PROLOGO
— Dejadme morir por ella, intercambio mi vida por la de Effie, solo llévame allá y tráela devuelta — suplicó Chaid Mackay, le dolía saber que su pequeña hermana había perdido la vida por haber ganado una apuesta estúpida.
— La vida y la muerte no depende de mí cuando aquella persona no es para este mucho, se va, desaparece, es la ley de la vida, no puedes decidir sobre esto, si te envío, no volverás.
— No tengo nada que perder — dijo y este sin más lo llevo ahí, sabía que en él había dolor, pero no arrepentimiento por su pasado, por su soberbia y esto lo dejaría como un alma errante en el mismo infierno.
¿A dónde viajarías si tuvieses la oportunidad de hacerlo?
En algún punto de la vida alguien nos ha formulado esta sencilla pregunta, iríamos al pasado cuando Cristo hubiese sido crucificado para asegurarnos que era verdad, iríamos a la construcción de aquellas tres pirámides que ha tantas teorías nos ha llevado en la actualidad, inclusive iríamos a ver a ver sur América antes de la conquista o sin irnos muy lejos, al tiempo de alguna de las guerra mundiales, pero no, contrario a esto, muchos no pensamos en los grandes sucesos, pensamos en ese momento que nos hizo feliz, a esa persona que perdemos y queremos pasar tan solo un momento más, con la convicción de que unos minutos antes harían la diferencia.
Y es esto lo que realmente añoramos, queremos tanto a los que tenemos como familia que no nos importaría ir al pasado por ellos, aquello era algo que Chaid pensaba, volver, pero quedarse, hacer aquel intercambió.
Adhara por su parte había vivido la soledad, sus padres ya no estaban, sentía no encajar a pesar de ser lo suficientemente popular, solo quería algo que le generará el amor que tanto necesitaba, sentía un vacío que llenará quinientos años atrás.
Aquel druida sabía que llevarlo allá sería un error, así que el futuro será su reto de redención, un lugar distinto, pero un amor destinado para toda vida.
CAPITULO 1
— One, two, three ¡Cuenten más fuerte! — les gritaba ADHARA aquella tarde, estaba preocupada, a una semana del campeonato estatal no tenían la pirámide lista.
— Jane, vas arriba, serás flyer principal, tu base será gigant y tu Gary harás lanzamiento, quiero un giro doble — daba órdenes de un lado a otro todo debía ser bueno.
Aquella tarde se la pasaron horas tratando de cuadrarlo todo, su reputación estaba en juego.
— ¡Y tú te largas ya mismo! — le dijo a Jonathan, este llevaba horas charlando y jugando con una de las chicas en la gradería, le miró seriamente y este enojado se fue, era una de las bases principales en el equipo y, sobre todo, era uno de los mejores gimnastas que había conocido, pero no esperaría a que él decidiera trabajar.
Esta era la capitana de uno de los equipos más famosos de porrismo en Estados Unidos, conocida en el mundo cheer por ser una de las mejores Flyers de la historia del deporte, su escuadra había sido tres años consecutivos los mejores en su país y a nivel internacional.
Muchos se confundían al hablar de aquel deporte, ¡Mujeres saltando y gritando porras para animar un equipo! No, muy alejado de eso, esa sí era una rama del porrismo, pero no era la base, competencias en las que la disciplina, gimnasia, fuerza, sincronización y espíritu eran la base, entrenaban por meses para que todo se definiera en tres minutos con veintiocho segundos, eso era todo, lo definitivo.
El entrenamiento acabó y Adhara salió bastante molesta, era lo único que le quedaba y no quería que algún idiota lo arruinara.
— ¿Estas bien? La irritación pulula a tu alrededor — dijo Jane cuando estaban solas en los vestidores.
— Solo es estrés por la competencia, sabes que Wolf irá con todo y nosotros no nos podemos dejar vencer — dijo, se tomaba demasiado enserió su papel.
La gente a su alrededor la saludaba, era popular y en redes tenía más de cinco millones de seguidores, verificada en la palomita azul, en pocas palabras, toda una celebridad desde que tenía doce años de edad.
Aquello no lograba llenar el vacío que sentía, el ejercicio, las notas perfectas, el físico deseado por muchos y la belleza que era popular, pero todo a su alrededor no era real, quizás sentía el cariño de Jane, pero de ahí no había más, tenía una tía que vivía a dos horas de su casa, está la saludaba en cada fecha importante, cumpleaños y navidad, desde que sus padres habían muerto en un huracán en florida hace algunos años, se había alejado de todo, ahora vivía en California.
