Mario
Alguna vez os ha sucedido que os habéis quedado sin aire, que os asfixiabais con vuestra propia saliva y no saber que salida o vía de escape coger. Yo no podía con esto, no era capaz de pedir a la mujer que amo que no hiciera, o cumpliera con la voluntad de su padre, de luchar contra un país entero. Era imposible y muy real. Tan real que siempre supe que Volker y su hermana venían de familias con grandes títulos y, sin embargo, su padre decidió ser un simple abogado y solo aceptó el título que le dejó su padre un año atrás al accidente que acabó con su vida y la de su esposa.
—¿Estás... estáis locos? — susurré sacando el último aliento que tenía guardado en la garganta.
—Si por mí fuera, Leyna nunca se enteraría y hasta ahora lo guardamos muy bien y bajo llave, tal y como mis p
LeynaEstos días pasaron volando como si el día y la noche tuviesen solo una hora. Mi corazón ya empezó a extrañar a Mario y eso que aún no se había ido. Mientras espero nerviosa a que este venga a buscarme a casa y que se despida de mí, Volker se acerca a mí antes de salir a comer con unos amigos.—¿Podemos hablar? — dijo y más nerviosa me sentí porque no sabía cuándo su amigo tocaría la puerta y entonces él se extrañaría al verlo ahí.—Si, claro.—Es sobre Amelia. Mario me contó sobre lo que ocurrió hace dos días y entre una cosa y la otra, no pude hablar contigo sobre ese asunto.—Volker, yo no sabía que ella estaba callando eso. De hecho, nunca me contó que su novio la insultaba y de vez en cuando le dejaba algún que otro more
LeynaCon el pómulo destrozado por el golpe de ese idiota, caminé hasta mi casa, por fortuna aún Volker no había vuelto, me miré en el espejo del baño y el moretón que marcaba mi rostro era bastante evidente—. Mierda— maldije.Busco el móvil y llamo a Amelia.—Ese hijo de puta me acaba de dar un puñetazo— dije nada más oír su voz.—¿Qué? ¿Te pego?—Técnicamente, me dejó un mensaje para ti. Yo creo que fue porque estás fuera de la ciudad y no le quedó de otra que pagarlo conmigo.—Madre mía, Leyna. Yo no sé qué decirte.—Leyna, estoy en casa.—Mierda, mi hermano— dije al oírlo llamar.—Díselo. ¿Oíste?, díselo y que ese idiota no se meta más contigo.<
LeynaNunca quise comenzar lo que sería una guerra entre mi hermano y yo, el ocultar mis sentimientos no fue una decisión que tomé a la ligera, era guardar silencio o decirlo todo y no tener esa posibilidad que quizás hoy en día no haya tenido con Mario.Esa noche no volví a cerrar los ojos, no después de mentirle nuevamente a Volker. Sentía rabia conmigo misma.La piel me hormigueaba al ver como su forma de mirarme cambió desde aquella noche. Me detallaba cada segundo, sus ojos parecían estudiar lo que mi mente ocultaba y me di cuenta de que la cuerda que estábamos estirando Mario y yo se iba a romper en cualquier momento y mi hermano se enteraría de todo.—Quiero conocer a ese novio tuyo.Separé los labios y lo miré.—¿Por qué?Se me paró el bocado de comida que me había llevado a
LeynaMe estaba muriendo por cómo estaba siendo descubierta por mi hermano. Ahora sí que ninguna mentira me salvaría de esta y claro está que hoy era el día que él se enteraría de todo y no quería que fuera así, no en este momento que Mario estaba a kilómetros y kilómetros de distancia.—Volker, yo...— y el timbre de mi casa sonó. Este fue abrir mientras aún me latía fuerte el corazón contra el pecho.—¿Y tú eres? — escuché como Volker preguntaba. Me acerqué para ver de quien se trataba y era un chico de unos veinte años, alto y con la mirada más verde que jamás antes había visto.—Hola, cariño.— Me saludó y este se acercó a mí, dándome un beso en la mejilla—. Soy, Jack, el novio fantasma de Leyna.
MarioEstos últimos días fueron transcurriendo lentamente, como si los días fueran meses, y es que esperar la llegada de Leyna fue como esperar a que la luna bajase y se pudiese tocar con los dedos.Pero también aproveché y pude hacer muchas cosas y una de ellas fue pasar más tiempo con Lili. La cual tenía días buenos y días no tan buenos. Hay momentos que piensa que Abel murió en aquel accidente que causó ella y cuando este se presentaba para verla, se ponía histérica y gritaba como si viese a un fantasma. No sé, pero creo que el sentimiento de culpabilidad es mucho peor que la misma muerte. En cambio, conmigo era todo distinto. Se alegraba de mi presencia y yo me moría al verla tan medicada, y cambiada.—¿Nervioso? — mi madre se acerca mientras esperaba la hora de ir a recoger a Leyna y mi amigo.—No te voy a
Leyna¿Cómo le explico que después de ese encuentro fortuito apenas puedo caminar sin que me duela? Y, sobre todo, ¿cómo finjo que todo va bien cuando me arde mi interior? Roja salí de esa habitación donde no solo Mario me hizo el amor, sino que le expliqué todo lo que tenía que haberle explicado en su día y no hubiera corrido el riesgo de cagarla con mi hermano nuevamente.—¿Estás bien, hija? — preguntó la madre de Mario al verme salir al jardín. Mario alzó su mirada hacia mí que hablaba con Volker y su padrastro y yo me puse aún más roja de lo que ya estaba.Mojé los labios y contesté—. Sí— finjo una sonrisa, todos dejaron de mirarme a excepción de él. El culpable de mi timidez y dolor.—¿Quiere que la ayude en algo? — pregunté a
LeynaSin él en mi vida es como una vida sin sol, un día sin luz y una noche sin luna.Volker, incrédulo por la imagen que tenía ante él, dejó de mirarme y miró a su amigo, el cual había bajado la mirada por respeto, supongo, de alguna manera, Mario sentía que era lo mejor que podía hacer en ese momento no tan esperado. Supuse que después de todo, Mario y yo le diríamos la verdad sin que nos pillara infraganti, pero a nosotros nadie nos dijo que, se iba a presentar a las seis de la mañana en el lugar donde estábamos.—¿Tú y mi hermana? — le susurró a Mario y parecía que estaba agonizando, Volker lo miró con rabia, con un brillo que supuse que era las lágrimas que contenía por sentirse engañado.—Volker, hablemos. Todo tiene una explicación— Mario se puso r&
Leyna—¿La última voluntad de mi padre?, ¿de qué estás hablando Volker? — vociferé como si mi vida dependiera de su respuesta. Me temblaron las manos, Volker no respondió y volví a preguntar, pero esta vez a Mario—. ¿Qué es lo que sabes, por favor dímelo? — le supliqué con la mirada y este presionó los labios. Pasó sus manos sobre mis mejillas y retiró las lágrimas que caían sin cesar de mis ojos.—Es algo complicado y surrealista, difícil de entender y parece de cuento, pero es real, mi vida.—Pues dímelo— sollocé mientras seguía suplicando.—Te lo diré, pero no aquí. — Volker dio unos pasos hacia delante y me separó de Mario—. Recoge tus cosas.Mario asintió e hice lo que mi hermano me dijo. Pese a