Samantha no supo qué responder. Los miedos que la abrumaban más la insistencia de Robert la volvían insegura.—Puedo controlar a los Harkes, me he enfrentado a tipos peores que ellos. —Ella lo miró de nuevo, asombrada por sus confesiones—. En el centro tengo un negocio que perteneció a mi madre, un bar que conservo más por motivos sentimentales que económicos. No suelo prestarle mucha atención porque mi empresa consume todo mi tiempo, si lo deseas, puedo entregártelo para que lo administres y así tengas una distracción. Eres administradora, ¿cierto?Ella asintió con la cabeza, impactada por su oferta y con la ansiedad corriendo por sus venas.—Te daré ese bar, adminístralo como lo consideres prudente, solo te pido que no lo lleves a la quiebra. Tiene más de cuarenta años funcionando, allí se conocieron mis padres e iniciaron su romance.La mujer arqueó las cejas, sintiendo una gran curiosidad por todo lo que él le contaba. Quería conocerlo a profundidad, su pasado y su presente, y tod
Al terminar la cena, Samantha se disculpó con Robert y subió a su habitación. Él siguió revisando los documentos que antes había estado leyendo.Al estar sola, comenzó a caminar con nerviosismo de un lado a otro. La conversación que había tenido con el hombre la dejó inquieta.Él le había ofrecido todo lo que ella necesitaba para llevar a cabo su venganza y obtener los recursos para alejarse de allí, pero a la vez, quería encadenarla a su lado.Si quedaba embarazada del León no iba a poder marcharse. Ese hombre no se lo permitiría.Pero seguir viviendo en esa ciudad resultaba un peligro para ella. Fernand y las Combs continuaría con sus burlas, cada vez que se encontrara con ellos la molestarían. Su padre no dejaría jamás de acosarla, buscaría alguna manera de llegar a ella a través de su sicario Johan.Y los Harkes nunca desistirían de intentar lastimarla. Mucho menos, si ella lograba ubicar a su hermano y enviarlo lejos. Ellos necesitaban un culpable a quien cobrarle la muerte de Co
Robert Lennox no se quedó a pasar la noche con Samantha. Luego de haber tenido sexo con ella, salió de su interior y se recostó a su lado unos pocos minutos.Una vez que recuperó la coordinación de sus acciones, se levantó y comenzó a vestirse.Ella lo observó en silencio. Se degustó con la imagen de su hermoso y perfecto cuerpo desnudo antes de que él lo tapara con sus ropas.El collar con el anillo colgaba de su cuello haciéndose visible, como si fuese un recordatorio: él jamás iba a pertenecerle. Nunca dejaría de pertenecer a otra, aunque ella ya no estuviera.—Mañana saldré muy temprano a reunirme con un cliente —informó Robert sin verla a la cara—. No sé si me dará tiempo de venir a almorzar, pero en la tarde estaré aquí para llevarte al bar del que te hablé.Samantha no le respondió. El nudo que tenía atado en su garganta se lo impedía. Si abría la boca, de ella podían salir alaridos de dolor.Una vez que estuvo listo, él se giró hacia ella. Se notaba cansado y abatido, como si
Salir de la mansión Lennox le resultó a Samantha más traumático de lo que esperaba. A pesar de estar dentro de un auto que parecía blindado y acompañada por dos enormes y mal encarados guardaespaldas, además de Robert, que tenía una apariencia tan amenazante como la de los escoltas, se sentía nerviosa.Primero, por la posibilidad de que los Harkes estuviesen escondidos en los alrededores, esperando un descuido de ellos para atacar. Y segundo, por el propio Robert Lennox.Luego de lo hablado con su amiga Jenny esa mañana se mantenía en alerta. El León la tenía a su lado solo por una negociación, que podía cambiar de un momento a otro, y más, si la había realizado con su padre, que era el hombre más mentiroso del planeta.En cualquier momento era capaz de lanzarla a las hienas si veía que no le servía para sus fines. Si fue capaz de abandonar a su esposa y a su hija luego de siete años de convivencia, con ella no tendría piedad. No podía confiarse.Él se mantenía en silencio, ocupado co