Estudiaba historia y era bastante dedicada.
— ¿Así que basará tu trabajo en la batalla de coulloden? Pregunto su amiga cambiando de tema, esta igual que ella, estudiaban lo mismo.
— Sí, he investigado bastante y de verdad, es algo que me ha atrapado — dijo emocionada.
— Hablando de escoceses, ¿qué disfraz usarás para la fiesta? — le preguntó, era u a bastante grande que se llevaría en dos semanas, justo después del campeonato, el mismo día, treinta y uno de octubre, habían asistido a tantas juntas, que esta no sería la excepción.
— Quiero ser una colegiala sexy — dijo esta, haciendo que Jane celebrará, ella quería ser una monja, como aquel video de Lady Gaga.
— Me gusta, mañana vamos a mirar trajes, por ahora iré a ver a Scott, creo que distraerse mi mente y liberar toxinas, deberías hacer lo mismo — le dijo y Adhara solo se quedó mirándola, no quería hacerlo con nadie en el momento, había tenido un novio hace dos años y era su única relación larga, no podía decir que no había estado con más chicos, porque sí, habían cortado porque este no aguantaba que ella fuese tan perfeccionista, lo detestaba, ahora estaba en Atlanta, terminando la universidad y con una boda por delante, cuando se fue, pensó que iba a morir, pero nada más alejado que la realidad, el dolor le duró una semana y siguió su vida como si nada.
— En el festival, ahí te buscaré al amor de tu vida, recuerda mis palabras — dijo esta mientras se marchaba.
Quería a aquella loca, era muy contrario a lo que ella pensaba de la vida, pero se llevaban bastante bien, podía confiar en que esta jamás la dejaría.
— ¡Encuéntrame un sexy Highlander! — le grito entre risas.
Fue a casa, se preparó un chocolate con galletas de avena y nueces y se puso a leer, siempre se imaginaba en aquel libro, viviendo lo que otros pasaban.
Miro su reloj, hora de hacer ejercicio, vivía en un régimen, entrenamiento, estudiar, ejercicio y así todos los días, los fines de semana salía de fiesta viernes y sábado, no pasaba de la una de la mañana y no bebía alcohol, eran calorías vacías, tenía planificado su futuro de arriba abajo, esperaba cumplir su meta de trabajar en una revista famosa como national geográfic, escribir artículos y hacer investigaciones sobre historia, recorrer el mundo haciendo esto, el porrismo lo tendría por unos años, quería tener algo más, no solo aquello.
Una hora después estaba nuevamente sola, llamó a Jane, pero esta estaba ocupada.
— ¿Kevin? — dijo al teléfono, a veces le llamaba.
— ¿Como va todo? — le preguntó este, siempre hablaba con ella y le guardaba cariño, era la mujer perfecta, pero no para él.
— Bien, todo va bien, quería charlar un rato, ¿cómo van los preparativos de la boda? — preguntó, este estaba emocionado, Lara era todo lo que el necesitaba.
— Bien, creo que es más de lo que pensaba que sería, ninguno de los dos quiere algo grande y aun así estamos con una lista de cien invitados, ya sabes que tienes que venir — le dijo y está sonrió, le gustaba verlo feliz, lo merecía, haba sido un buen hombre y sabía que amaba a su actual pareja.
— ¡Claro que iré, estaré en primera fila! — respondió y después de una extensa charla, colgó.
Así era cada día, la monotonía se había convertido en algo que le hastiaba realmente, creía que en algún punto todo acabaría y eso le daba cierta molestia y la vez un poco de paz.
El día de la competencia había llegado, la hora de la verdad, estaba nerviosa, sus manos sudaban, quería ser la mejor y esperaba que todos también quisiesen serlo.
La pirámide que habían preparado había salido perfectamente, las alineaciones y saltos igual, pero no les había alcanzado, les había ganado por dos puntos, era algo que le llenaba de ira, lloro al ver que otros se estaban llevando su preciado premio, salió de ahí sin siquiera despedirse.
Quería caminar y así lo hizo, llena de purpurina, laca y un uniforme ajustado y corto llego a casa, en cuanto cerro su puerta lloro en soledad, estaba cansada incluso del porrismo, de tener que estar en la evaluación de lo que hacía.
