Mario
Me encantaba lo que era capaz de ser cuando se trataba de Leyna. En quien me convierto con tan solo pensar en ella y solo quiero tenerla conmigo. Que el tiempo vuelva hacia atrás y no desperdiciar ni un solo día de todos los días que pasó en mi casa. Lo único que me arrepiento ahora mismo es de no haberme dado cuenta antes de que mi mundo no es igual desde que entro en él con otro propósito.
—Aquí está el que esperaba— la tal Lorena se acerca a mí y me da dos besos. Descaradamente, me mira sin cortarse ni un pelo. Después felicita a Volker y Leyna me observa con los brazos cruzados.
Intento destensar el momento y tomar asiento cerca de Leyna. En medio de ella y Macarena, pero se me es imposible, ya que la otra le pide a su amiga que le deje ese sitio a ella.
—Te juro que la mato— Leyna me susurra en el oído al ver que su herma
LeynaEl ser humano tiene la capacidad de meterse en problemas de una manera imaginable. A veces llegamos a entrar en una serie de líos que, si lo pensamos bien, jamás entraríamos así sin más.Tenía la necesidad de gritarle a esa mujer que no necesito que nadie me cuide, que me mirase y se diera cuenta de que soy igual o más mujer que ella, pero me callé, tragué esa bola que subía y bajaba por mi garganta y lo hice con un solo fin, seguir disfrutando lo que acababa de empezar con el hombre que tanto amo.—Fue increíble, muchas gracias a todos— Volker se despide de sus invitadas, ya que ellas dos quedaron en pasar la tarde en el centro comercial, mientras tanto, me metí en el auto junto a Amelia.Ella sostuvo mi mano y la miré como si fuera a echarme a llorar por la tensión y la rabia que pasé hace rato atrás.
LeynaParecía que caminaba sobre el abismo, aquella noche me perdí en un mar de pensamientos y recuerdos que no me llevaron a desconectar ni un solo segundo. Estuve pensando en mis padres, en qué dirían si ellos estuvieran aquí y yo les pudiera contar sobre mis sentimientos, mamá, seguro que lo entendería, y bueno papá era igual o más que Volker, muy protector pero seguro que lo aceptaría con el paso del tiempo. Él haría lo que fuese por mi felicidad y Mario era la parte fundamental de esta.La noche transcurrió, el día llegó y yo llegué a casa con el corazón en la mano. Decidida a decirle la verdad a Volker por muy que esto fuese una locura.Al entrar y ver que Macarena estaba sentada en el sofá de mi casa con un humeante café en la mano, la idea que tenía desde un principio desapareció.&mdas
MarioNo quería dejar que nadie entrará en lo que estaba viviendo con Leyna. Lo que creamos ella y yo fue algo tan intenso y bonito que sé que el día que permita la entrada de otros, esa magia empezará a desaparecer y eso era lo que más me preocupaba. Yo sé que dejar y desaparecer sería como aceptar que la muerte se llevara mi alma cuando aún no me tocaba morir. No era justo que lo que sentíamos tenía que molestar a alguien más y en este caso a su hermano porque mi familia sabía perfectamente que amaba a la hermana de mi amigo y todos me apoyaban, en cambio, ella no tenía ese apoyo de su única familia.Estaba preciosa, es hermosa y hoy más que nunca brillaba sobre su sombra. Se veía feliz y radiante con ese vestido tan femenino, tan perfecto para ella. Y si os soy sincero, sentía celos, esos que te presionan el pecho y que ara&n
LeynaSu respiración está tan cerca de mí que cualquier duda que tenía antes de entrar a esta habitación de hotel desapareció, rodeada de unas increíbles vistas y como él me acerca lentamente con sus manos, y no quería confesarle lo que me estaba haciendo sentir. Sabía la respuesta de este deseo que tanto llevamos guardando y esperando a sacarlo fuera. Abrí mis ojos y los cerré despacio cuando su piel me acarició con las yemas de sus dedos. Sus labios me arroparon entre besos y mi corazón se detuvo. Abrí nuevamente los ojos y lo encontré mirándome como nunca, aproveché entre el silencio de nuestras palabras y sonreí, me sentí plena y nerviosa, porque hoy era el día que tanto esperé. ¿Y saben qué?, no quiero que esto dure solo unos minutos. No quería, necesitaba más.Descalz
MarioMe acerco lentamente con mi mano y rozo su precioso y delicado cuerpo, no necesitábamos más que ese silencio que teníamos mientras le decía todo con la mirada. Me cuelo entre sus labios y durante minutos recuerdo entre besos lo que había pasado hace un rato.—Prométeme algo— dijo.—Lo que sea.—Prométeme que siempre me buscarás a pesar de lo que pueda a llegar a pasar entre nosotros.—¿Por qué dices eso?—Solo prométemelo, Mario.—Te lo prometo— prometí a centímetros de su boca.Pensé que me iba a enojar conmigo mismo después de hacerle el amor, después de esperar tantos meses, llegó el día que no pude más.Sonrío y me mordió el labio, eso me estremeció las entrañas.—¿Cree
LeynaEsta noche la luna brilló más que nunca, mis ojos lo hicieron como nunca antes lo habían hecho y solo sonreía con el alma, porque como dije antes, después de aquel acto tan íntimo, tan nuestro, tan lleno de amor, había dejado de ser aquella niña de diecisiete años y me hice mujer, él me hizo mujer, era otra persona que no le importaba dar más de lo que ya no tenía. Y solo sé que lo busqué a oscuras y él me mostró un mundo de luz.Y entonces todo en mí se paralizó al sentir aquellas manos, en medio de la noche y en mi habitación, esos labios que me despertaron suavemente para no gritar y que identifiqué de inmediato. Ese olor que me hizo viajar a lo ocurrido hace horas atrás.—Pero ¿qué haces aquí?, son las cinco de la madrugada— él me indicó que baj
MarioLa vida no es la que se encarga de destruirte, simplemente ella te da esas armas para que lo hagas tú solito, el mundo es así, y nosotros somos como el mundo.—Nos vemos en dos días, y como siempre no le digas nada a mamá. Que sea una sorpresa.Me despedí de Abel y este se marchó de mi despacho. Su jet lo esperaba y a mí una reunión bastante productiva. Porque después de tanto mi organización dará un salto más y se establecerá en toda Europa.—Aparte de esos miles de dólares que nos llegan a diario. Su inversión es mucho más considerable de lo que llegamos a reunir en dos semanas— dijo el director mientras comíamos en un restaurante.—Yo no espero mucho de nadie, Jorge. El día que decidí tirarme en esto, lo hizo sabiendo que podía permitírmelo. Hoy en d&iacu
MarioAlguna vez os ha sucedido que os habéis quedado sin aire, que os asfixiabais con vuestra propia saliva y no saber que salida o vía de escape coger. Yo no podía con esto, no era capaz de pedir a la mujer que amo que no hiciera, o cumpliera con la voluntad de su padre, de luchar contra un país entero. Era imposible y muy real. Tan real que siempre supe que Volker y su hermana venían de familias con grandes títulos y, sin embargo, su padre decidió ser un simple abogado y solo aceptó el título que le dejó su padre un año atrás al accidente que acabó con su vida y la de su esposa.—¿Estás... estáis locos? — susurré sacando el último aliento que tenía guardado en la garganta.—Si por mí fuera, Leyna nunca se enteraría y hasta ahora lo guardamos muy bien y bajo llave, tal y como mis p