—¡Vaya desastre! —le dijo Jacob por teléfono a Isabella.Hablaba de lo que había visto en los noticiarios y de cómo el caso se había vuelto tan mediático a raíz de los últimos acontecimientos. Al parecer, alguien del hospital había filtrado la información, porque la policía seguía sin dar declaración alguna. —Es una pesadilla. —Quisiera estar ahí contigo.—¡No! —exclamó Isabella, sentada sobre el inodoro esperando el resultado del test de embarazo—. Eso no sería prudente, hay periodistas vigilando mi casa. Será mejor si no nos vemos en un tiempo.Ella oyó un suspiro apesadumbrado y se le encogió el corazón. —Bien, si crees que eso es lo mejor, esperaré. Aunque te lo advierto, no soy muy paciente, algo se me ocurrirá.—¿A qué te refieres?—Nada, hablamos luego.Ella no tenía ganas de hablar con él, se moriría de la vergüenza si debía decirle que estaba embarazada. Una adulta responsable como ella, experta en calcular riesgos y no era capaz de controlar su propia sexualidad. ¡Un desas
Luego de que el oficial apostado fuera de la habitación de Oliver la autorizara, Isabella entró a visitarlo. Acercó una silla y, sentada donde terminaba la camilla, miró al que había sido su esposo por casi quince años y a quien había resultado no conocer en lo absoluto.Se lo habían cambiado en el camino o había estado ciega desde el inicio. —No me mires así —exigió él, que prefería mirar hacia el techo.Era la vergüenza la que no lo dejaba verla a los ojos. Del imponente y orgulloso Oliver Crown no quedaba mucho, esas balas habían sido el tiro de gracia. —¿Cómo debería mirarte después de lo que hiciste? Ni siquiera debería estar aquí, pero necesito explicaciones, me las debes. ¿Sabes dónde está la niña?—Isabella, por Dios.—¡Responde!—¡No! ¡No lo sé!—¡¿Cómo pudiste lastimar a July?!—¡Yo no lo hice! ¡Jamás haría algo así! ¡¿Acaso no me conoces?!Isabella negó. —Nunca mataría a alguien, Isabella. Tengo principios, valores y me mareo cuando veo sangre.—Ella te extorsionaba. Él
—¿Podemos demandarlos por crueldad y tratos degradantes? —Oliver tenía toda la intención de hacer pagar a la policía por su detención en el hospital.Lu había aparecido y había confirmado su coartada, eliminando toda sospecha de su participación directa en la muerte de July. —Interpondremos una querella, tú tranquilo. No esperes menos de una jugosa indemnización —aseguró su abogado.—¿Y tú dónde estabas? ¿Por qué tardaste tanto?Lu se le acercó, apenada. —Tuve que viajar por trámites de la herencia. Ya falta cada vez menos.—Una buena noticia para variar —dijo con fastidio.No llevaba ni cuatro días de reposo y ya estaba harto. Incapacitado de moverse se sentía impotente ante todo lo que ocurría. Su reputación y honra estaban por los suelos, si ya le era difícil conseguir inversionistas ahora sería imposible. Un cambio de aires, eso necesitaba, hasta que todo se calmara y el escándalo se olvidara.—He pensado que cuando recibas la herencia podríamos irnos de viaje. Una temporada fuer
Un sábado más sin Matilde, Isabella llevaba la cuenta de los días y hasta de los minutos de su ausencia. La esperanza crecía a la espera de que regresara en cualquier momento y el dolor que la consumía se acabara por fin, y despertara de la pesadilla en que se había convertido su vida. Mary no estaba, Jacob seguía dormido y ella deambulaba por la casa como un fantasma. Si tan solo no hubiera recibido esa llamada de Tobar...Sentada en la salita de estar luego del comedor, donde acostumbraba tomar café mirando por el ventanal hacia el jardín, estaba segura de que el tiempo se había detenido. Era más lenta su respiración y hasta sus latidos. Ni hablar de sus pensamientos, pero no importaba, así todo dolía menos.Un beso en el cuello la hizo encogerse, incómoda con el saludo de buenos días de Jacob.—¿Todo bien? —se sentó frente a ella y obtuvo su respuesta.Se llevó la mano al cuello inmediatamente al ver que Isabella había llorado. No llevaba su parche.—Isabella, yo...—Hasta tu voz
