Leyna
¿Cómo le explico que después de ese encuentro fortuito apenas puedo caminar sin que me duela? Y, sobre todo, ¿cómo finjo que todo va bien cuando me arde mi interior? Roja salí de esa habitación donde no solo Mario me hizo el amor, sino que le expliqué todo lo que tenía que haberle explicado en su día y no hubiera corrido el riesgo de cagarla con mi hermano nuevamente.
—¿Estás bien, hija? — preguntó la madre de Mario al verme salir al jardín. Mario alzó su mirada hacia mí que hablaba con Volker y su padrastro y yo me puse aún más roja de lo que ya estaba.
Mojé los labios y contesté—. Sí— finjo una sonrisa, todos dejaron de mirarme a excepción de él. El culpable de mi timidez y dolor.
—¿Quiere que la ayude en algo? — pregunté a
LeynaSin él en mi vida es como una vida sin sol, un día sin luz y una noche sin luna.Volker, incrédulo por la imagen que tenía ante él, dejó de mirarme y miró a su amigo, el cual había bajado la mirada por respeto, supongo, de alguna manera, Mario sentía que era lo mejor que podía hacer en ese momento no tan esperado. Supuse que después de todo, Mario y yo le diríamos la verdad sin que nos pillara infraganti, pero a nosotros nadie nos dijo que, se iba a presentar a las seis de la mañana en el lugar donde estábamos.—¿Tú y mi hermana? — le susurró a Mario y parecía que estaba agonizando, Volker lo miró con rabia, con un brillo que supuse que era las lágrimas que contenía por sentirse engañado.—Volker, hablemos. Todo tiene una explicación— Mario se puso r&
Leyna—¿La última voluntad de mi padre?, ¿de qué estás hablando Volker? — vociferé como si mi vida dependiera de su respuesta. Me temblaron las manos, Volker no respondió y volví a preguntar, pero esta vez a Mario—. ¿Qué es lo que sabes, por favor dímelo? — le supliqué con la mirada y este presionó los labios. Pasó sus manos sobre mis mejillas y retiró las lágrimas que caían sin cesar de mis ojos.—Es algo complicado y surrealista, difícil de entender y parece de cuento, pero es real, mi vida.—Pues dímelo— sollocé mientras seguía suplicando.—Te lo diré, pero no aquí. — Volker dio unos pasos hacia delante y me separó de Mario—. Recoge tus cosas.Mario asintió e hice lo que mi hermano me dijo. Pese a
MarioA veces con una simple caricia sobre mi mejilla me traía la calma que yo necesitaba, pero ahora nada más me queda la soledad que me dejaron sus lágrimas después de haber permitido que se marchara con su hermano.—¿Estás bien, hijo?Mi padrastro llega a mí que me encontraba sentado en el jardín.—No. No estoy bien.—No te desesperes, todo tiene solución.—Después de hoy, no sé si ella me perdonará el simple hecho de haberle ocultado la verdad.—Ella tiene que entender que no te correspondía a ti decirle lo que su hermano guardó durante años.—No sé, después de lo que fui para ella y lo que ella fue para mí, creo que me gané ese derecho.Éste se sentó a mi lado—. Lucharía por ella a pesar de todo, pero lo qu
LeynaSiempre dije que cuando el corazón está enamorado, la razón no entiende de razones, pero cuando estos dos se fusionan y llegan a entenderse, entonces el concepto de esa frase cambia, ¿no?Pues así sucedió en mi caso. Decidida a luchar como hice desde el primer momento, a demostrarle a mi hermano que su enfado no se puede comparar con el amor que siento por su amigo. Que mi amor por Mario va más allá que cualquier estúpida razón que me haga enfadar con él. No lo voy a alejar de mi vida por el simple hecho de que mis padres y Volker me hayan ocultado lo que a él le contaron y que seguro que le pidió que no me dijera nada.—¡Hola! — su voz apenas se escuchó por la otra línea. Supuse que estaba esperando a que no le contestara o que dijera algo, el cual cambiaría todo lo que llevamos construyendo estos último
