Leyna
Siempre dije que cuando el corazón está enamorado, la razón no entiende de razones, pero cuando estos dos se fusionan y llegan a entenderse, entonces el concepto de esa frase cambia, ¿no?
Pues así sucedió en mi caso. Decidida a luchar como hice desde el primer momento, a demostrarle a mi hermano que su enfado no se puede comparar con el amor que siento por su amigo. Que mi amor por Mario va más allá que cualquier estúpida razón que me haga enfadar con él. No lo voy a alejar de mi vida por el simple hecho de que mis padres y Volker me hayan ocultado lo que a él le contaron y que seguro que le pidió que no me dijera nada.
—¡Hola! — su voz apenas se escuchó por la otra línea. Supuse que estaba esperando a que no le contestara o que dijera algo, el cual cambiaría todo lo que llevamos construyendo estos último
VolkerMaldije a mí yo interior, así es, cada vez que me cruzaba con ella o que simplemente me azotase con su indiferencia, sentía como el interior, me mandaba mensajes y más mensajes, a la mañana siguiente, fe su llegada, salió de la habitación donde se quedó con Leyna, durmieron juntas y ella al parecer despertó temprano. Con la taza humeante de café recién hecho, me acerco a ella que miraba por la ventana del salón mientras sus largas piernas decoradas en un short corto me estrujo el estómago.—¡Buenos días! — le ofrecí la taza.—Buenos días— aceptó el café sin mirarme. ¿Me estaba castigando con su indiferencia o es mi imaginación que estaba mal?—No entiendo tu enfado conmigo.—Y yo no entiendo cómo puedes dejar que tu hermana se reúna
LeynaQuise enseñar mi mejor cara, aquella bondadosa y sin miedos, los cuales, si tenía, pero no los quería mostrar, y que este sin darse cuenta tras mis gestos confiados, se esconde una verdadera niña que teme a perder lo único que tuvo una vez, el amor hacia otra persona y no la fe en los demás.—Hola— saludé a su saludo y le ofrecí mi mano. Este aceptó sin romper esa mirada tan conquistadora, y no sé si lo hacía adrede o realmente era así su forma de mirar—. Lorenz ¿no?Asintió y dejé de mirarlo, porque estaba tan nerviosa que empecé a bailar una danza con los ojos, de un lado u otro y viceversa. Éste se dio cuenta y me pidió amablemente que tomara asiento mientras se desabrochaba su americana de la marca Gucci.—Llámame Lars. ¿Quieres tomar algo?—Solo agua, po
MarioA pesar de todo lo que estaba por venir, tenía una sola cosa clara, y es no mentirme a mí mismo. No esperar con las manos cruzadas mientras la mujer que amo se adentraba en un mundo que quizás la llegue a lastimar. Una cosa fue aceptar su plan y la otra es dejar que se arriesgase sola.El día que supe que se iba a verse con el duque de Baden, automáticamente tomé el control. Averigüe en qué terminal iba a aterrizar y éste se sorprendió verme ahí. Claro está, me conocía como empresario y jamás pensé que el famoso duque fuera empresario también, que él gobernaba la mejor empresa de seguridad de Alemania.Cenamos juntos y le conté sobre Leyna.—Al principio se sorprendió, pero después se lo tomó con calma y la verdad que siendo más joven que yo, puedo decir que tiene una madurez increíblemente audaz. — Le estaba contando a Leyna todo lo sucedido y que él no era mi amigo de antes ni nada, pero lo que hizo por nosotros en el día de hoy, siempre se lo estaré agradeciendo.—Sí, a mí ta
LeynaNo voy a negar que sentí esa inclinación terrorífica de dar todo por perdido cuando mi hermano no cedía a aceptar lo que, evidentemente, deseé como nunca. Insistí por mi decisión y al final acabé ganando la guerra a ese corazón helado que Dios le había dado a Volker. Aunque en el fondo sé que se derrite con mimos y palabras coherentes.—¿Qué te pasa? — llegué a Amelia después de dejar a Volker y a Mario solos. Ambos tenían varias conversaciones pendientes.—No le creas a ese hermano que tienes, que no es un puto santo. Y me da rabia que se interponga entre dos personas por el simple hecho de que se trate de ti y su amigo... ah y bueno de la edad también, este es un dato importante.Fruncí el ceño y tomé asiento a su lado. Sobre el borde de la cama mientras soltó el libro que tenía entre las manos.—No sé si darte las gracias y después reírme por tu enfado con él, o darte primero la noticia y después reírme y darte las gracias.—¿Qué quieres decir?—Quiero decir que cuando te fui
