CamilaMi día se convertía en uno soñado por mucho tiempo, el poder ir de la mano con alguien se siente bien. Lo quería experimentar hace mucho, quería saber cómo se sentía el pasear por un lugar bonito así. Miraba mi mano que estaba siendo cubierta por la de Franco, quien de repente me daba besos o sostenía mi cintura con autoridad.—Almorcemos en el mejor restaurante, quiero un corte de res con un delicioso vino tinto.—Por supuesto que sí, hoy intento complacerte.—Lo haces porque te sientes mal ¿verdad?—No, lo hago porque me siento bien. Aquí contigo me siento bien.Entramos al restaurante y él pide que le den el mejor lugar, lastimosamente estaba reservado, pero como es don yo todo lo puedo, dijo que pagaría el doble por el lugar y obviamente aceptaron.—Por favor, acompáñeme.El hombre de edad avanzada, pero de una forma elegante de vestir, nos lleva a la mesa y nos sirve una copa de vino como cortesía de la casa.—Oh, gracias. Es muy amable.—Denos un momento, más tarde nos tr
FrancoMe dispuse a recibir de manera adecuada a mis suegros, Camila ha hecho las cosas bien, es lo menos que puedo hacer por ella. Al despertar de mi siesta me encontré con algunos mensajes y llamadas del trabajo, pero responderé hasta mañana. Hoy será mi día para descansar.Entre las llamadas y mensajes tenía unos de Mellisa, pero no es momento para responder, mañana al volver a la empresa le diré como están las cosas. Debí llamarla desde antes, pero no pensé que cambiarían las cosas.Después de prepararme para recibir a mi visita de hoy, preparé en mi cabeza el orden de las ideas que expondría al señor Phillip, ahora me siento mal por algunas cosas que he hecho y quiero compensarlo.—Parece que la conversa de mujeres nunca puede faltar en una reunión.Phillip me acompaña al jardín, caminábamos lentamente al tiempo de darle cortos sorbos a la copa.—Veo muy bien a mi hija, agradezco que la tengas con ese brillo que creí se apagaría una vez llegara a este lugar.—No, Phillip. Eso es
MellisaEstaba preocupada cuando pasó el primer día y no tuve razón de Franco, prometió llamarme, prometió no olvidarse de mí. Tuve mi teléfono todo el tiempo en mi bolsillo, luego en mi mano, luego estuve viendo la pantalla por un largo rato con la esperanza de que llegara algún mensaje.—¿Qué está pasando con él? Debe estar muy ocupado, si, esas reuniones son extensas; de seguro no ha podido tener un espacio para escribir que está bien o para saludarme.Abrí su chat y me di cuenta que estaba en línea, ¿Por qué no saca dos segundos para decir “hola”? me quedé en su chat esperando a que empiece a escribir, pero nunca lo hizo.Al segundo día esperé, pero seguía todo igual, sus mensajes o llamadas no llegaron. Tanto esperar me empezaba a preocupar, pensé en tantas cosas que nada de lo que llegaba era bueno, tengo miedo que lo que siempre temí se haga realidad. No quise torturar más mi cabeza, por eso decidí ser yo quien le enviara un mensaje.—Hola, ¿está todo bien? ¿Cómo marcha la reu
CamilaAl final de la cena le di a mi madre el ramo de rosas de mala procedencia, parece que terminé saliéndome con la mía, nadie se enteró de nada. Pero tengo que hablar con Beto y pedirle que no haga este tipo de cosas, no quiero que vuelva a comprometerme con estos ridículos y absurdos momentos. Franco puede pensar que le correspondo, no quiero alterar el ambiente. Él es un buen hombre y hace este tipo de cosas con mi familia para que yo esté feliz, no es justo de mi parte.—Gracias por la velada, la pasamos increíble.—De nada, espero pronto seguir viéndolos en casa.—Franco, eres un hombre encantador. Espero pronto sean ustedes quienes vayan a casa para compartir con nosotros.Acompañamos a mis padres hasta la salida, le di un abrazo a mamá y uno a papá.Franco también se despide, pero mantenía esa expresión en su cara que me generaba dudas, ¿habrá pasado algo? Quizás sea algo de la empresa, Mellisa también lucía extraña, espero que todo esté bien.—¡Vaya! Fue una excelente noche