VolkerMaldije a mí yo interior, así es, cada vez que me cruzaba con ella o que simplemente me azotase con su indiferencia, sentía como el interior, me mandaba mensajes y más mensajes, a la mañana siguiente, fe su llegada, salió de la habitación donde se quedó con Leyna, durmieron juntas y ella al parecer despertó temprano. Con la taza humeante de café recién hecho, me acerco a ella que miraba por la ventana del salón mientras sus largas piernas decoradas en un short corto me estrujo el estómago.—¡Buenos días! — le ofrecí la taza.—Buenos días— aceptó el café sin mirarme. ¿Me estaba castigando con su indiferencia o es mi imaginación que estaba mal?—No entiendo tu enfado conmigo.—Y yo no entiendo cómo puedes dejar que tu hermana se reúna
LeynaQuise enseñar mi mejor cara, aquella bondadosa y sin miedos, los cuales, si tenía, pero no los quería mostrar, y que este sin darse cuenta tras mis gestos confiados, se esconde una verdadera niña que teme a perder lo único que tuvo una vez, el amor hacia otra persona y no la fe en los demás.—Hola— saludé a su saludo y le ofrecí mi mano. Este aceptó sin romper esa mirada tan conquistadora, y no sé si lo hacía adrede o realmente era así su forma de mirar—. Lorenz ¿no?Asintió y dejé de mirarlo, porque estaba tan nerviosa que empecé a bailar una danza con los ojos, de un lado u otro y viceversa. Éste se dio cuenta y me pidió amablemente que tomara asiento mientras se desabrochaba su americana de la marca Gucci.—Llámame Lars. ¿Quieres tomar algo?—Solo agua, po
MarioA pesar de todo lo que estaba por venir, tenía una sola cosa clara, y es no mentirme a mí mismo. No esperar con las manos cruzadas mientras la mujer que amo se adentraba en un mundo que quizás la llegue a lastimar. Una cosa fue aceptar su plan y la otra es dejar que se arriesgase sola.El día que supe que se iba a verse con el duque de Baden, automáticamente tomé el control. Averigüe en qué terminal iba a aterrizar y éste se sorprendió verme ahí. Claro está, me conocía como empresario y jamás pensé que el famoso duque fuera empresario también, que él gobernaba la mejor empresa de seguridad de Alemania.Cenamos juntos y le conté sobre Leyna.—Al principio se sorprendió, pero después se lo tomó con calma y la verdad que siendo más joven que yo, puedo decir que tiene una madurez increíblemente audaz. — Le estaba contando a Leyna todo lo sucedido y que él no era mi amigo de antes ni nada, pero lo que hizo por nosotros en el día de hoy, siempre se lo estaré agradeciendo.—Sí, a mí ta
LeynaNo voy a negar que sentí esa inclinación terrorífica de dar todo por perdido cuando mi hermano no cedía a aceptar lo que, evidentemente, deseé como nunca. Insistí por mi decisión y al final acabé ganando la guerra a ese corazón helado que Dios le había dado a Volker. Aunque en el fondo sé que se derrite con mimos y palabras coherentes.—¿Qué te pasa? — llegué a Amelia después de dejar a Volker y a Mario solos. Ambos tenían varias conversaciones pendientes.—No le creas a ese hermano que tienes, que no es un puto santo. Y me da rabia que se interponga entre dos personas por el simple hecho de que se trate de ti y su amigo... ah y bueno de la edad también, este es un dato importante.Fruncí el ceño y tomé asiento a su lado. Sobre el borde de la cama mientras soltó el libro que tenía entre las manos.—No sé si darte las gracias y después reírme por tu enfado con él, o darte primero la noticia y después reírme y darte las gracias.—¿Qué quieres decir?—Quiero decir que cuando te fui