Capítulo 12

Aún embriagada por la red que son sus besos, lo abracé por el cuello y lo pegué un poco más a mí, tirando de su cabello y dejando una leve mordida en sus labios. Su respuesta fue atacarme con mucha más ansiedad, con más pasión, mucha más fiereza y con más ganas con las que me besó cuando estaba pasado de tragos. Aunque me falta el aire en los pulmones, no quiero despegarme de su boca. Sus besos son muy intensos. Miento al decir que no me gustan, pues nunca antes Oliver me había besado de esta forma tan arrasadora.

Los besos de Oliver caían en mi mejilla o en mis labios, me causaban cierto grado de ternura, pero ahora puedo entender a Emma cada que me comenta de esos besos en los que te entran unas enormes ganas de ir al baño y sacar esa presión, de aquellos que aprietas las piernas por la misma necesidad que sientes entre ellas, de aquellos en los que la humedad entre dos bocas unidas no es para nada desagradable, de aquellos besos en los que el corazón palpita sin cesar cada segundo
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