Salir de la mansión Lennox le resultó a Samantha más traumático de lo que esperaba. A pesar de estar dentro de un auto que parecía blindado y acompañada por dos enormes y mal encarados guardaespaldas, además de Robert, que tenía una apariencia tan amenazante como la de los escoltas, se sentía nerviosa.Primero, por la posibilidad de que los Harkes estuviesen escondidos en los alrededores, esperando un descuido de ellos para atacar. Y segundo, por el propio Robert Lennox.Luego de lo hablado con su amiga Jenny esa mañana se mantenía en alerta. El León la tenía a su lado solo por una negociación, que podía cambiar de un momento a otro, y más, si la había realizado con su padre, que era el hombre más mentiroso del planeta.En cualquier momento era capaz de lanzarla a las hienas si veía que no le servía para sus fines. Si fue capaz de abandonar a su esposa y a su hija luego de siete años de convivencia, con ella no tendría piedad. No podía confiarse.Él se mantenía en silencio, ocupado co
La cocina era un lugar amplio y moderno, muy bien equipado e iluminado. Samantha pudo ver a un chef principal dirigiendo a cinco ayudantes, quienes organizaban la cocina para comenzar las preparaciones del día.Con el chef se encontraba un hombre de estatura media, hombros anchos y cabellos rojizos, que hablaba con él dando la espalda a la puerta. Por eso, cuando Robert entró con la mujer, él no se percató. Fue el chef quien le advirtió poniéndose algo nervioso.Al girarse el pelirrojo miró con sorpresa al León. Su rostro pecoso, remarcado por una barba de una semana, se estiró por completo.—¡Lennox! —exclamó con voz grave y algo femenina—. ¿A qué se debe tu visita? —preguntó repasando con interés a Samantha de pies a cabeza—. ¿Y esta belleza? —exigió con gran curiosidad.—Mi esposa.La noticia hizo que los ojos del hombre, que poseían un tono ámbar cristalino, se ampliaran en su máxima extensión.—¡¿Tu esposa?! —Él volvió a repasar a Samantha con atención, sin poder creerse lo que l
Samantha logró liberarse del compromiso social al que su padre Edmund Muller quiso obligarla a asistir gracias a su bien fingido dolor de cabeza.Esa noche se realizaba una cena benéfica profondos para un hospital infantil y ella no entendía cómo los organizadores de esos eventos seguían invitando a su padre.Edmund asistía a esas fiestas y anunciaba millonarias donaciones, pero nunca llegaba a dar curso a los pagos. Al menos, ya sabía de quien había heredado el talento para la mentira. Él era su mejor ejemplo e inspiración.Esperó a que el hombre se marchara con su novia y la hija de esta y salió de su habitación rumbo a la cocina. Tenía hambre y quería ir por un bocadillo.No encendió las luces, se movía bien a través de las sombras. Los grandes ventanales de la mansión Muller permitían el paso de la claridad de la luna que resultaba suficiente para ubicarse.Al llegar al vestíbulo escuchó unos ruidos provenientes de uno de los salones. Se inquietó porque pensó que estaría sola dent
Cuando Edmund llegó a la mansión luego del evento social, descubrió que Samantha lo esperaba hecha un mar de lágrimas.—¿Qué sucedió? —preguntó severo.Claire, a su lado, la observó con soberbia. Nunca le gustó que Samantha estuviera en esa casa ni compartiera con su hija por sus orígenes maternos humildes.—Fernand me traicionó con otra mujer.Edmund se irguió, incómodo, y Claire arqueó las cejas con asombro.—¿Cómo lo sabes?—Porque lo encontré teniendo sexo en el salón con ella y me confesó que está embarazada.Ambos se impactaron, pero Claire, además, se angustió y corrió a las escaleras para ir a la habitación de su hija. Sospechaba que Elaine estaba involucrada en aquel hecho.—No sé lo que habrá sucedido, pero te prohíbo decir algo fuera del entorno familiar.Samantha se impactó por sus palabras. ¿Acaso su padre ya sabía sobre la traición de su prometido y su futura hermanastra?—Fernand me engaña desde hace tiempo. Para que su amante esté embarazada deben estar juntos desde ha