— ¡A la m****a el cheer! — dijo y limpiándose las lágrimas decidió que por ese día comería sin miedo, una pizza y algunas cervezas fue lo primero, un helado de vainilla con chips de galleta siguió y un poco de gaseosa, era algo que no había probado en años.
Se sentía enérgica, Jane sabía que tan mal pudiese estar pasándolo y le pidió a su novio que la dejara ahí, en casa de su amiga, pasaría la noche acompañándola.
Esta al entrar se sorprendió al verla comiendo aquello, era totalmente rígida con la alimentación, se sentó a su lado y tomó un pedazo de pizza.
— No te la acabes sin mí — le dijo y está sonrió.
— Sabes que hoy es la fiesta, deberíamos ir, nos la pasaremos bien y mereces un momento de descanso — dijo y Adhara acepto sin rechistar, quería algo que la hiciera olvidar lo pésima que era su vida.
— Esta bien, compre mi traje hace días, no puedo esperar el próximo Halloween para probarlo — sin más y con una sonrisa se levantaron y comenzar a arreglarse, pasarían por la casa de Jane, esta se pondría su traje e irían.
Después de unas horas de arreglo y un muy buen disfraz de aquellas dos, salieron ante la mirada asombrada de Zara, la madre de Jane, está hubiese preferido verlas con cualquier cosa que no fuese aquello.
— Adiós señora Zara — dijo Adhara haciendo que la mujer sonreirá y le lanzará un beso, la quería como a una hija y sabía que se cuidaría mutuamente aquella noche.
— Nos divertiremos — sentenció Jane.
La música estaba alta, todos bailaban y las contagiaba de aquella energía.
— ¡Me gusta esto! — grito Adhara, comenzó a moverse al ritmo de la electrónica que no dejaba de sonar.
Había ángeles, demonios, hadas, puercos y hasta un bebé gigante en pañales, era el momento en el que la creatividad hacia su trabajo y todos decidían salir con algo diferente.
Esa noche estaba decidida a tomar y olvidar sus pequeños problemas, llevaba horas en las que no había parado, un poco mareada y con una amiga que parecía se iría en cualquier momento con Scott, este había llegado ahí y no paraban de besarse.
Miro a su alrededor y trastabillando se acercó a una mujer que vendía cervezas.
— Me das una, espero que esta fresca, porque me estoy muriendo de sed— dijo arrastrando las palabras de forma cómica, haciendo que aquella riera.
A su lado un hombre alto y vestido de Highlander paso, estaba igual de borracho que ella o un poco más, corrió hacia él, sin derramar un poco de su cerveza, no dejaría escapara aquel buenorro.
— Espera, Espera — le grito mientras lo tomaba de la mano, parando su paso.
— Highlander, ¿Bailamos? — le dijo de forma coqueta.
— No se dé habláis, no conozco los pasos de esta danza — aquella respuesta la hizo quedar aún más emocionada.
— Yo te enseño mi lord — le dijo siguiéndole el juego.
— Laird, jefe del clan Mackay —corrigió.
— Como diga —y sin más lo beso, este estaba sorprendido, pero siguió su juego, aquella pequeña rubia era demasiado sexy, aunque no entendía porque había cortado su Tartán, eso era una ofensa para el clan, quizás era una desterrada, pero le encantaba como le quedaba aquello.
En cuestión de minutos estaban en una casa rodante, no tenían ni la más mínima idea de quien sería, pero era perfecto, cuerpo de acero, cejas pobladas, cabello oscuro, un cabello castaño y ojos realmente bellos.
Era guapísimo y lo quería solo para ella.
— ¡Eres mío Laird Mackay! — dijo esta mientras lo besaba, este se estaba dejando llevar de aquella loca mujer, le estaba gustando demasiado, aquellos eran los placeres del mismísimo infierno, esos que lo querían ver sumido en aquel espejismo y no dejarlo salir jamás, pero aprovecharía esa noche, aquella tentación era demacrado grande, dulce y era imposible decirle que no.
— Maldito hades, solo por esta ves caeré — dijo fuertemente, haciendo que Adhara se emocionar aún más, la experiencia de estar con un guerrero escocés se estaba cumpliendo.
— ¡Si Hades, solo por esta vez! — la beso apasionadamente.
