Mario
Me acerco lentamente con mi mano y rozo su precioso y delicado cuerpo, no necesitábamos más que ese silencio que teníamos mientras le decía todo con la mirada. Me cuelo entre sus labios y durante minutos recuerdo entre besos lo que había pasado hace un rato.
—Prométeme algo— dijo.
—Lo que sea.
—Prométeme que siempre me buscarás a pesar de lo que pueda a llegar a pasar entre nosotros.
—¿Por qué dices eso?
—Solo prométemelo, Mario.
—Te lo prometo— prometí a centímetros de su boca.
Pensé que me iba a enojar conmigo mismo después de hacerle el amor, después de esperar tantos meses, llegó el día que no pude más.
Sonrío y me mordió el labio, eso me estremeció las entrañas.
—¿Cree
LeynaEsta noche la luna brilló más que nunca, mis ojos lo hicieron como nunca antes lo habían hecho y solo sonreía con el alma, porque como dije antes, después de aquel acto tan íntimo, tan nuestro, tan lleno de amor, había dejado de ser aquella niña de diecisiete años y me hice mujer, él me hizo mujer, era otra persona que no le importaba dar más de lo que ya no tenía. Y solo sé que lo busqué a oscuras y él me mostró un mundo de luz.Y entonces todo en mí se paralizó al sentir aquellas manos, en medio de la noche y en mi habitación, esos labios que me despertaron suavemente para no gritar y que identifiqué de inmediato. Ese olor que me hizo viajar a lo ocurrido hace horas atrás.—Pero ¿qué haces aquí?, son las cinco de la madrugada— él me indicó que baj
MarioLa vida no es la que se encarga de destruirte, simplemente ella te da esas armas para que lo hagas tú solito, el mundo es así, y nosotros somos como el mundo.—Nos vemos en dos días, y como siempre no le digas nada a mamá. Que sea una sorpresa.Me despedí de Abel y este se marchó de mi despacho. Su jet lo esperaba y a mí una reunión bastante productiva. Porque después de tanto mi organización dará un salto más y se establecerá en toda Europa.—Aparte de esos miles de dólares que nos llegan a diario. Su inversión es mucho más considerable de lo que llegamos a reunir en dos semanas— dijo el director mientras comíamos en un restaurante.—Yo no espero mucho de nadie, Jorge. El día que decidí tirarme en esto, lo hizo sabiendo que podía permitírmelo. Hoy en d&iacu
MarioAlguna vez os ha sucedido que os habéis quedado sin aire, que os asfixiabais con vuestra propia saliva y no saber que salida o vía de escape coger. Yo no podía con esto, no era capaz de pedir a la mujer que amo que no hiciera, o cumpliera con la voluntad de su padre, de luchar contra un país entero. Era imposible y muy real. Tan real que siempre supe que Volker y su hermana venían de familias con grandes títulos y, sin embargo, su padre decidió ser un simple abogado y solo aceptó el título que le dejó su padre un año atrás al accidente que acabó con su vida y la de su esposa.—¿Estás... estáis locos? — susurré sacando el último aliento que tenía guardado en la garganta.—Si por mí fuera, Leyna nunca se enteraría y hasta ahora lo guardamos muy bien y bajo llave, tal y como mis p
LeynaEstos días pasaron volando como si el día y la noche tuviesen solo una hora. Mi corazón ya empezó a extrañar a Mario y eso que aún no se había ido. Mientras espero nerviosa a que este venga a buscarme a casa y que se despida de mí, Volker se acerca a mí antes de salir a comer con unos amigos.—¿Podemos hablar? — dijo y más nerviosa me sentí porque no sabía cuándo su amigo tocaría la puerta y entonces él se extrañaría al verlo ahí.—Si, claro.—Es sobre Amelia. Mario me contó sobre lo que ocurrió hace dos días y entre una cosa y la otra, no pude hablar contigo sobre ese asunto.—Volker, yo no sabía que ella estaba callando eso. De hecho, nunca me contó que su novio la insultaba y de vez en cuando le dejaba algún que otro more
LeynaCon el pómulo destrozado por el golpe de ese idiota, caminé hasta mi casa, por fortuna aún Volker no había vuelto, me miré en el espejo del baño y el moretón que marcaba mi rostro era bastante evidente—. Mierda— maldije.Busco el móvil y llamo a Amelia.—Ese hijo de puta me acaba de dar un puñetazo— dije nada más oír su voz.—¿Qué? ¿Te pego?—Técnicamente, me dejó un mensaje para ti. Yo creo que fue porque estás fuera de la ciudad y no le quedó de otra que pagarlo conmigo.—Madre mía, Leyna. Yo no sé qué decirte.—Leyna, estoy en casa.—Mierda, mi hermano— dije al oírlo llamar.—Díselo. ¿Oíste?, díselo y que ese idiota no se meta más contigo.<
LeynaNunca quise comenzar lo que sería una guerra entre mi hermano y yo, el ocultar mis sentimientos no fue una decisión que tomé a la ligera, era guardar silencio o decirlo todo y no tener esa posibilidad que quizás hoy en día no haya tenido con Mario.Esa noche no volví a cerrar los ojos, no después de mentirle nuevamente a Volker. Sentía rabia conmigo misma.La piel me hormigueaba al ver como su forma de mirarme cambió desde aquella noche. Me detallaba cada segundo, sus ojos parecían estudiar lo que mi mente ocultaba y me di cuenta de que la cuerda que estábamos estirando Mario y yo se iba a romper en cualquier momento y mi hermano se enteraría de todo.—Quiero conocer a ese novio tuyo.Separé los labios y lo miré.—¿Por qué?Se me paró el bocado de comida que me había llevado a
LeynaMe estaba muriendo por cómo estaba siendo descubierta por mi hermano. Ahora sí que ninguna mentira me salvaría de esta y claro está que hoy era el día que él se enteraría de todo y no quería que fuera así, no en este momento que Mario estaba a kilómetros y kilómetros de distancia.—Volker, yo...— y el timbre de mi casa sonó. Este fue abrir mientras aún me latía fuerte el corazón contra el pecho.—¿Y tú eres? — escuché como Volker preguntaba. Me acerqué para ver de quien se trataba y era un chico de unos veinte años, alto y con la mirada más verde que jamás antes había visto.—Hola, cariño.— Me saludó y este se acercó a mí, dándome un beso en la mejilla—. Soy, Jack, el novio fantasma de Leyna.
MarioEstos últimos días fueron transcurriendo lentamente, como si los días fueran meses, y es que esperar la llegada de Leyna fue como esperar a que la luna bajase y se pudiese tocar con los dedos.Pero también aproveché y pude hacer muchas cosas y una de ellas fue pasar más tiempo con Lili. La cual tenía días buenos y días no tan buenos. Hay momentos que piensa que Abel murió en aquel accidente que causó ella y cuando este se presentaba para verla, se ponía histérica y gritaba como si viese a un fantasma. No sé, pero creo que el sentimiento de culpabilidad es mucho peor que la misma muerte. En cambio, conmigo era todo distinto. Se alegraba de mi presencia y yo me moría al verla tan medicada, y cambiada.—¿Nervioso? — mi madre se acerca mientras esperaba la hora de ir a recoger a Leyna y mi amigo.—No te voy a