Desperté por el fuerte olor a alcohol en mis fosas nasales. Traté de incorporarme, pero el dolor de cabeza y un par de manos evitaron que pudiera enderezar mi postura.—Eres bien dramático, florecita. Se supone que el doctor venía a revisar a mi cuñis, pero, en lugar de eso, tuvo que atenderte a ti.Quedé recto al recordar el motivo de mi desmayo. Varias emociones se expandieron por todo mi ser. Desde el miedo hasta una alegría inigualable. Pero al no ver a Amelia por ningún lado, la tristeza y la desilusión me invadió en un momento para el otro.—¿Dónde está Amelia? — pregunté apurado.—Se fue. Dijo que eres muy débil y sensible para criar a su hijo. También dijo que era mejor buscarle un papá tan cool y encantador como su tío...—Yo no dije nada de eso, no le creas — escuché su voz a mi espalda, y suspiré aliviado.—Imbécil.—Amas a este imbécil.—Largo de mi oficina.—Eres un insensible, por eso Amelia te va a dejar vistiendo santos.—Vete a trabajar, Colin — caminé hasta donde Ame
AmeliaNo puedo creer que mi vida haya cambiado de un momento para otro y tan abruptamente. Este año pintaba difícil y horrible, pero el destino me tenía muchas sorpresas preparadas que, en definitiva, son hermosas y que en lo absoluto eran esperadas. Dejé de ser la chica ingenua y engañada por su novio de la adolescencia a ser una mujer embarazada y cortejada por un hombre que se derrite de lo tierno y bondadoso que es. No digo que sea perfecto, porque es tan imperfecto como lo es cualquier ser humano, pero ante mis ojos, Harper no tiene alguna falla qué señalar.Trabajar a su lado ha sido algo muy bueno y beneficioso para mí. No solo he ido aprendiendo a conocerlo cada día un poco más, sino también hemos entablado buena química y conexión como jefe y secretaria. Él es demasiado demandante, estricto e incluso un poco exagerado y autoritario, pero he ido tomando su ritmo sabiendo interpretar correctamente lo que quiere dar a entender con su manera tan acelerada, pero concisa de dar ex
Decir que me encontraba nerviosa era poco. Desde luego que me siento muy ansiosa y nerviosa de conocer a los abuelos de mi bebé y, a pesar de que Harper asegura que son muy buenas personas, no puedo parar de pensar en si es así o no.Los padres de Oliver siempre fueron buenas personas de la puerta de su casa para afuera, porque en el interior de su hogar no hacían otra cosa de poner en ridículo y denigrar a los demás. Conmigo siempre actuaron tan falsamente como su hijo. Pero que ellos sean así, no quiere decir que otros lo sean. Hay personas que aún son buenas en el mundo, y tal vez los padres de Harper lo sean.—¿Nerviosa?—Un poco.—Ellos son buenos, no tienes nada de qué preocuparte.—Lo sé, pero de igual manera, ¿qué van a pensar de nuestra situación?—Créeme, ellos no van a pensar nada malo; todo lo contrario, estarán como dos cacatúas contando a todo aquel que les cruce por el frente que su hijo por fin conoció lo bueno de la vida... y más cosas vergonzosas y típicas de ellos.