El día había llegado y con ella la luz que se colaba por las ventanas del lugar, Adhara despertó con un dolor en las piernas y con una cruda que no se imaginaba, miró a su lado y vio a aquel hombre inmenso, el sol le quedaba bastante bien en aquella piel bronceada.
— ¿Qué hiciste ADHARA? — se dijo así misma mientras se tiraba dramáticamente a la cama nuevamente.
— El rey te ha citado en sus tierras, es hora de volver a la batalla — dijo Angus su mano derecha, estaba serio como siempre, al encontrarlo en el campo de entrenamiento, este lo ignoro y siguió afilando su espada.En una semana estaría frente al rey o lo encontrarían en medio de la guerra, no se podía esperar algo seguro jamás.— Preparaos, en unos días partiremos, entrenen, descansen lo suficiente que será un trabajo arduo — les hablo fuertemente, cuando este emitía algún anuncio, todo el lugar se quedaba en completo silencio, era el jefe del clan y le debían respeto, además de eso, se lo había ganado.Chaid Mackay, el frío, siempre había vivido tan orgulloso de sus hazañas, su apodo lo había ganado cuando tan solo tenía veinte años, en su segunda batalla, este había logrado derribar a medio ejercito totalmente solo.Era demasiado bueno con la espada, muchos hombres sentían miedo cuando este la blandía, miro a su guerrero y asintió levemente, no le gustaba hablar en medio de un entr
— ¿Chaid Mackay, te llamas así? — le preguntó Adhara totalmente sorprendida.Había pasado tantos años soñando con viajar a las mismas highlands para tener un hombre como aquel y ahora lo tenía entre sus brazos.Este no sabía que pensar, había pasado demasiado tiempo con una mujer que conocía muy poco, sus hijos eran algo enigmático.— Solo busco a mi hermana — le dijo este como respuesta, era algo que no se esperara que dijera.— ¡Oh, entiendo! ¿Dónde se perdió? — le preguntó algo triste por lo que esté le estaba contando.Chaid se levantó de aquella cama, era un remolque bastante pequeño y no tenía ni idea por donde comenzar a buscar.— En el infierno — dijo con seriedad, aunque la mujer le estaba pareciendo bastante hermosa y no podía dejar de mirarla.— Entiendo, si deseas te puedo ayudar a buscar, podemos ir a la policía y comenzar a buscar ahí, creo que será de gran ayuda — le dijo y este se quedó mirándole, realmente no era de su mundo, su ropa, su manera de hablar era demasiado
Esa mañana habían levantado completamente agotados, ver una maratón completa del señor de los anillos no era poca cosa, su amiga le había llamado, estaba preocupada al ver que esta no había estado en los entrenamientos esa mañana, habían terminado la etapa de estudios en aquel semestre, pero dedicaban dos semanas para hacer un entrenamiento completo, se iban de vacaciones el resto y volvían dos semanas antes, donde acondicionaban su cuerpo para las nuevas competencias.— No creo que vaya estas vacaciones, encárgate tú, estaré ocupada en algunas cosas que demandan mi tiempo — le dijo y le colgó, estaba bastante ocupada en ver como aquel hombre, de cuerpo bastante sexy estaba frente a ella, totalmente dormido y con el sol a su favor, haciendo que su piel resplandeciera.Era difícil no intentar besarlo, así que se puso justo en una posición donde sus labios se rozaran, este sintió como se acercaba, si algo había aprendido en la batalla, era el estar alerta a cualquier cambio en su espaci
— Tu hermana está en alguno de estos lugares, tiene que estarlo — dijo esta cuando comenzaron a buscar y nada surtía efecto, parecía ser como si se la hubiesen tragado de la faz de la tierra.— No lo sé, hemos buscado por todos lados, ¡maldito inframundo! — dijo este mientras seguía mirando por cada sitio que ella le indicaba.Adhara por su parte, tenía miedo de pensar que la niña la había sacado quizás de trata de blancas, no había nada seguro, así que seguiría buscando hasta agotar sus últimos cartuchos.— Deberíamos volver, es tarde y ya a esta hora es imposible seguir — le dijo ella, él ni siquiera la miró, sabía que estaba decepcionado, así que se marcharon en completo silenció, la primera vez que había usado aquel coche, se sorprendió totalmente, parecía ser que jamás había visto uno así, Adahara cada vez se reía más con las cosas que este decía, era demasiado extraño.— ¿Quieres ver alguna película? — le preguntó para ver si este cambiaba su semblante.— Quiero ver la que nos v