Samantha se ocultó en la habitación de su hermano para pasar allí la noche y en la mañana buscar otro sitio dónde quedarse. No quería tener problemas con Silvia, su madre.—¿Irás con Jenny? —preguntó el chico en referencia a la mejor amiga de su hermana.—No puedo, le causaría problemas. A su abuelo no le gusta que ella lleve visitas a su casa.—¿Entonces?—No sé. Buscaré dinero para alquilar alguna habitación.—Puedo hablar con el Topo para que te haga un préstamo.—¡No! —dijo con firmeza, aunque con voz baja para que no la escuchara ni su madre ni el novio de esta, quienes debían estar durmiendo a dos habitaciones de distancia—. No quiero deberle nada a ese delincuente y te he pedido muchas veces que te alejes de él.—Es mi mejor amigo —respondió el chico ceñudo.—Es un vendedor de drogas. Aunque haya sido tu mejor amigo en la primaria, ahora no es el mismo. Te meterás en problemas por su culpa.El joven comprimió el rostro en una mueca de desagrado, pero no pudieron continuar porqu
Esa misma tarde, Edmund recibió una visita. Samantha y él aún no habían terminado de hablar sobre la dura sentencia que le imponían cuando apareció en la casa Robert Lennox, «el León».Robert era uno de los socios más importantes del hombre y a quien apodaban de esa manera por el símbolo que poseía el logo de su empresa: el rostro de un león de mirada salvaje y despiadada.Samantha enseguida se llevó una mano al rostro para secar sus lágrimas y se puso de pie cuando su padre lo hizo.Un hombre alto, vestido de manera elegante con un traje blanco sin corbata, entró en la sala. Sus cabellos castaños claros refulgieron como el oro al pasar junto a los rayos del sol que entraban por la ventana, cegándola por un momento.Al estar junto a ellos, pudo apreciarlo mejor. Tenía hombros anchos y cuerpo ejercitado, su piel estaba bronceada y su rostro era anguloso, con una barba de tres días marcando su mandíbula.Sus cabellos formaban rizos suaves en la parte superior, que caían sobre su frente
Una semana después, Robert Lennox regresó de Texas. Edmund ya tenía todo preparado para realizar la boda, sería un matrimonio civil que se llevaría a cabo en su mansión.En la prensa se había anunciado el evento en medio de un escándalo, donde Samantha había sido la más perjudicada. Al inicio dijeron que ella había engañado a Fernand Wesley con el León, por eso Fernand rompió el compromiso y se refugió en la casa que su familia tenía en el lujoso barrio de Leschi.Las Combs lo cuidaron por estar solo, ya que todos los Wesley se encontraban en Europa. Gracias a ese compartir él se había enamorado de Elaine Combs, anunciando desde ya un pronto matrimonio.Pero ellos estaban furiosos debido a que ningún medio de comunicación se interesaba en su romántica y resiliente historia. Todos estaban enfocados en el León y en la mujer que había sido capaz de atraer la atención de aquel silencioso y misterioso hombre de negocios.Robert Lennox tenía una historia oscura y desconocida que se debatía
La boda fue un momento de gran tensión. El funcionario que leía el acta de matrimonio se equivocaba a cada tanto, los nervios le producían carraspera.Samantha estaba tan inquieta que no atendía para nada su alocución, lo que hacía era repasar con ansiedad lo que sucedía esperando que en cualquier momento se produjese una pelea, o un estallido que acabara con aquel decadente espectáculo.Observaba con disimulo a Robert, quien estaba parado a su lado. Buscaba conocerlo al analizar sus reacciones, pero él se mantenía imperturbable. Paseaba su mirada severa y desconfiada entre los invitados como si vigilara los movimientos de cada uno.Edmund se encontraba al otro lado de ella, inmóvil, como un carcelero. Dispuesto a retenerla con violencia si se le ocurría escapar. Junto a él estaban las Combs, cuchucheando por lo bajo y dirigiendo miradas críticas hacia Samantha, y Fernand Wesley, que no paraba de sonreír con burla como si supiese que pronto ocurriría algo bochornoso que rompería la ten