—Ven aquí, hombre, eso nos pasa a todos — un hombre me ayudó a levantar y me brindó una copa—. Toma, y bebe suave, porque entre más fuerza hagas, más te va a doler.
No comprendí sus palabras, pero sí recibí el trago para bajar el dolor y la ansiedad que se había implantado en mi garganta. Por poco vómito lo que ese hombre me dio, pues ese trago estuvo más fuerte y amargo, nada comparado al sabor dulce de la cerveza que estábamos bebiendo antes.
—¿Estás bien? — me preguntó Amelia aun con el leve rastro del sonrojo en sus mejillas.
—Sí, estoy bien.
—Que bueno...
—¿Quieren venir con nosotros al bar, chicos? — nos preguntó el mismo hombre, tomando la mano de una mujer—. Vamos a celebrar otro poco.
—No lo sé, ¿tú qué dices? — pedí su opinión.
—Vamos, aún no podemos irnos de igual forma. Supongo que tendremos que pasar la noche aquí.
—¡Muy bien!
Nos fuimos con el grupo de amigos de aquel hombre a seguir festejando el inicio del año nuevo. Bailamos y bebimos hasta que la conciencia dijo basta. Por mi parte, no podía más, estaba a punto de perderme en el mar de los sueños. Nunca me había sentido tan libre en la vida, por eso bebí sin ningún tipo de control. Amelia estaba más cuerda que yo, pero no tan bien para hacer lo correcto.
—Creo que deberíamos ir a descansar, no puedo más.
—Yo tampoco — murmuré, dejando caer la cabeza sobre la mesa.
—Ven, yo te llevo a una habitación — Amelia me rodeó con su brazo y me arrastró con ella en medio de risas hasta la recepción.
Tan pronto nos asignaron nuestras habitaciones, subimos por el ascensor en dirección al mismo piso, pues nos dieron una junto a la otra.
—Gracias por todo lo de hoy, ha sido espectacular conocerte — me miró, y de nuevo mi mirada recayó en la suavidad de su boca—. Me he divertido muchísimo, espero que no perdamos contacto. Me gustaría que volviéramos a salir y divertirnos como ahora.
—¿Sabes una cosa?
—¿Qué cosa?
La aseguré entre mis brazos y me acerqué a ella, con la necesidad de sentir su calor y ese aroma dulce, pero amargo de su perfume.
—Que me muero por besarte de nuevo. ¿Está mal si lo hago?
—Mal sería no hacerlo, ¿o sí está mal...?
Arrebaté las palabras de su boca, perdiéndome en la fiereza y en la dulzura de sus labios. Enredamos nuestras lenguas en un juego lleno de humedad y desenfreno. Ella rodeó mi cuello con sus brazos y profundizó el beso tomándome del cabello y presionando mi boca aún más contra la suya mientras mis manos inexpertas y ambiciosas empezaron a explorar casa curva de su cuerpo.
Según las puertas del ascensor se abrieron, salimos y caminamos entre besos, jadeos, caricias y pasos torpes a alguna de las dos habitaciones que nos habían entregado en la recepción. El escalofrío recorrió todo mi cuerpo con anticipación. Mi hombría palpitaba deseoso de ser liberado como nunca antes.
—¿Está mal si lo hacemos? — tan pronto cerré la puerta de la habitación, la acorralé contra ella.
—No, no está mal... — gimió—. Lo malo es no aprovechar las oportunidades. No todos los días soy besada tan intensamente por un hombre tan atractivo y sexi como tú. ¡Soy libre y puedo meterme en la cama con quién sea!
Dejé besos por su cuello y mejilla al tiempo que acariciaba sus caderas y me frotaba contra ella. Nuestros jadeos subieron de intensidad con el pasar de los segundos, no podía apartarme de ella y, para ser sincero, ya no me quedaba voluntad tampoco para hacerlo.
—Acuéstate _ rompió nuestro beso, mordiendo su labio inferior muy seductoramente.
Me tiré en la cama de espaldas sin dejar de verla ni un solo segundo. Sus ojos son grises, tan grises como el cielo nublado. Su ardiente mirada me repasó sin descaro, soltando su cabello y dejándolo caer en ondas en parte de su rostro y su pecho. Seguidamente, se dio vuelta y me dio una mirada y una sonrisa de soslayo al mismo tiempo en el que bajaba el vestido blanco por sus hombros. Se me hizo estar observando a detalle la forma de un precioso ángel.
