HACIENDA VALLADOLID: Contrato con la esposa del enemigo
HACIENDA VALLADOLID: Contrato con la esposa del enemigo
Por: Alejandra García
CAPÍTULO 1

HACIENDA VALLADOLID

CINCO AÑOS ATRÁS

Pasos firmes que daba adelante, pasos incansables, pasos que no necesitaban de un esfuerzo adicional. Con las manos en la cintura, y por cada segundo, un paso, las botas color negro que hacían una combinación perfecta con aquella falda color blanco mientras la blusa manga larga y el cuello y las muñecas adornadas de joyas preciosas.

La sonrisa en el rostro y la mirada de burla cubierta detrás de aquellos lentes de sol mientras con pasos temerosos, Elena caminaba hacia atrás. El miedo que le tenía a Valeria impreso en su rostro.

No importa lo mucho que ella pretendiera gritar, estaban en las caballerizas, justamente donde casi nadie iba a visitar a esa hora. Valeria había escogido el lugar perfecto para su siguiente movimiento.

—Te lo dije, te lo dije una y otra vez, no quisiste hacerme caso —, continuó diciendo Valeria con la misma sonrisa en el rostro.

Justamente fue en ese momento en que Elena sintió como dejaba de respirar. El aire ya no era suficiente cuando frente a ella podía tener a la misma muerte.

— ¡Déjeme, déjeme, ni siquiera se atreva a ponerme un dedo encima! —Gritó al momento que chocaba su espalda con una columna.

— ¿Y tú si pudiste ponerle un dedo encima a mi hijo? ¡Te lo dije mil veces, te dije que te alejaras porque no iba a responder!

Elena comenzó a rogar por el aire que le estaba faltando. Valeria había encontrado su debilidad. Aquella mujer era asmática. El aire que entraba nunca iba a ser suficiente porque lo que en verdad necesitaba era su inhalador.

Buscando con desesperación entre su bolsa, Valeria la miró sintiéndose más poderosa de lo que ya lo era.

Y justamente cuando Elena fue capaz de encontrar el inhalador en sus cosas, Valeria no dudó un segundo más y se lo arrebató de las manos mientras la sonrisa de burla seguía en ella.

—Por favor… por favor, se lo suplico, señora… por favor —dijo ella sintiendo que ese minuto sería el último.

Arrojando con todas su fuerzas el inhalador a las caballerizas, Valeria tomó a Elena del cuello a punto de asfixiarla.

—Por favor, señora, hágalo por su nieto en mi vientre…

—Mi nieto no será un b*st*rd*. Mi nieto tendrá la sangre de familias importantes. No la tuya.

Y sin más, Valeria la soltó dando la media vuelta. Solo era cuestión de minutos para que ella muriera. Solo era cuestión de segundos para que aquella mujer que llegó a trabajar en esa casa y ese niño en su vientre murieran de una vez por todas.

Se lo dijo incontables veces. Una sirvienta y un Valladolid jamás, jamás podrían estar juntos. Esa mujer había tenido las agallas de enredarse con uno de sus hijos hasta quedar embarazada. Era una pena que ni su hijo ni ella fueran a ver una mañana.

Y tal como ella lo había dicho, solo fue cuestión de minutos para que atrás, en el suelo cayera el cuerpo sin vida de Elena. Elena y el nieto de Valeria habían muerto.

AÑO 2023

Risas que invadían aquel cuarto en el que estaban arreglando a la novia más preciosa. El velo ya había sido acomodado en el peinado, la sonrisa en su rostro no podía ser más hermosa. Estaba a punto de casarse con el hombre de su vida. Ese sin ninguna duda era el mejor día de su vida.

Tres años habían pasado hasta que por fin fuera Zein quien le hiciera saber sus deseos de pasar el resto de su vida a su lado. Una de las mujeres más importantes en ese país y en ese pueblo, la gran señorita Erika Beltrán.

— ¿Todo listo? —Llegó una de las sirvientas preguntando.

— ¡Juanita! —Clamó Erika. —Juanita, ¿ya está todo listo?

—Todo listo, señorita. El novio ya está abajo, la ceremonia está a punto de comenzar.

Una última vez Erika se miró al espejo. Sin duda era la novia más hermosa. La misma que estaba a punto de contraer matrimonio con uno de los hombres más importantes del país, Zein Valladolid.

Finalmente Erika se levantó de su lugar. Todo estaba listo.

— ¿Cómo me veo, Juanita? —Preguntó Erika a su trabajadora de confianza.

— ¡Se ve perfecta, señorita! Por fin hoy se casa, por fin hoy se convierte en la mujer de Zein Valladolid. La próxima patrona.

Erika no pudo evitar reír. — ¿Nos vamos?

— ¡Claro! Le voy a hablar a su papá para que pueda entregarla al novio. ¡Estoy emocionada! —Gritó Juana mientras corría escaleras abajo, dejando a Erika con una enorme sonrisa en el rostro.

Aquel vestido blanco, aquel velo que cubría su rostro, aquella sonrisa que no se le veían siempre. Se iba a casar enamorada como pocas personas en el mundo parecen hacerlo ya. Solo tenía un deseo. Algún día, esperaba que algún día pudiera encontrar a su hermana gemela, la misma de la que no sabían nada desde hace más de quince años.

