Capítulo 38

Volker

Maldije a mí yo interior, así es, cada vez que me cruzaba con ella o que simplemente me azotase con su indiferencia, sentía como el interior, me mandaba mensajes y más mensajes, a la mañana siguiente, fe su llegada, salió de la habitación donde se quedó con Leyna, durmieron juntas y ella al parecer despertó temprano. Con la taza humeante de café recién hecho, me acerco a ella que miraba por la ventana del salón mientras sus largas piernas decoradas en un short corto me estrujo el estómago.

—¡Buenos días! — le ofrecí la taza.

—Buenos días— aceptó el café sin mirarme. ¿Me estaba castigando con su indiferencia o es mi imaginación que estaba mal?

—No entiendo tu enfado conmigo.

—Y yo no entiendo cómo puedes dejar que tu hermana se reúna

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