La traje al restaurante donde le pedí una oportunidad, al mismo que suelo venir con ella y mi familia a pasar ratos agradables. Nuestro reservado estaba decorado tal cual lo pedí, con rosas rojas, velas aromáticas con un aroma embriagante, pero suave y luces navideñas haciéndolo un decorado mucho más romántico e íntimo. Me recuerda mucho a aquella vez en el hotel, la decoración que había en ese salón donde ella cayó encima de mí y, bajo la bruma del alcohol, me atreví a probar la boca de una mujer que llenó todos mis sentidos con su belleza.—¡Oh! — exclamó, viendo de la decoración a mí con una sonrisa en los labios—. ¿Y todo esto?—Es para los dos — la ayudé a sentar y luego tomé lugar frente a ella—. ¿Te gusta?—Sí, me encanta — se mordió el labio—. ¿No crees que ya hemos vivido esta escena antes?—De hecho, cuando llegaste a mi mesa pidiendo sentarte conmigo — concordé ante el recuerdo.Hubo un silencio para nada incómodo, solo traje a la mente el sabor de sus besos y la forma prec
AmeliaLos meses se fueron pasando a la velocidad de un fuerte viento. Dejé de tener un vientre pequeño a tener uno enorme en un solo parpadeo, ni siquiera supe en qué momento se creció tanto. Pero el tamaño de mi barriga es lo que menos me importa, lo que lo hace hermoso y especial es tener en mente un conteo de días para por fin conocer a mi hijo. Muero de ganas por ver el color de sus ojos, el tono de su piel y si tendrá poco o abundante cabello. Tengo la ansiedad comiéndome por dentro, pues el no saber si es niña o niño todo lo hace más emocionante. Y, aunque no nos hemos decidido por los nombres, tenemos la esperanza que antes de su nacimiento ya hayamos encontrado el correcto.Con Harper nos hemos conocido más, nos hemos enamorado más cada día el uno del otro. Ese hombre es dulzura pura para mi alma, no me arrepiento ni un solo segundo de haberme entregado a él en todos los aspectos. Entre sus brazos mi mente queda en blanco y mi corazón se siente en calma. Me tiene enamorada, h
HarperEl destino nos lleva por caminos diferentes, llenos de tropiezos o llenos de lo que algunos consideran una ventaja. También, nos trae sorpresas inesperadas y otras no tanto en cada parada, pero siempre que algo bueno nos pasa, la marca de sus huellas son imborrables. Amelia llegó inesperadamente a mi vida como un ángel tierno y dulce, me hizo sentir que la vida y el disfrutar iba mucho más allá de una sola noche. Mi hijo llegó a cambiarlo todo, a llenarme los días más vacíos y oscuros de plena felicidad. La emoción y la dicha que siento por dentro me está quemando poco a poco.Tan pronto llegamos al hospital, entraron a Amelia y no nos permitieron el paso a nosotros. Luego de realizar el ingreso, me permitieron entrar únicamente a mí, aunque mis padres e incluso Colin querían estar presentes en el nacimiento del bebé. El parto estaba pactado para el 29 de septiembre, aún no entiendo por qué se adelantó dos semanas.—¿Cómo estás, mi amor? ¿Cómo te sientes? — le pregunté, acarici
—¿Hasta qué horas piensas trabajar hoy, Harper? — inquirió mi hermano, entrando a mi oficina como si de la suya se tratase.—No lo sé.—¿Cómo que no sabes? Si llego a casa sin ti, mamá va a matarme. Además, es año nuevo, no hay mayor trabajo que hacer hasta la semana que viene.—Tengo trabajo retrasado, así que voy a aprovechar estos días libres para ponerme al día — mentí.—Eres un asqueroso mentiroso, ¿lo sabías? Te recuerdo que te conozco mejor que nadie.—Bueno, entonces, ¿para qué preguntas lo que de antemano ya sabes?—No puedo con tus altos grados de amargura — sacudió su traje, como si pudiese deshacerse de algo que solo está visible ante sus ojos—. No voy a insistir, porque es perder mi tiempo y mi aliento; y soy demasiado valioso para perder mis mejores segundos de vida en ti. Solo te pido que no llegues tan tarde a casa, trata de llegar por lo menos para que cenemos en familia. Estoy cansado de esta situación, siempre es a mí a quien regañan por tu culpa. Iré con mamá y pa
