MellisaEstaba preocupada cuando pasó el primer día y no tuve razón de Franco, prometió llamarme, prometió no olvidarse de mí. Tuve mi teléfono todo el tiempo en mi bolsillo, luego en mi mano, luego estuve viendo la pantalla por un largo rato con la esperanza de que llegara algún mensaje.—¿Qué está pasando con él? Debe estar muy ocupado, si, esas reuniones son extensas; de seguro no ha podido tener un espacio para escribir que está bien o para saludarme.Abrí su chat y me di cuenta que estaba en línea, ¿Por qué no saca dos segundos para decir “hola”? me quedé en su chat esperando a que empiece a escribir, pero nunca lo hizo.Al segundo día esperé, pero seguía todo igual, sus mensajes o llamadas no llegaron. Tanto esperar me empezaba a preocupar, pensé en tantas cosas que nada de lo que llegaba era bueno, tengo miedo que lo que siempre temí se haga realidad. No quise torturar más mi cabeza, por eso decidí ser yo quien le enviara un mensaje.—Hola, ¿está todo bien? ¿Cómo marcha la reu
CamilaAl final de la cena le di a mi madre el ramo de rosas de mala procedencia, parece que terminé saliéndome con la mía, nadie se enteró de nada. Pero tengo que hablar con Beto y pedirle que no haga este tipo de cosas, no quiero que vuelva a comprometerme con estos ridículos y absurdos momentos. Franco puede pensar que le correspondo, no quiero alterar el ambiente. Él es un buen hombre y hace este tipo de cosas con mi familia para que yo esté feliz, no es justo de mi parte.—Gracias por la velada, la pasamos increíble.—De nada, espero pronto seguir viéndolos en casa.—Franco, eres un hombre encantador. Espero pronto sean ustedes quienes vayan a casa para compartir con nosotros.Acompañamos a mis padres hasta la salida, le di un abrazo a mamá y uno a papá.Franco también se despide, pero mantenía esa expresión en su cara que me generaba dudas, ¿habrá pasado algo? Quizás sea algo de la empresa, Mellisa también lucía extraña, espero que todo esté bien.—¡Vaya! Fue una excelente noche
CamilaParece que, al querer ayudar, terminé haciendo de todo un completo desastre. ¿Qué le pasa a Franco? ¿Por qué tomar esa fea actitud contra la persona que dice siempre lo ayudó?Me molesta que sea así, hasta a mí me gritó por hacerle ver que se equivocaba. Es una injustica con Mellisa, debería ser más agradecido, fue la única persona que quedó frente a la empresa mientras no estuvo, ¡Aish! Como me da intolerancia una injusticia así.—¡Camila! —gritó detrás de mí.Me hice la sorda porque estaba molesta, también tuve la buena intención de estar con él y darle apoyo. Porque se supone nada cambiaría entre nosotros, las cosas estarían igual al volver a España; parece que el gusto que siente por mí solo le demoró unas horas. ¿Por qué antes quería tenerme aquí en la oficina haciendo mil cosas y hoy que vengo por mi propia voluntad me rechaza?—Te estoy llamando, ¿no me escuchas?—Franco, no quiero hablar en este momento.—No, si tenemos que hablar. Camila Edwards, hay puntos y líneas qu
FrancoQuise irme muy temprano a la empresa para poder hablar con Mellisa, la esperaría para que fuera lo primero antes de iniciar el día. No preparé nada para decirle, la cara se caía de vergüenza, estaba dispuesto a recibir una bofetada si ella quisiera porque la tenía merecida.—Señor, el desayuno aún no está listo. No sabía que se iría tan temprano.—Daila, no comeré. Tengo que irme.Al primer conductor que vi fuera de casa lo llamé para que fuera a llevarme a la empresa. Es la primera vez que voy tan temprano, hasta en el camino llegué a pensar en que desviarme e ir directamente a casa de Mellisa, pero el conductor que ahora me transportaba, no era el mismo que me llevaba a mis encuentros en el hotel.—Señor, que sorpresa.El vigilante de la empresa corrió al auto para abrir la puerta, pensó que algo había pasado al verme tan temprano allí.—Tengo cosas pendientes, por eso vine ahora.Corrí al piso donde está mi oficina y me quedé allí dando vueltas cerca del escritorio donde tra