LeynaAlgunas veces y no digo que sea fácil, pero si confiamos tan solo un poquito veremos que las cosas buenas están por llegar. Yo confié y me arriesgué, le dije al miedo que no podía conmigo por mucho que me acompañara a lo largo de la historia, le gané a un simple sueño y lo hice realidad. Porque hay mañanas en las que sale el sol y hay otras que te lo tienes que imaginar. Para mí siempre salía el sol por muy gris que hubiese amanecido ese día.Al abrir los ojos y más feliz que nunca, lo primero que vi fue a ese sol que me recordó que hoy iba a ser un buen día. Que un día como hoy, había llegado al mundo para revolucionarlo y este me revolucionara a mí. Con la primera sonrisa me encontré a mi sueño cumplido, Mario. Acarició mi hombro desnudo y con un beso largo, intenso y pasional me felicitó—. Que cumplas muchos más, siempre e igual que hoy, a mi lado.—Que así sea, mi vida.No todos los días se cumplen los dieciocho, así que tenía la intención de hacerlo inolvidable.A base de r
VolkerEra irónico, ¿verdad? Ver como la amiga de tu hermana, riéndose con otro y como otro disfruta de su presencia, parece surrealista que esté molesto y ahogándome en alcohol por alguien que se coló audazmente en mi cabeza.Mientras mi hermana y Mario se juraban amor eterno, y él haciéndola su prometida, mi mirada va directa a la de Amelia, que sorprendida por lo que veían todos, me miró, con ese vestido blanco de seda que recorre su piel, su anatomía. Por muy qué hurgué en su mirada, no encontraba respuesta a lo que me tenía tan perdido.—¡Felicidades! — me acerqué a ellos y Mario me sonríe.—Gracias, hermano, espero que tú también llegues a tirarte a la piscina.—Mi piscina está llena de espinas. No creo— le guiñé un ojo negado y Leyna pone los ojos en blanco.—Quizás solo necesites un empujón— mi hermana señala con la cabeza hacia su amiga—, quizás ella te lo esté dando y tú no te estás dando cuenta por qué te ahogas con unos celos que puedes evitar si realmente eso es lo que de
LeynaEncontrarás el amor verdadero cuando no le tengas que pedirle nada, cuando su atención es por y para ti, cuando habites sus pensamientos y sus sueños, cuando vives un presente mientras piensa en un futuro a tu lado. Entonces en ese preciso momento, cuando lo sientas así, es cuando te darás cuenta de que no necesitas de nadie más, que con su amor lo tienes todo e incluso él mismo sol, y de noche te regale la luna.Me había comprometido con el amor de mi vida, con el que me da todo y yo se lo doy también. El que está conmigo en las buenas y en las malas. En los días de sol y en los que este no sale porque se oculta bajo una nube gris. Está conmigo cuando mis sueños se desmoronan y él me recuerda el propósito del porqué los estaba cumpliendo. Y entonces él me ayuda a buscar esa luz que pensé que se había apagado en el camino. Y sí..., creo que esto es amor.Amelia había vuelto a Londres, y yo estaba pasando unos días más en España, Volker se encerraba en su habitación y no salía de
VolkerY al final, la dejé ir. Me volví cobarde y no la retuve conmigo el día que puso el pie en el aeropuerto, pensé que no iba a funcionar y la dejé marchar, y ahora me había dado cuenta de que me la habían robado entre las manos y no podía hacer nada más que correr a un mar inalcanzable.—Quieres tranquilizarte, Volker— Mario intenta conseguir lo que ahora mismo era imposible.—El tipo salió, ¿entiendes lo que quiere decir eso? Es un agresor. Se supone que tenía que protegerla tanto a ella como a mi hermana de ese individuo. Y fíjate cómo acabó.—Hay un lugar donde ella solía ir con él— Leyna dijo y me centre en ella. El avión volaba y mi estómago estaba revuelto con tanto nervio.—Hay una casa alejada de la ciudad. Él la llevaba ahí los fines de semana. Supongo que si el móvil está encendido también podemos detectar la ubicación.—¿Ella te dijo algo estos últimos días?Negué porque, como dije antes, no hablé con ella al estar liada con todo lo que había sucedido con Lili.—No le h