Dormirse con dolor de cabeza y despertarse igual era como no haber descansado, así bajó Isabella las escaleras y casi se cayó al llegar a la sala. Un huracán había pasado y arrasado con todo, ni los sillones estaban en su lugar.Oyó ruido en la cocina y fue hacia allá.—¡¿Qué haces tú aquí, Jacob?!—Limpio.Él dejó la pala y la escoba que cargaba y volteó a verla. Tenía el labio partido y un ojo morado.Isabella retrocedió.—¿Dónde está Vladimir? ¡¿Qué pasó?!—Lo que iba a pasar tarde o temprano, Isabella, nos peleamos por ti. ¿Adivina quién ganó?Horror, eso sintió ella. Las vibras que le transmitía Jacob, con la camiseta toda salpicada de sangre, elevaron sus alertas a nivel nuclear. Ya no era el tipo divertido y seductor, este Jacob no la entretenía ni la calentaba en lo absoluto, sino todo lo contrario.—¡¿Enloqueciste?!—¡Sí! ¡Y que se alegre ese infeliz de que sigue vivo!—¡Basta! Entre tú y yo no hay nada, no tienes derecho de hacer algo así. Qué manera de equivocarme contigo, r
Encerrada en su casa, así estaba Isabella. "¿Con qué pobre ignorante crees que estás tratando, cerdo asqueroso? Si quieres que me vaya de MI casa, tráeme una orden de desalojo. Hasta entonces, ni se te ocurra aparecer frente a mí o te denunciaré por acoso". Dicho aquello, Vladimir se fue con el rabo entre las patas. Y ahora temía verlo aparecer en cualquier momento con la dichosa orden. Qué situación tan angustiante era en la que estaba, ya sin el control de nada, acorralada. Y todo por culpa de Oliver, ojalá y el infeliz no volviera a tener una erección decente en toda su vida. Ya había hablado con George, que intentaría interponer un recurso de protección a la vez que acusaban a Vladimir de extorsión. Llamó a Tom.—Quiero que investigues a alguien más, lo de Erick Johnson no nos ha llevado a nada. Se trata de Vladimir Hertz.—¿Qué te hace sospechar que pudo hacerle algo a tu hija?—Nada, no está relacionado con Matilde. Quiero que busques cualquier cosa para hundirlo, denuncias p
—Mary tenía razón, alguien me hizo mal de ojo o alguna brujería por el estilo, no tengo otra explicación.En el bar del hostal Swizz, Isabella bebía un vaso de whisky. La ropa que llevaba puesta y el contenido de su bolso eran las únicas pertenencias que tenía, todo lo demás se había quedado dentro de la casa."Él podrá ser el nuevo dueño de la casa, pero no de lo que está en su interior, así que no te preocupes, tus cosas están a salvo, la ley las protege", le había dicho George.Isabella confiaba cada vez menos en la ley, el mundo jamás había sido tan injusto para ella como lo era ahora, que literalmente lo había perdido todo.—Toma lo que necesites, todo lo que tengo está a tu disposición. —Jacob ya se había dado su baño y tomado sus analgésicos. Apenas se mantenía en pie—. Me gustaría acompañarte... eres bienvenida en mi cama si gustas.—Descansa, Jacob.Ella siguió bebiendo, pensando en sus aciertos y errores, en el camino que con tanta confianza había transitado y que la había ll
Por la mañana, la habitación seguía a oscuras, las gruesas cortinas se encargaban de dar un ambiente de noche eterna, porque era ese el momento en que los secretos encontraban la puerta abierta y salían a dar paseos. Había cosas tan indebidas y reprobables que sólo podían hacerse de noche, porque ni siquiera quienes las ejecutaban deseaban mirarse haciéndolas. Y al amanecer, los secretos volvían a su escondite y la puerta se cerraba, los hombres seguían siendo intachables caballeros y las mujeres honradas damas. Había unas cuerdas junto a la cama y una fusta también. Lencería desgarrada, preservativos usados, evidencias de una noche agitada. La cama no estaba vacía, él venía recién despertando; ella seguía esposada al respaldo de la cama. Tenía los brazos entumecidos, eso era lo mínimo que se merecía por haber sido una niña mala. —¿Ya se terminó el juego? No siento las manos.—Esto está recién empezando. Y nadie te dio permiso para hablar, yo te avisaré cuándo y para qué usar la boca