—Eres preciosa...
Deslizó el vestido por sus piernas, dejándome embobado por el diminuto traje que hacía lo más posible para cubrir las partes más íntimas de su perfecta y bien proporcionada anatomía. Luego se liberó de la parte de arriba, quedando su espalda libre para recibir todo tipo de atenciones.—No te la quites. Ven aquí — palmee la cama, experimentando dolor e incomodidad en mi pantalón—. Quiero quitar esa última prenda yo mismo.Se acercó tímida y coqueta hasta quedar frente a mí. Me incorporé en la cama y me di el gusto de palpar con mis manos y mis labios sus caderas, sus muslos, su vientre, la hermosa redondez y sensibilidad de sus senos. Entre más acariciaba esos puntos tan sensibles, más jadeaba sonoramente para mí. Y, es que, estaba tan fascinado con esos sonidos tan majestuosos que liberaba cada que retorcía entre mis dedos sus pezones, que no quería dejar de sentir esas corrientes que se extendían por todo mi cuerpo y se agudizaban en la punta de mi pene con fuerza. No sé cómo pude no
—Dios mío, ¿dónde estabas? ¿Y por qué vienes en ese estado tan deplorable? ¿Te sucedió algo malo? ¿Intentaron robarte? ¿Secuestrarte? ¿Matarte? ¡Dime algo, Harper! ¡No te quedes callado! — Colin me atacó tan pronto crucé la puerta de la casa.—Hoy estás más lora que de costumbre — masajee mis sienes, rogando para que Colin no siguiera gritando de esa manera tan exasperante—. Estoy bien, por si no te das cuenta.—Pero ¡tienes arañazos por aquí! — abrió mi camisa sin permiso, señalando con su dedo índice desde mi cuello hasta mi hombro—. ¿Qué te pasó? ¿Tuviste un accidente?—¡Que no, carajo! Como es de molesta tu voz. Deja de gritar en mis oidos que la cabeza me va a reventar.—Espera un momento...—¿Qué se supone que estás haciendo, Colin?Olfateó mi ropa y parte de mi cuello, para luego mirarme a los ojos y estrechar los suyos. Es gracioso verlo confundido y sorprendido por el estado en el que he llegado a casa, pero, a decir verdad, cuando me encontré solo en esa habitación de hotel,
AmeliaHe cometido error tras error desde que me mudé a Londres, pero no creí que una noche que pintaba horrible, triste y llena de traiciones fuera a convertirse en el mejor desliz que cualquier mujer puede tener en su vida. Si bien el sexo es algo natural entre dos personas que hacen conexión de momento, más cuando se está fuera de control y la razón ya no hace parte de los deseos de la carne. Pero que un hombre sea tan caballeroso, cariñoso y atento es algo muy difícil de encontrar en el ahora en el mundo. Por lo menos mi primera experiencia no fue nada desagradable; todo lo contrario, aún siento en el medio de mi corazón unas cosquillas bien ricas que se extienden por toda mi piel. Y contrario a lo que creí, no me arrepiento ni un segundo de haberme entregado a otro hombre que no fuese mi esposo.Mis padres no estuvieron de acuerdo que me marchara de casa una vez me enteré de la traición de Oliver con la que decía llamar su mejor amiga. Ahora que lo pienso, fueron cuatro años de u
Con el pasar de los días, el entusiasmo se ha ido por un barranco. No me han vuelto a llamar para asistir a alguna entrevista, y a las únicas dos que me llamaron para presentarme en las respectivas empresas, no me aceptaron por mi falta de experiencia. Aún cuento con algo de dinero y Emma no me ha puesto mayor problema por no poder ayudarla a pagar la renta, pero eso no le quita que me siento terrible y como una carga al tener que aprovecharme de mi mejor amiga. Una vez tenga empleo voy a recompensar toda su ayuda.Por otro lado, encontrar a «Mi Harper» así como lo ha determinado Emma, ha sido una odisea total. Han sido muchos perfiles los que hemos descartado, porque ninguno tiene ni un poco de parecido con él. Estoy empezando a dudar de que él sea amante de las redes sociales, pues a simple vista y por lo bien que recuerdo, es un hombre muy reservado y de pocas palabras. He empezado a perder las esperanzas, pero Emma no se da por vencida y cada tarde luego que llega de su trabajo, m