— ¿Buscamos en hospitales? — preguntó esta en la mañana,Habían tenido una noche bastante agitada, su cabello despeinado daba por hecho aquello.— Es buena idea, ¿en qué palacio brindan aquel servicio? — preguntó este, acostumbrado a que sus guerreros se atendieran en campamentos, en los conventos o en el reino.— No, ya te digo, a los centros médicos — dijo Adhara y comenzó a arreglarse, Chaid trataba de mantener su mente totalmente concentrada en la aparición de su hermana, pero era difícil al estar a su lado.Effie era tan solo una pequeña, cuando eso había pasado, no entendía la crueldad del hombre para llegar hasta esto, Duncan debía pagar por todo lo que había pasado, vengaría la muerte de su familia.— ¿En qué piensas? — volvió a preguntar, siempre que lo veía en total silencio, este estaba concentrado en algo más, no precisamente en este mundo.— Solamente pienso en Effie — dijo y ella le miró con ternura, cada día conocía un poco más de él.— No sabía que ese era su nombre —
Magno, el esposo de Dorotea había llegado junto a su hijo Celac, este último estaba entusiasmado de poder haber llegado a descansar.Algo al interior del hogar no le parecía nada bien, este estaba diferente a como lo habían encontrado, su mujer no estaba, le había llamado repetidas veces y está no contestaba, vio aquella ropa femenina que sabía no pertenecía a su esposa, además era algo que jamás había visto vestir a alguien, asumía que era de una joven, por el tamaño de estas.Tomó su daga y la preparó, quizás aquella mujer le había hecho daño a su esposa, extrañaba verla sola.— ¿Quién eres? — dijo el hombre al ver a una joven dormir en el dormitorio de su hijo.Celac se quedó impresionado de aquella mujer, era realmente hermosa, su cabello parecían hebras de oro y su piel dorada la hacían ver como una diosa.Adhara se levantó totalmente asustada, no esperaba encontrarse con alguien más, ver a aquel hombre barbudo y molesto le hizo sentir un miedo que nunca había experimentado.— Yo
El miedo de todos era bastante grande, no se imaginaban que llegara uno de los guerreros del laird a buscar a alguien y ahí estaba aquel día, los nervios eran algo que seguirían sintiendo, pues lo más probable era que este volvería a aparecer.— ¿Que tan peligroso es que vengan aquí? — preguntó Adhara.— Mucho, pues estos deciden si nuestro pago es digno del rey o no, es algo que nosotros sabemos que debemos hacer — le dijo esta, sabía que volvería en unas horas, este solamente le estaba dando el tiempo a que llegara su esposo.— No salgas por nada del mundo — le dijo, estaba sabido de que estos a veces cuando sospechaban algo de lo que no estaban de acuerdo comenzaban a indagar, tenían el tiempo como para solucionar que esta no la viesen en ningún lado.Adhara sabía que no era algo bueno y que los castigos podían terminar hasta en la muerte así que acató lo que esta decía, no quería que pasaran algún problema por ella, habían sido demasiado buenos.Después de algunas horas, la puerta
Adhara llevaba una semana en casa de aquellas personas que la habían acogido con amabilidad, sabía que en algún punto debía encontrarse con su amor, había estado escuchado cuando a veces hablaban cosas de este, no entendía tal miedo, pero era demasiado.— ¿En qué piensas? — le preguntó Celac, aquella conversación le recordó a Chaid, siempre estaba disperso, cuando este hablaba, le contaba todo lo que sentía.— Solo quiero que él tiempo corra, he de hacer muchas cosas — le contestó con una sonrisa, el joven estaba triste al ver que esta se alejaría, y se estaba acostumbrando a tenerla ahí y salir con miles de ocurrencias.— Adhara, no te vayas, quizás aquí puedas vivir bien — le dijo el joven y ella le sonrió.— He venido aquí con un propósito y no lo puedo cambiar — le comento, no sabía exactamente qué decir.— Dentro de poco creceré y podré casarme contigo, no tendrías que buscar — le dijo este, mientras sus mejillas se teñían de un rosa intenso.— No puedo, eres un niño, Celac, ya e