La cocina era un lugar amplio y moderno, muy bien equipado e iluminado. Samantha pudo ver a un chef principal dirigiendo a cinco ayudantes, quienes organizaban la cocina para comenzar las preparaciones del día.Con el chef se encontraba un hombre de estatura media, hombros anchos y cabellos rojizos, que hablaba con él dando la espalda a la puerta. Por eso, cuando Robert entró con la mujer, él no se percató. Fue el chef quien le advirtió poniéndose algo nervioso.Al girarse el pelirrojo miró con sorpresa al León. Su rostro pecoso, remarcado por una barba de una semana, se estiró por completo.—¡Lennox! —exclamó con voz grave y algo femenina—. ¿A qué se debe tu visita? —preguntó repasando con interés a Samantha de pies a cabeza—. ¿Y esta belleza? —exigió con gran curiosidad.—Mi esposa.La noticia hizo que los ojos del hombre, que poseían un tono ámbar cristalino, se ampliaran en su máxima extensión.—¡¿Tu esposa?! —Él volvió a repasar a Samantha con atención, sin poder creerse lo que l
Samantha logró liberarse del compromiso social al que su padre Edmund Muller quiso obligarla a asistir gracias a su bien fingido dolor de cabeza.Esa noche se realizaba una cena benéfica profondos para un hospital infantil y ella no entendía cómo los organizadores de esos eventos seguían invitando a su padre.Edmund asistía a esas fiestas y anunciaba millonarias donaciones, pero nunca llegaba a dar curso a los pagos. Al menos, ya sabía de quien había heredado el talento para la mentira. Él era su mejor ejemplo e inspiración.Esperó a que el hombre se marchara con su novia y la hija de esta y salió de su habitación rumbo a la cocina. Tenía hambre y quería ir por un bocadillo.No encendió las luces, se movía bien a través de las sombras. Los grandes ventanales de la mansión Muller permitían el paso de la claridad de la luna que resultaba suficiente para ubicarse.Al llegar al vestíbulo escuchó unos ruidos provenientes de uno de los salones. Se inquietó porque pensó que estaría sola dent
Cuando Edmund llegó a la mansión luego del evento social, descubrió que Samantha lo esperaba hecha un mar de lágrimas.—¿Qué sucedió? —preguntó severo.Claire, a su lado, la observó con soberbia. Nunca le gustó que Samantha estuviera en esa casa ni compartiera con su hija por sus orígenes maternos humildes.—Fernand me traicionó con otra mujer.Edmund se irguió, incómodo, y Claire arqueó las cejas con asombro.—¿Cómo lo sabes?—Porque lo encontré teniendo sexo en el salón con ella y me confesó que está embarazada.Ambos se impactaron, pero Claire, además, se angustió y corrió a las escaleras para ir a la habitación de su hija. Sospechaba que Elaine estaba involucrada en aquel hecho.—No sé lo que habrá sucedido, pero te prohíbo decir algo fuera del entorno familiar.Samantha se impactó por sus palabras. ¿Acaso su padre ya sabía sobre la traición de su prometido y su futura hermanastra?—Fernand me engaña desde hace tiempo. Para que su amante esté embarazada deben estar juntos desde ha
Samantha se ocultó en la habitación de su hermano para pasar allí la noche y en la mañana buscar otro sitio dónde quedarse. No quería tener problemas con Silvia, su madre.—¿Irás con Jenny? —preguntó el chico en referencia a la mejor amiga de su hermana.—No puedo, le causaría problemas. A su abuelo no le gusta que ella lleve visitas a su casa.—¿Entonces?—No sé. Buscaré dinero para alquilar alguna habitación.—Puedo hablar con el Topo para que te haga un préstamo.—¡No! —dijo con firmeza, aunque con voz baja para que no la escuchara ni su madre ni el novio de esta, quienes debían estar durmiendo a dos habitaciones de distancia—. No quiero deberle nada a ese delincuente y te he pedido muchas veces que te alejes de él.—Es mi mejor amigo —respondió el chico ceñudo.—Es un vendedor de drogas. Aunque haya sido tu mejor amigo en la primaria, ahora no es el mismo. Te meterás en problemas por su culpa.El joven comprimió el rostro en una mueca de desagrado, pero no pudieron continuar porqu