se fusionan y llegan a entenderse, entonces el concepto de esa frase cambia, ¿no?Pues así sucedió en mi caso. Decidida a luchar como hice desde el primer momento, a demostrarle a mi hermano que su enfado no se puede comparar con el amor que siento por su amigo. Que mi amor por Mario va más allá que cualquier estúpida razón que me haga enfadar con él. No lo voy a alejar de mi vida por el simple hecho de que mis padres y Volker me hayan ocultado lo que a él le contaron y que seguro que le pidió que no me dijera nada.—¡Hola! — su voz apenas se escuchó por la otra línea. Supuse que estaba esperando a que no le contestara o que dijera algo, el cual cambiaría todo lo que llevamos construyendo estos último
VolkerMaldije a mí yo interior, así es, cada vez que me cruzaba con ella o que simplemente me azotase con su indiferencia, sentía como el interior, me mandaba mensajes y más mensajes, a la mañana siguiente, fe su llegada, salió de la habitación donde se quedó con Leyna, durmieron juntas y ella al parecer despertó temprano. Con la taza humeante de café recién hecho, me acerco a ella que miraba por la ventana del salón mientras sus largas piernas decoradas en un short corto me estrujo el estómago.—¡Buenos días! — le ofrecí la taza.—Buenos días— aceptó el café sin mirarme. ¿Me estaba castigando con su indiferencia o es mi imaginación que estaba mal?—No entiendo tu enfado conmigo.—Y yo no entiendo cómo puedes dejar que tu hermana se reúna