HACIENDA VALLADOLIDCINCO AÑOS ATRÁSPasos firmes que daba adelante, pasos incansables, pasos que no necesitaban de un esfuerzo adicional. Con las manos en la cintura, y por cada segundo, un paso, las botas color negro que hacían una combinación perfecta con aquella falda color blanco mientras la blusa manga larga y el cuello y las muñecas adornadas de joyas preciosas.La sonrisa en el rostro y la mirada de burla cubierta detrás de aquellos lentes de sol mientras con pasos temerosos, Elena caminaba hacia atrás. El miedo que le tenía a Valeria impreso en su rostro.No importa lo mucho que ella pretendiera gritar, estaban en las caballerizas, justamente donde casi nadie iba a visitar a esa hora. Valeria había escogido el lugar perfecto para su siguiente movimiento.—Te lo dije, te lo dije una y otra vez, no quisiste hacerme caso —, continuó diciendo Valeria con la misma sonrisa en el rostro.Justamente fue en ese momento en que Elena sintió como dejaba de respirar. El aire ya no era suf
TRES MESES DESPUÉSDelicadas risas que se escuchaban desde la gran entrada de la gran casa de los Valladolid, Valeria Valladolid acababa de llegar. La sonrisa incrédula se hizo en su rostro. En su casa solo elegancia, ¿quién tenía el derecho de levantar la voz y reír? En ese casa nada pasaba sin que ella lo autorizara.— ¿Tenemos visitas y nadie me avisó? —Preguntó Valeria a su hombre de confianza, el que estaba dispuesto a hacer todo por ella y el mismo que la había llevado hasta su ahora difunto marido como una mujer digan de portar su apellido.—No lo sé, señora. Hasta donde sé nadie venía a visitarnos hoy.Valeria continuó su camino hasta que pudo llegar a la sala de estar, desde donde las risas se escuchaban solo para encontrarse con su nuera, la misma que compartía con un hombre mayor.— ¡Oh! Eres tú, Erika, no sabía que hoy teníamos visitas —, dijo ella sin dejar de mirar al hombre bien vestido enfrente de Erika.— ¡Oh! Señora Valladolid, qué bueno que llega —, Erika se levantó
Con una sonrisa que se reflejaba en el tocador frente a ella mientras se quitaba el maquillaje que había llevado todo el día, Erika admiraba cada una de sus expresiones. No podía ser más feliz, justamente ese día había sido cuando ella tuvo la junta con el personal y les había hecho saber su idea de querer cambiar lo que la señora Valladolid había hecho.La puerta de s habitación fue tocada.—Adelante —, dijo ella pensando que sería su marido.Tranquila se mantuvo hasta que en el espejo vio el reflejo de la persona que la había molestado por tanto tiempo y que no le había dicho a nadie.—Antonio, ¿qué haces aquí? ¿Qué no te das cuenta que estoy a punto de darme un baño? ¡Tu hermano puede entrar! ¡Estoy harta, ¿por qué me acosas? —Preguntó un poco tensa.—Mi hermano no va a llegar todavía. Yo solo quiero que seas sincera conmigo, ¿quién eres? Dímelo, no se lo diré a nadie —, dijo Antonio acercándose más de la cuenta a su cuñada.—Estás tomado, no sé de lo que estás hablando. ¡Suéltame
Con una sonrisa que se reflejaba en el tocador frente a ella mientras se quitaba el maquillaje que había llevado todo el día, Erika admiraba cada una de sus expresiones. No podía ser más feliz, justamente ese día había sido cuando ella tuvo la junta con el personal y les había hecho saber su idea de querer cambiar lo que la señora Valladolid había hecho.La puerta de s habitación fue tocada.—Adelante —, dijo ella pensando que sería su marido.Tranquila se mantuvo hasta que en el espejo vio el reflejo de la persona que la había molestado por tanto tiempo y que no le había dicho a nadie.—Antonio, ¿qué haces aquí? ¿Qué no te das cuenta que estoy a punto de darme un baño? ¡Tu hermano puede entrar! ¡Estoy harta, ¿por qué me acosas? —Preguntó un poco tensa.—Mi hermano no va a llegar todavía. Yo solo quiero que seas sincera conmigo, ¿quién eres? Dímelo, no se lo diré a nadie —, dijo Antonio acercándose más de la cuenta a su cuñada.—Estás tomado, no sé de lo que estás hablando. ¡Suéltame