CamilaParece que, al querer ayudar, terminé haciendo de todo un completo desastre. ¿Qué le pasa a Franco? ¿Por qué tomar esa fea actitud contra la persona que dice siempre lo ayudó?Me molesta que sea así, hasta a mí me gritó por hacerle ver que se equivocaba. Es una injustica con Mellisa, debería ser más agradecido, fue la única persona que quedó frente a la empresa mientras no estuvo, ¡Aish! Como me da intolerancia una injusticia así.—¡Camila! —gritó detrás de mí.Me hice la sorda porque estaba molesta, también tuve la buena intención de estar con él y darle apoyo. Porque se supone nada cambiaría entre nosotros, las cosas estarían igual al volver a España; parece que el gusto que siente por mí solo le demoró unas horas. ¿Por qué antes quería tenerme aquí en la oficina haciendo mil cosas y hoy que vengo por mi propia voluntad me rechaza?—Te estoy llamando, ¿no me escuchas?—Franco, no quiero hablar en este momento.—No, si tenemos que hablar. Camila Edwards, hay puntos y líneas qu
FrancoQuise irme muy temprano a la empresa para poder hablar con Mellisa, la esperaría para que fuera lo primero antes de iniciar el día. No preparé nada para decirle, la cara se caía de vergüenza, estaba dispuesto a recibir una bofetada si ella quisiera porque la tenía merecida.—Señor, el desayuno aún no está listo. No sabía que se iría tan temprano.—Daila, no comeré. Tengo que irme.Al primer conductor que vi fuera de casa lo llamé para que fuera a llevarme a la empresa. Es la primera vez que voy tan temprano, hasta en el camino llegué a pensar en que desviarme e ir directamente a casa de Mellisa, pero el conductor que ahora me transportaba, no era el mismo que me llevaba a mis encuentros en el hotel.—Señor, que sorpresa.El vigilante de la empresa corrió al auto para abrir la puerta, pensó que algo había pasado al verme tan temprano allí.—Tengo cosas pendientes, por eso vine ahora.Corrí al piso donde está mi oficina y me quedé allí dando vueltas cerca del escritorio donde tra
MellisaMe mostré bastante mal en frente de él, dolida y muy indignada. No es que sea fingido, la verdad si me siento triste, burlada y muy decepcionada. Pero junto a eso, también está esa rabia y rencor que crece por esa mujer que hizo de mi vida un caos, todo estaba bien hasta que ella apareció. Camila Edwards llegó para arruinarlo todo, yo estaban bien, Franco estaba bien, nuestra relación estaba en su mejor momento. Esto no se trata del tiempo o de haber confesado mis sentimientos hasta ahora, no es por eso. Porque estoy segura que pudieron pasar ocho más y nosotros estaríamos igual. ¿Qué pudo ser diferente en esa muchachita? No es la primera mujer que llega a la vida de Franco Collins, todas las anteriores fueron fáciles de alejarlas de su vida, solo debía decirle que eran unas huecas que no le aportarían nada para que simplemente les dijera que ya no las quería ver.Debí ser más analítica, las señales ya estaban apareciendo, él venía mostrando algunos comportamientos diferentes
CamilaFranco llegó tarde a casa, se notaba en sus ojitos que estaba muy cansado. Hoy fue un día pesado para él, pobrecito.—Cariño, por fin estás en casa. Sabes, le dije a Lola que hiciera para los dos la lasaña de berenjenas que tanto te gusta.—Oh, eso suena bien.Me senté en su regazo y le di un abrazo, él puso su brazo sobre mis piernas y las acaricia.—Me gusta que estés aquí, ¿no te lo había dicho?—No, no me lo habías dicho. ¿a qué se debe esa confesión?—Nada, solo quería expresarlo porque lo sentía. La verdad en este momento siento tantas cosas por ti que no sabría por dónde comenzar.—¿Qué pasa con Franco Collins? ¿si eres el hombre con el que me casé verdad? Parece que alguien ha cambiado al señor cascarrabias con el que discutía.—No es broma, te lo digo muy enserio.Mi sonrisa fue apagando porque si me sorprende sus palabras, me hace acelerar el corazón.—Franco, si dices esas cosas terminaré enamorada de ti y cuando eso pase, no podré dejar de molestarte, consentirte y