Ya llevaba unos días en Felianor y se estaba acostumbrando poco a poco a la vida en aquel lugar. Las personas del Palacio Real la trataban con muchísimo cariño y eso la avergonzaba sobremanera, pues los rumores de su compromiso con Eirteen se habían propagado como un virulento y extremadamente contagioso resfriado. Aunque todo fuera falso, no podía sentir muchísima vergüenza y, a la vez, no podía evitar sentirse un poco mal por estar mintiéndoles a las personas que tan bien la habían tratado todos estos días desde que había llegado. Pero había hecho un trato con el príncipe y un trato era un trato, aunque tampoco es que él estuviera haciendo un trabajo demasiado apresurado cumpliendo la parte que a él le tocaba. Pero, por los momentos las cosas estaban calmadas entre lo que cabía y todo apuntaba en que tendrían tiempo para conseguir la información y que ella encontrara una manera de salvarlos a todos. Sin embargo, una de las cosas que la tenía pensando a día de h
Ellos habían salido a pasear por el palacio y sus alrededores, por petición de ellas comenzaron recorrer más los jardines y estar cerca del árbol en el que se habían sentado a hablar el primer día que había estado allí porque al estar allí le recordaba un poco al sentimiento de cuando iba a la colina a mecerse en el columpio del árbol bajo las estrellas. No había pasado tantísimo tiempo desde que había dejado aquel lugar, no en comparación con lo que otras personas tardaban en sus viajes de negocios, pero para ella era diferente, nunca había estado lejos de casa y por muy extraño que pareciera, había muchas cosas que extrañaba de su hogar, en aquel lugar estaba su prima Rouse, sus ocasiones encuentros con Erik a quien solía aconsejar y estaba el sosiego que encontraba en aquella colina solitaria a la que solía asistir tan a menudo. Estar en aquellos jardines de cierta manera la hacía sentirse como en casa y aunque sabía que era algo más mental y simbólico que otr
—¿Qué otras cosas puedes hacer? —dijo el príncipe con los ojos brillantes de emoción. Y ante aquella pregunta Evey se dispuso a mostrarle que sus capacidades eran un abanico bastante amplio. Lo que podía y lo que no estaba únicamente limitado a su imaginación y su habilidad para encontrar la manera que haría actuar a sus sueños en correspondencia a los sentimientos con los que inicialmente fueron imbuidos. Por ejemplo, si imbuía a uno de sus sueños con un terror absoluto y le daba la forma de un lobo y la orden de atacar, los sentimientos y la orden serían totalmente incoherentes y harían que la invocación actuara de una manera no deseada, dando ser a un lobo que se mostraría temeroso. El otro caso que podría darse era que los sentimientos y la orden tuvieran coherencia, por ejemplo, que ella hubiera imbuido furia y que la orden hubiera sido mata, pero la forma que le había dado a su sueño había sido la de un pollito, obtendrías a un pollito furioso que haría todos los medi
El tiempo transcurría y mientras más tiempo pasaba, más preguntas surgían de ella. Sin embargo, no podía decir que estaba perdiendo el tiempo y manteniéndose ociosa, estaba aprovechando el tiempo lo mejor que podía, ella estaba tratando de mejorar con el uso de su virtuosismo siempre que era de noche, tratando de crear todo tipo de seres y darle diferentes tipos de sentimientos y órdenes. También intentó crear una espada como la que había visto en aquel hombre, pero todo había terminado en fracaso. Simplemente no sabía cómo enfocar sus sentimientos y la orden que debía darle. Ella deseo tener a aquel hombre frente a ella nuevamente y poder conversar con él. Quizás podrían llegar a un acuerdo que fuera provechoso para ambos, en donde podían intercambiar saberes y conocimientos al respecto de su virtuosismo. Quizás él podría conseguir la manera de explicarle a cómo concebir sueños que no fueran seres vivos y, en cambio, ella podría enseñarle a él cómo crear seres v
