Capítulo 38

Chantal.

—Sí, estoy bien —afirmó sonriente—. No te preocupes. Ya respondí todos los comentarios que me quedaban, Sam —él asintió, acercándose más a ella.

—No es eso, me preocupas tú. Tenía ganas de verte, de hablar contigo —se colocó justo al lado de su escritorio. Chantal pasó sus dedos por los enredados rizos, no sabía qué responder a eso.

—Bien, pues ya me ves —sonrió nerviosa.

Él se sentó en una esquina del buró, quedando al lado de ella, observándola.

—Creo que me pasé un poco en nuestra última charla. No quería asustarte.

—No lo hiciste —respondió tajante—. No mucho —ambos sonrieron ante tan sincero comentario, y Sam no pudo evitar detallar todo en ella.

—Tienes una risa hermosa, Chantal, todo en ti es bello.

Ella desvió sus ojos de él y se encogió de hombros. La honestidad de Sam y lo brutal de sus sentimientos le hacían mella en los pensamientos ¿Por qué Dixon no podía ser así de abierto con ella? ¿Por qué le costaba tanto?

—Gracias, Sam, eres muy amable —fue lo único que atin
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