Capítulo 97

Dixon.

Golpeó las paredes metálicas como si fueran las únicas culpables de todas sus penas. Ver a Chantal, no hablarle ni tocarle era una puta tortura que lo llenaba de rabia. Sabía que se tenía que aguantar; darle su espacio y que fuera ella la que decidiera cuándo establecer contacto con él. Lo había pautado así; no podía hacer más que admirarla desde las sombras. Escribirle mensajes o llenarle la oficina de mariposas. Eran acciones banales que no rellenaban ni una ínfima parte de las ganas constantes que sentía de ella.

Ansiaba su voz, su compañía, su tacto, su sabor, el ardor delicioso al hundirse entre sus piernas y tomarla de los rizos. Esa bola de pelos era suya, y le mataba la idea de que ella estuviera olvidándolo.

Tenía su aroma semidulce tan enredado en la nariz como el desprecio que le dio. Perderse en sus ojos negros era su acción favorita, pero no cuando en ellos veía el fantasma del dolor que él mismo le ocasionó. Parecía que había venido a esta vida a apartar de su l
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