Ella fue directamente hacia su habitación, aun cuando Eirfeen le había pedido que lo esperara en las cocinas, pero es que estaba alterada, demasiado alterada para pensar en lo que había dicho el príncipe, lo único que quería era escapar a un lugar donde estuviera sola para poder pasar la impresión que había tomado. Tenía la respiración agitada y trató de calmarse sosteniéndose el pecho, pero sentir que este subiera y bajara con premura la hacía ser más consciente su estado. Ella se mordió un poco el labio y trató de exhalar el aire y se paseó por la estancia tratando de buscar orden a sus pensamientos. Orden para dejar de sentir que las piernas le estaban temblando como gelatina. Pero, no había orden, solo caos. «¡Él es el hombre misterioso, no puedo creerlo!». No sabía por qué, ni cómo, pero simplemente había sido de aquella forma. En un momento de virtuosismo había pintado a una persona que no había llegado a conocer aún ni siquiera de vista. Como si
Evey sentía la fría brisa nocturna en su cuerpo, sus pequeños mechones de cabello bailaban con su soplo mientras su corazón tamborileaba emocionado. No había sido fácil convencer al príncipe de permitirle llevar a cabo sus prácticas, Evey tuvo que soportar al principio muchas pegas al respecto acerca de lo peligroso que podía resultar, pero al final ella había logrado convencerlo de que la dejara ir. Porque ella había viajado hasta allí para ello. Sin embargo, la condición que había puesto el príncipe para dejarla partir esa noche, era que debía de estar acompañada por una escolta y no era cualquier escolta, no. A la cabeza de aquella escolta —y nunca mejor dicho— iba un hombre que a Evey no le hacía sentir cómoda. Aquel hombre la hacía sentir que estaba con un animal salvaje que había hecho creer a todos a su alrededor que había sido domesticado, pero a que a la primera oportunidad que tuviera este, se te lanzaría al cuello. Marlon, Cabeza de Espejo. El hombre
Estar frente a él nuevamente la dejó incluso más impactada que el nocturno salido de control. Verlo nuevamente era de cierta manera un alivio, porque significaba que no estaba loca, que él no había sido un producto de su imaginación y que de verdad existía. Estaba haciéndole frente al nocturno con aquella espada de filo negro en el que bailaban brumas oscuras como el humo. Las botas de él sonaron contra la piedra mientras avanzaba rápidamente para rematar a la criatura. Ella vio como movió su espada como un rayo solamente para ser esquivada. El cuerpo del nocturno se volvió un charco de tinta antes de que el filo del arma la tocara. Evey dio un grito de sorpresa el ver como el líquido que estaba bajo los pies del caballero tomó la forma como de estalagmitas de filo mortal. El caballero se movió rápidamente esquivando apenas aquel ataque. Ella pudo ver como parte de sus vestiduras de sombras había recibido un corte y logró ver piel debajo de ella. El nocturno recu
Estaba regresando al palacio con la escolta que se le había asignado para protegerla, y que había sido superada por un solo nocturno. Ella los notaba avergonzados y desalentados, así que trató de subirles el ánimo. —Nos tomó por sorpresa a todos. Me alegra mucho que ninguno de nosotros haya salido muerto de aquel lugar. Gracias a ustedes no me pasó nada —sus palabras dulces parecieron animarlos un poco. Solo Marlon mantenía un gesto de irritación en el rostro. —Hubiéramos sido aplastados si no hubiera sido por el otro monstruo que apareció a ayudarnos —intervino el hombre calvo de aspecto zorruno— Es muy amable con sus palabras, milady, pero si tenemos que agradecerle algo a alguien, que sea al mismísimo Creador por haber hecho aparecer a ese demonio y que este no nos atacara a nosotros. Las palabras del hombre la hacían sentir enojo, pues su tono irónico le hacía ver que desconfiaba totalmente del caballero y que, además, parecía insinuar c