La temperatura cada vez descendía considerablemente, aún así, teniendo el calefactor encendido, podía percibir entre la piel y la ropa la frialdad de afuera. Transitar las vías no está mejor que el clima, ahora no sé si pueda volver a casa sin quedar atascado en la nieve. Más cuando ha empezado a nevar con mayor fuerza.Me detuve por el impacto de la nieve que no me permitió seguir andando. Sin saber qué hacer, me quedé sumido en mis pensamientos por largos minutos en los que no aparté la vista de la nieve. Estando así, es como la soledad me golpea mucho más fuerte. Es ahora dónde necesito de las palabras sarcásticas y llenas de burla de mi hermano, los sutiles regaños de mamá y las miradas inquisitivas de papá.—¿Por qué no fui directamente a casa? — me pregunté, tratando de establecer comunicación con Colin—. Genial...Bajé del auto y entré a un hotel que estaba a pocos pasos de dónde había quedado, seguro ellos me pueden prestar un teléfono, ya que el mío no cuenta con señal en el
Y ahí me encontraba siendo un hombre completamente distinto a lo que he sólido ser; alegre, espontáneo, suelto, risueño e incluso tan hablador como el mismo Colin lo ha sido toda su vida, que hasta la garganta me dolía de tanto que hablaba de una cosa y otra con Amelia; la desconocida bonita que está haciendo de mi nuevo año uno muy diferente.Quiero creer que es a causa de las varias botellas de cerveza que he bebido sin control, una detrás de la otra sin detenerme, que me siento más relajado y con la necesidad de soltar esos muros de indiferencia y soledad para siempre. Además de que, ¡la cerveza está tan dulce y rica! Baja por mi paladar como si de agua se tratase. También tiene notas amargas que me hacen estremecer entre trago y trago.—Cuéntame algo más de ti, Amelia — le pregunté, soltando el nudo de mi corbata sin dejar de mirarla a los ojos.Rayos, cada segundo que pasa la veo más bonita que el anterior. Estas bebidas alcohólicas son peligrosas, nos hacen ver en 3D la realidad
—Ven aquí, hombre, eso nos pasa a todos — un hombre me ayudó a levantar y me brindó una copa—. Toma, y bebe suave, porque entre más fuerza hagas, más te va a doler.No comprendí sus palabras, pero sí recibí el trago para bajar el dolor y la ansiedad que se había implantado en mi garganta. Por poco vómito lo que ese hombre me dio, pues ese trago estuvo más fuerte y amargo, nada comparado al sabor dulce de la cerveza que estábamos bebiendo antes.—¿Estás bien? — me preguntó Amelia aun con el leve rastro del sonrojo en sus mejillas.—Sí, estoy bien.—Que bueno...—¿Quieren venir con nosotros al bar, chicos? — nos preguntó el mismo hombre, tomando la mano de una mujer—. Vamos a celebrar otro poco.—No lo sé, ¿tú qué dices? — pedí su opinión.—Vamos, aún no podemos irnos de igual forma. Supongo que tendremos que pasar la noche aquí.—¡Muy bien!Nos fuimos con el grupo de amigos de aquel hombre a seguir festejando el inicio del año nuevo. Bailamos y bebimos hasta que la conciencia dijo bast
Deslizó el vestido por sus piernas, dejándome embobado por el diminuto traje que hacía lo más posible para cubrir las partes más íntimas de su perfecta y bien proporcionada anatomía. Luego se liberó de la parte de arriba, quedando su espalda libre para recibir todo tipo de atenciones.—No te la quites. Ven aquí — palmee la cama, experimentando dolor e incomodidad en mi pantalón—. Quiero quitar esa última prenda yo mismo.Se acercó tímida y coqueta hasta quedar frente a mí. Me incorporé en la cama y me di el gusto de palpar con mis manos y mis labios sus caderas, sus muslos, su vientre, la hermosa redondez y sensibilidad de sus senos. Entre más acariciaba esos puntos tan sensibles, más jadeaba sonoramente para mí. Y, es que, estaba tan fascinado con esos sonidos tan majestuosos que liberaba cada que retorcía entre mis dedos sus pezones, que no quería dejar de sentir esas corrientes que se extendían por todo mi cuerpo y se agudizaban en la punta de mi pene con fuerza. No sé cómo pude no