Llegué a la empresa exactamente a la hora que la señorita de la agencia me indicó por el teléfono el día anterior. Tengo muchos nervios, no voy negar, pues he pasado por infinidades de entrevistas y en todas he sido rechazada por mi nula experiencia. Lo que menos quiero es un rechazo más. Creo que todos merecemos la oportunidad, así gano experiencia y mayor conocimiento con el que contamos, pero muchas de estas personas prefieren ahorrar tiempo con alguien que en su parecer ya está preparado para asumir un rol.Mientras espero a ser llamada para que me tomen las muestras de sangre, un hombre aparentemente como de mi edad o un poco más mayor, se detuvo frente a mí.—Buenos días. Eres la chica que enviaron de la agencia de empleo, ¿verdad?—Sí señor — me puse rápidamente de pie.—¡Menos mal te encuentro! — sonrió grandemente—. ¿Ya te tomaron las muestras de sangre?—No, aún no.—Ven conmigo, por favor.—Sí señor.Lo seguí hasta donde una de las recepcionistas me habían atendido hace un
HarperLas últimos semanas han sido muy difíciles, sobre todo por el inicio de año y la nueva red que implementaremos a mediados del año. Queremos expandirnos, llegar a aquellos lugares donde no cuentan con internet o señal de calidad para entablar una comunicación. Pero antes de arriesgarnos con una red tan amplia y de óptima calidad, tenemos que hacer las pruebas de verificación. Hoy mismo tengo que una reunión con los técnicos y los especialistas para empezar lo más pronto posible con las pruebas iniciales de la nueva red y también tengo la llegada de la nueva secretaria. Necesito una lo más pronto posible, ya que he sido yo el que se va encargado de todo, y he estado a punto de volverme loco con tanto trabajo.Desde que comenzó el año todo me está cayendo en remesa, todo me molesta, por todo estoy irritado, cansado y malhumorado. No hay día que no viva en las nubes por culpa de una chiquilla de ojos bonitos y boquita dulce.—Tengo que salir ahora mismo, necesitan mi aval para empe
Amelia¿Cuántas posibilidades existen en esta vida que mi Harper y mi jefe puedan ser el mismo solo porque el tono de su voz es la misma? ¡Exactamente! Una en un millón. Quizás es pura paranoia lo que tengo ahora mismo lo que me hace pensar que esos dos Harper son realmente uno solo. Pero, vamos, que no puede ser cierto que ellos sean la misma persona. Que porque sus voces se parezcan no quiere decir que lo sean, ¿no?Me miré por milésima vez en el espejo, repitiéndome a mí misma que, con espejuelos o sin ellos, sigo siendo la misma Amelia. ¡Mi rostro no cambia si me los dejo puestos!—Descubriste América, tonta — me dije a mi propio reflejo, tratando de tragar ese manojo de nervios mal infundados que tenía atravesados en la garganta—. Lo que debes hacer es dejar de pensar estupideces y apurarte en ir con tu jefe.Antes de que pudiera salir del baño, el teléfono de mi escritorio sonó. Tropezando con mis propios pies, corrí a agarrar la llamada.—Buenas tardes.—Señorita... Mmm. ¿Cómo
Aún embriagada por la red que son sus besos, lo abracé por el cuello y lo pegué un poco más a mí, tirando de su cabello y dejando una leve mordida en sus labios. Su respuesta fue atacarme con mucha más ansiedad, con más pasión, mucha más fiereza y con más ganas con las que me besó cuando estaba pasado de tragos. Aunque me falta el aire en los pulmones, no quiero despegarme de su boca. Sus besos son muy intensos. Miento al decir que no me gustan, pues nunca antes Oliver me había besado de esta forma tan arrasadora.Los besos de Oliver caían en mi mejilla o en mis labios, me causaban cierto grado de ternura, pero ahora puedo entender a Emma cada que me comenta de esos besos en los que te entran unas enormes ganas de ir al baño y sacar esa presión, de aquellos que aprietas las piernas por la misma necesidad que sientes entre ellas, de aquellos en los que la humedad entre dos bocas unidas no es para nada desagradable, de aquellos besos en los que el corazón palpita sin cesar cada segundo