—No entiendo nada de lo que veo. ¿Así se ve un bebé en el vientre? ¿Cómo se supone que un doctor sabe qué parte del cuerpo está mostrando?Me reí, quitándome los zapatos bajos junto a las medias veladas. También me he hecho esas preguntas, pero los profesionales son ellos. Y lo que para nosotros resulta incomprensible y sin forma, ellos saben a la perfección lo que hay dentro de cada mujer en estado de embarazo.—Si te hace sentir más tranquila, yo tampoco sé cuál es su cabeza o cuáles son sus piernas, pero mira — tracé la ecografía con mis dedos—, ahí se alcanza a notar su silueta. Bueno, eso es lo que yo veo.—¡Sí, tienes razón! Que cosita más hermosa. Estoy segura que será una niña tan preciosa como su padre.—¿Por qué no fuiste al restaurante? Te estaba esperando, me sentí un poco mal entre su familia.—¿Te hicieron sentir mal o algo por el estilo?—No. Los Sres. King son muy agradables y buenas personas.—¿Entonces?—Quería que estuvieras conmigo. Me dio algo de nostalgia por mis
HarperNadie puede arrancar esta dicha y esta felicidad tan grande que siento en el pecho. Encuentro todo fascinante, deslumbrante y aún más maravilloso que antes. Desde que pude apreciar a mi bebé por primera vez, aunque no haya reparado muy bien en la forma de su cuerpecito, ha sido impresionante lo mucho que me he enamorado un poco más de un angelito que llegó a darle un giro brusco y radical a mi monótona vida. No puedo dejar de parlotear sobre lo grande, sano y precioso que mi hijo se encuentra aún estando en el calor interno de su madre.Amelia es la otra razón por la que me encuentran más alegre y sonriente. Ella y mi hijo me han despertado de una manera tan dulce y suave, capaz de matarme poco a poco con una ilusión que no quiere que nunca se esfume de entre mis dedos. Acepto que me enamoré de ella en cuestión de días o bastaron solo segundos para perderme. Tal vez estoy exagerando mucho, pero no puedo sacarla de mis pensamientos, tampoco puedo dejar de probar esos labios tan
Durante el último mes me he encargado de encontrar una casa acorde a nosotros. Si bien no hemos hablado en casarnos, pero llegamos a la conclusión que es momento de empezar a convivir antes de que el bebé nazca. Desde luego mi madre ha hecho hasta lo indecible por unirnos soltando sus comentarios, pero ella misma fue la que me dijo que me tomara las cosas con calma y primero la conociera bien a fondo. ¿Quién entiende a esa mujer? A veces suele decirme una cosa y luego se contradice al decirme otra, aún así, hace mucho que quiero llevar la relación con Amelia más allá, pero tampoco quiero apresurar el paso y asustarla. Además, se lo mucho que le cuesta tener confianza en otras personas. Tal vez, aunque no me lo diga, tiene temor a ser engañada de nuevo.Y si lo nuestro no llegase a funcionar, jamás la engañaría. Fui criado por una mujer y un hombre que anteponen el amor y la familia por encima de todo. Mis padres se han amado inmensamente desde que tengo uso de razón. Los he visto disc
Amelia—¿Qué opinan de la casa, Sres. King? — preguntó el Sr. Mancilla.—A mí me gusta mucho. Es perfecta para los tres. ¿Tú qué dices, mi amor?—Me gusta, aunque me sigue pareciendo muy grande.—Tiene que ser así, muy pronto tendremos a una princesa o a un príncipe corriendo por todos lados. Imagina lo mucho que se va a divertir nuestro hijo en el jardín cuando pasemos tiempo en familia. Los niños en crecimiento necesitan espacio para explorar libremente.Nada más con imaginarlo un fuego se expande por mi pecho. Es una fotografía muy bella de los tres, pasando tiempo juntos y construyendo momentos en familia.—Entonces no se diga más. Este es nuestro hogar.—Perfecto. ¿Quién de los dos va a figurar en los documentos?—Los dos — respondimos al mismo tiempo, dándonos una mirada cómplice y coqueta.Harper es como un niño, cuando no se hace lo que él dice se enoja con facilidad. Y cuando se hace lo que él dice, tiende a acostumbrarse a ser muy caramelo y meloso. Nuestra primera discusión
HarperMe levanté de la cama de un solo salto y me acerqué a ella, atrayendo su cuerpo al mío con suavidad. ¿Quién la llamó? Para que se haya puesto de esa manera, debe ser que algo malo ha ocurrido.—¿Qué pasó? ¿Por qué lloras? — recosté su cabeza en mi pecho y acaricié su cabello al tiempo que dejaba un beso en su frente—. Me estás asustando, mi vida. Dime qué ocurre.—Son mis padres...—¿Qué pasa con ellos? ¿De nuevo tu madre te está presionando para que vuelvas con él?—No. El que llamó fue Oliver.Al parecer haber hablado con ese imbécil no sirvió de nada. Pensé que había sido claro al decirle que no lo quería cerca de mi mujer y de mi hijo. Pero no comprendo cómo consiguió la nueva línea.—¿Qué te dijo?Solo Dios sabe cuánto me estaba conteniendo por dentro. No quiero que mi princesa se ponga más mal de lo que ya se encuentra.—Mi papá sufrió un accidente y está muy grave, y mi madre está delicada a raíz de lo que ocurrió — lloró aún más fuerte—. No sé si creerle o no, pero ¿por