Verdades.

Alberto.

Al despertarme, lo primero que veo es a Samanta sentada en el sofá.

—Buenos días hermosa. —Digo mirándola fijamente. Ella sonríe e inmediato se acerca a mí, atrapó sus labios en un beso tierno.

—¿Que haces tan temprano? —Pregunto.

—Tan ¿Qué? Es casi medio día. —Me responde sonriente.

—No es posible. —Digo al mismo tiempo que veo la hora en el reloj. Efectivamente son las once y cuarenta y cinco. —No me sorprende despertarme a esta, con todo lo que hicimos anoche. —Le digo mordiendo suavemente su oreja. Ella gime en voz baja y eso me vuelve loco, la tomo en un beso salvaje y apasionado.

—Te amo. —Me dice entre el beso y no puedo evitar sonreír. —Pero, no vamos hacer nada hasta dentro de tres día. —Termina de decir y se separa de mí.

Sonrió porque no puedo cuestionarla, anoche fue bastante candente, y se que debe estar adolorida. Ella camina al baño y al observarla lo confirmo. Se le dificulta caminar un poco, de manera rápido me bajo de la cama y la llevo e
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