HACIENDA VALLADOLIDDejando caer su bolso sobre uno de los sillones, Valeria llegó molesta. No podía creer que la muy imbécil de su nuera siguiera en las mismas condiciones. Ella no despertaba y sobre todo, más cosas parecían ponerse en su contra. Ahora resultaba que estaba embarazada. ¡Solo eso le faltaba!—Tranquila, mi señora —, dijo Tomás al ver la manera en la que llegaba a la hacienda.—Es que no puedo creer que todo esto me esté pasando a mí. No sé cuánto tiempo me va a tomar que esa imbécil despierte. Y si en verdad se quiere morir, que lo haga de una vez por todas. ¡Ahora resulta que la imbécil está embarazada! No sé cuánto tiempo más pueda comprar al doctor para que no vaya a decir nada. Zein no tiene que saber que Erika está esperando un hijo.—Señora Mía, disculpe que me meta en lo que no me importa pero, ¿no cree que ese niño puede traer más cosas buenas que malas?— ¡Por Dios! ¿De qué estás hablando, Tomás?Tomás con una sonrisa en el rostro se paseó de un lado a otro al
HOSPITAL PSIQUIATRICO VALLADOLID— ¡Vamos, vamos! —Gritó una mujer que caminaba a lado de Erika mientras la jalaba del brazo.Erika como si hubiera sido drogada de alguna manera, todo lo que podía hacer era llorar y llorar mientras las luces de aquel hospital en mal estado aparecía como luces borrosas frente a sus ojos. Alguien muy malo había hecho una mala jugada con ella y la estaban haciendo sentir tan lejana a su cuerpo, como si este ya no le perteneciera.— ¡Te digo que te apures, estúpida!Más rápido la hicieron caminar. Alrededor todo lo que veía a era a gente que había perdido la razón, algunos se golpeaban la cabeza mientras otros solo se mantenían en silencio.Caminando más al fondo de los pasillos finalmente lograron llegar hasta aquel lugar que sería la habitación de Erika por el resto de su vida.—Te digo que te apures imbécil —. Y fue en ese momento en que la doctora que se iba a hacer cargo de ella y la que le iba a hacer tanto daño la empujó al fondo de la habitación.
De regreso en la hacienda de los Valladolid, Valeria parecía un poco nerviosa. Sabía perfectamente que había dado órdenes claras de que quería que su hijo Zein viera a su esposa como una loca pero la verdad es que tenía miedo que el doctor fuera a fallar y todos sus planes se fueran por la borda.En ese momento su celular sonó. Debía de ser su hombre de confianza, ¿quién más?—Mi señora, soy yo, Tomás.— ¿Qué es lo que quieres? ¿Ya hiciste lo que te encargué?—Justamente en este momento voy en camino. El hombre sigue por la carretera, le hablaba solo para decirle que si no quiere que haga o le saque algún tipo de información antes de que se muera.Valeria sonrió. El padre de la loca estaba a algunos minutos de encontrarse con su otra hija. —Sí, si quiero que le hagas saber algo.—Usted solo diga mi señora.—Quiero que sepa que su hija estuvo en esta hacienda, murió aquí y que estaba esperando un bastardo. Eso es lo que quiero que sepa. Dicho eso… Lo matas —afirmó ella como si se trata
UN MES DESPUÉSMientras en su despacho, Valeria reía con su hombre de confianza sobre todos los planes que tenían para implementar con los granjeros el año que entraba y poder sacar más de las ganancias que ella ya sacaba cada año pero está vez, reduciendo los sueldos de los hombres, Tomás y Valeria reían mientras bebían de sus copas de vino. Eran buenos amigos pero sobre todo, eran socios de todas las cosas malas que Valeria había hecho y Tomás le había acompañado.—No puedo dejar de pensar en el momento en que mi nieto nazca. Será lo mejor que le va a pasar a esta hacienda —dijo ella mientras se relajaba.—Ya falta muy poco, mi señora, falta muy poco.—¿Qué te ha dicho el doctor? ¿Cómo viene el bebé?—Perfectamente bien, mi señora. Esperemos que en menos de seis meses ya lo podamos tener aquí.—Y yo pueda cobrar todo el dinero de esa maldita loca.En ese momento que Valeria se imaginaba cómo iba a ser su vida con el dinero que estaba a punto de caer en sus manos, la puerta de su des