Mario
No quería dejar que nadie entrará en lo que estaba viviendo con Leyna. Lo que creamos ella y yo fue algo tan intenso y bonito que sé que el día que permita la entrada de otros, esa magia empezará a desaparecer y eso era lo que más me preocupaba. Yo sé que dejar y desaparecer sería como aceptar que la muerte se llevara mi alma cuando aún no me tocaba morir. No era justo que lo que sentíamos tenía que molestar a alguien más y en este caso a su hermano porque mi familia sabía perfectamente que amaba a la hermana de mi amigo y todos me apoyaban, en cambio, ella no tenía ese apoyo de su única familia.
Estaba preciosa, es hermosa y hoy más que nunca brillaba sobre su sombra. Se veía feliz y radiante con ese vestido tan femenino, tan perfecto para ella. Y si os soy sincero, sentía celos, esos que te presionan el pecho y que ara&n
LeynaSu respiración está tan cerca de mí que cualquier duda que tenía antes de entrar a esta habitación de hotel desapareció, rodeada de unas increíbles vistas y como él me acerca lentamente con sus manos, y no quería confesarle lo que me estaba haciendo sentir. Sabía la respuesta de este deseo que tanto llevamos guardando y esperando a sacarlo fuera. Abrí mis ojos y los cerré despacio cuando su piel me acarició con las yemas de sus dedos. Sus labios me arroparon entre besos y mi corazón se detuvo. Abrí nuevamente los ojos y lo encontré mirándome como nunca, aproveché entre el silencio de nuestras palabras y sonreí, me sentí plena y nerviosa, porque hoy era el día que tanto esperé. ¿Y saben qué?, no quiero que esto dure solo unos minutos. No quería, necesitaba más.Descalz
MarioMe acerco lentamente con mi mano y rozo su precioso y delicado cuerpo, no necesitábamos más que ese silencio que teníamos mientras le decía todo con la mirada. Me cuelo entre sus labios y durante minutos recuerdo entre besos lo que había pasado hace un rato.—Prométeme algo— dijo.—Lo que sea.—Prométeme que siempre me buscarás a pesar de lo que pueda a llegar a pasar entre nosotros.—¿Por qué dices eso?—Solo prométemelo, Mario.—Te lo prometo— prometí a centímetros de su boca.Pensé que me iba a enojar conmigo mismo después de hacerle el amor, después de esperar tantos meses, llegó el día que no pude más.Sonrío y me mordió el labio, eso me estremeció las entrañas.—¿Cree
LeynaEsta noche la luna brilló más que nunca, mis ojos lo hicieron como nunca antes lo habían hecho y solo sonreía con el alma, porque como dije antes, después de aquel acto tan íntimo, tan nuestro, tan lleno de amor, había dejado de ser aquella niña de diecisiete años y me hice mujer, él me hizo mujer, era otra persona que no le importaba dar más de lo que ya no tenía. Y solo sé que lo busqué a oscuras y él me mostró un mundo de luz.Y entonces todo en mí se paralizó al sentir aquellas manos, en medio de la noche y en mi habitación, esos labios que me despertaron suavemente para no gritar y que identifiqué de inmediato. Ese olor que me hizo viajar a lo ocurrido hace horas atrás.—Pero ¿qué haces aquí?, son las cinco de la madrugada— él me indicó que baj
MarioLa vida no es la que se encarga de destruirte, simplemente ella te da esas armas para que lo hagas tú solito, el mundo es así, y nosotros somos como el mundo.—Nos vemos en dos días, y como siempre no le digas nada a mamá. Que sea una sorpresa.Me despedí de Abel y este se marchó de mi despacho. Su jet lo esperaba y a mí una reunión bastante productiva. Porque después de tanto mi organización dará un salto más y se establecerá en toda Europa.—Aparte de esos miles de dólares que nos llegan a diario. Su inversión es mucho más considerable de lo que llegamos a reunir en dos semanas— dijo el director mientras comíamos en un restaurante.—Yo no espero mucho de nadie, Jorge. El día que decidí tirarme en esto, lo hizo sabiendo que podía permitírmelo. Hoy en d&iacu
MarioAlguna vez os ha sucedido que os habéis quedado sin aire, que os asfixiabais con vuestra propia saliva y no saber que salida o vía de escape coger. Yo no podía con esto, no era capaz de pedir a la mujer que amo que no hiciera, o cumpliera con la voluntad de su padre, de luchar contra un país entero. Era imposible y muy real. Tan real que siempre supe que Volker y su hermana venían de familias con grandes títulos y, sin embargo, su padre decidió ser un simple abogado y solo aceptó el título que le dejó su padre un año atrás al accidente que acabó con su vida y la de su esposa.—¿Estás... estáis locos? — susurré sacando el último aliento que tenía guardado en la garganta.—Si por mí fuera, Leyna nunca se enteraría y hasta ahora lo guardamos muy bien y bajo llave, tal y como mis p
LeynaEstos días pasaron volando como si el día y la noche tuviesen solo una hora. Mi corazón ya empezó a extrañar a Mario y eso que aún no se había ido. Mientras espero nerviosa a que este venga a buscarme a casa y que se despida de mí, Volker se acerca a mí antes de salir a comer con unos amigos.—¿Podemos hablar? — dijo y más nerviosa me sentí porque no sabía cuándo su amigo tocaría la puerta y entonces él se extrañaría al verlo ahí.—Si, claro.—Es sobre Amelia. Mario me contó sobre lo que ocurrió hace dos días y entre una cosa y la otra, no pude hablar contigo sobre ese asunto.—Volker, yo no sabía que ella estaba callando eso. De hecho, nunca me contó que su novio la insultaba y de vez en cuando le dejaba algún que otro more
LeynaCon el pómulo destrozado por el golpe de ese idiota, caminé hasta mi casa, por fortuna aún Volker no había vuelto, me miré en el espejo del baño y el moretón que marcaba mi rostro era bastante evidente—. Mierda— maldije.Busco el móvil y llamo a Amelia.—Ese hijo de puta me acaba de dar un puñetazo— dije nada más oír su voz.—¿Qué? ¿Te pego?—Técnicamente, me dejó un mensaje para ti. Yo creo que fue porque estás fuera de la ciudad y no le quedó de otra que pagarlo conmigo.—Madre mía, Leyna. Yo no sé qué decirte.—Leyna, estoy en casa.—Mierda, mi hermano— dije al oírlo llamar.—Díselo. ¿Oíste?, díselo y que ese idiota no se meta más contigo.<
LeynaNunca quise comenzar lo que sería una guerra entre mi hermano y yo, el ocultar mis sentimientos no fue una decisión que tomé a la ligera, era guardar silencio o decirlo todo y no tener esa posibilidad que quizás hoy en día no haya tenido con Mario.Esa noche no volví a cerrar los ojos, no después de mentirle nuevamente a Volker. Sentía rabia conmigo misma.La piel me hormigueaba al ver como su forma de mirarme cambió desde aquella noche. Me detallaba cada segundo, sus ojos parecían estudiar lo que mi mente ocultaba y me di cuenta de que la cuerda que estábamos estirando Mario y yo se iba a romper en cualquier momento y mi hermano se enteraría de todo.—Quiero conocer a ese novio tuyo.Separé los labios y lo miré.—¿Por qué?Se me paró el bocado de comida que me había llevado a