MellisaMe mostré bastante mal en frente de él, dolida y muy indignada. No es que sea fingido, la verdad si me siento triste, burlada y muy decepcionada. Pero junto a eso, también está esa rabia y rencor que crece por esa mujer que hizo de mi vida un caos, todo estaba bien hasta que ella apareció. Camila Edwards llegó para arruinarlo todo, yo estaban bien, Franco estaba bien, nuestra relación estaba en su mejor momento. Esto no se trata del tiempo o de haber confesado mis sentimientos hasta ahora, no es por eso. Porque estoy segura que pudieron pasar ocho más y nosotros estaríamos igual. ¿Qué pudo ser diferente en esa muchachita? No es la primera mujer que llega a la vida de Franco Collins, todas las anteriores fueron fáciles de alejarlas de su vida, solo debía decirle que eran unas huecas que no le aportarían nada para que simplemente les dijera que ya no las quería ver.Debí ser más analítica, las señales ya estaban apareciendo, él venía mostrando algunos comportamientos diferentes
CamilaFranco llegó tarde a casa, se notaba en sus ojitos que estaba muy cansado. Hoy fue un día pesado para él, pobrecito.—Cariño, por fin estás en casa. Sabes, le dije a Lola que hiciera para los dos la lasaña de berenjenas que tanto te gusta.—Oh, eso suena bien.Me senté en su regazo y le di un abrazo, él puso su brazo sobre mis piernas y las acaricia.—Me gusta que estés aquí, ¿no te lo había dicho?—No, no me lo habías dicho. ¿a qué se debe esa confesión?—Nada, solo quería expresarlo porque lo sentía. La verdad en este momento siento tantas cosas por ti que no sabría por dónde comenzar.—¿Qué pasa con Franco Collins? ¿si eres el hombre con el que me casé verdad? Parece que alguien ha cambiado al señor cascarrabias con el que discutía.—No es broma, te lo digo muy enserio.Mi sonrisa fue apagando porque si me sorprende sus palabras, me hace acelerar el corazón.—Franco, si dices esas cosas terminaré enamorada de ti y cuando eso pase, no podré dejar de molestarte, consentirte y
CamilaFui a la empresa esperando ver a Mellisa, estuve pensando en ella después de aquella discusión con mi esposo.—Cami, te dejaré a cargo de estos documentos, necesito que los organices.—Claro, déjame verlos.Tomé los papeles y los organice por fechas, no sé cómo puede acumular tantas cosas este hombre. Me senté en mi escritorio y comencé a clasificar los papeles.—Oh, también los clasificas por…—No me digas, ya lo sé.Los días de estar junto a Franco como su asistonta, me han llevado a aprender muchas cosas, nunca estudié para algo así, pero me ha capacitado muy bien. Al principio fue duro, pero creo que fue lo que hizo sacar la mejor parte de mí, destrezas que desconocía.—Vaya, parece que te he entrenado muy bien.Franco se levanta de su silla, va hacia la puerta haciéndome creer que saldrá, pero lo que hace es poner el seguro.—Me gustaría poder hablarte de algo —dice caminando hacia mí.—Lo que sea que tengas para decir puedes hacerlo desde allí.—No, quiero acercarme más.
Camila Melli se hizo un poco más cercana a mí, durante el día las sonrisas entre nosotras no faltaron. Ella siempre fue muy seria, su cara cambiaba al verme, pero ya no, eso me alegra. —Cariño, es hora de irnos. Tenemos que estar listos para la fiesta de Jhony. —Oh, sí. Ya lo había olvidado. La verdad si lo había olvidado, ¿Dónde tenía puestos mis pies? Que tonta soy, debí llamar a Clarisa desde mucho antes para saber cómo le fue con ese asunto del chico innombrable. —Cariño, déjame ir primero al baño. —No demores, ya tengo mucha hambre. —Sí, no tardaré. Fui al baño de mujeres y me encerré en el primer cubículo, claro que antes me agaché para verificar que nadie estuviera aquí. Al ver mi móvil, me di cuenta que tenía llamadas perdidas de Clarisa, ¿Dónde estaba metida que no me di cuenta de esto? —¿Hola? —Gracias a Dios responde, ¡¿Dónde estabas metida Camila?! —Tenía el móvil en la mano no entiendo por qué no escuché la llamada, cuéntame ¿Qué paso? —Cami, lo vi en la mañan