—Deseo, deseo poder encontrarte, Elena. Eso es lo que más deseo.

Con una copa de vino, caminando de un lado a otro sin poder dejar de ver las decoraciones de la boda que se iba a llevar a cabo, Antonio no parecía poder calmarse. El novio parecía ser antes que su hermano.

— ¡Hey, hey, ¿qué te pasa, Antonio?! —Peguntó Valeria al ver lo inquieto que estaba su hijo.

— ¡Es que no puedo creer que estés dejando casar a Zein con Erika! ¿No te das cuenta que ella…

— ¿Qué ella qué? ¿Sigues pensando que ella puede ser Elena, la mujer que encontraron muerta en las caballerizas hace cinco años?

Antonio solo pudo mirar a su madre. —Yo la quería, mamá.

—Tú no querías a nadie.

—Estaba embarazada de mi hijo.

— ¿Y quién te asegura que ese niño era tuyo? Si ella mirió fue por descuidad, si sabía que estaba enferma, ¿por qué no cuidó de su medicamento? El medicamento lo encontraron muy lejos de donde ella estaba.

—Algo en dice que alguien quería hacerle daño.

—Por favor, no seas idiota.

—Alguien tenía la intención de-

— ¿Abusar de ella? Quizá, quizá el chofer. Al chofer le gustaba esa mujer.

— ¿En verdad no te das cuenta del parecido de Elena con Erika? Podrían ser gemelas.

— ¡Sí, sí, en su momento me impresionó lo mucho que se parecían pero luego me di cuenta que no son la misma persona! Erika tiene clase, viene de una familia adinerada, por supuesto ella no tiene nada que ver con la m*****a de Elena, ella no era más que una sirvienta. Así que ya cállate que tu hermano se está casando —. Dicho eso, Valeria caminó adelante.

Las personas ya comenzaban a tomar su lugar para sentarse y presenciar la boda. Y frente a aquel altar, Zein ya esperaba a su esposa.

Valeria no podía estar más contenta. Finalmente el más inteligente de sus hijos iba a contraer matrimonio con una de las personas más importantes del país. Y no era que quisiera más a uno de sus hijos que al otro pero era la misma Valeria quien bien sabía perfectamente que entre Antonio y Zein, era a Zein a quien le podía confiar la empresa y no al mujeriego y débil de Antonio.

—Vamos, Antonio, la boda de tu hermano está a punto de empezar —, dijo Valeria.

— ¡No se te olvide, madre. Para mí esa mujer es Elena y será mía, mía!

Y de esa manera, tomando cada uno sus lugares la ceremonia estaba por empezar.

Y justamente en el camino que llevaba al altar, una mujer que se detenía ahí junto con un hombre mayor. Su padre.

Erika no podía ser más feliz, el hombre de sus sueños la estaba esperando en el altar.

PUEBLO DE LOS VALLADOLID

HOSPITAL PSIQUIATRICO VALLADOLID

Cuando no existe la esperanza, cuando más duro han golpeado aquellos que creen tener el poder de todo. El tiempo que como agua de río se va, las tormentas pasan, el interminable cielo gris deja de serlo, tarde o temprano deja de serlo.

Mentiras, secretos por conocer, más mentiras que lo hundieron en aquel lugar. Todos iban a pagar por el error y él no iba a descansar hasta que tuviera a todas esas personas de rodillas.

Acostado en la misma cama que había probado por más de dos años, rodeado de aquellas cuatro paredes. Una puerta que solo se habría cuando se usaba la llave en el candado. ¿Cuánto más hasta que él pudiera salir de ese lugar? Porque antes que la muerte viniera por él, estaba seguro que iba a salir. El infierno lo esperaba afuera y él no se iba a rendir.

Ya no quedaba nada del gran Marcos Montiel que siempre fue. Ya no quedaba nada del hombre bien vestido que caminaba por los pasillos de una de las compañías más grandes en los Estados Unidos. El único heredero de los Montiel había caído. No quedaba más que un hombre que había perdido la razón, o al menos eso le hicieron creer al mundo.

De pronto la puerta abriéndose fue escuchada. El rechinar del candado lo hizo abrir los ojos. Otro día que sería lo mismo.

— ¿Listo para tu medicamento? —Preguntaron.

Marcos, aferrándose a las sábanas, cerró los ojos. Ya sabía lo que le esperaba a esas horas.

— ¡Te estoy hablando, loquito! —La enfermera movió su cuerpo con brusquedad.

Molesto, harto de todas esas humillaciones durante seis años, empujó a la enfermera que acababa de molestarlo al mismo tiempo que se levantaba de la cama.

— ¡Imbécil, ¿quién te crees? ¿Ustedes qué esperan? Agárrenlo! —Gritó la mujer a los dos enfermeros que estaban a su lado.

Y de un solo movimiento, los dos hombres tomaron a Marcos, cada uno de un brazo.

— ¡Denle su merecido y llévenlo a su tratamiento!

Teniéndolo de los brazos, uno de los enfermeros golpeó a Marcos en el estómago, dejándolo sin aire y así, salir de aquella habitación para llevarlo al lugar donde las descargas eléctricas eran el tratamiento que había recibido en esos seis años.

Un lugar sin salida era ese. No importaba cuando, él seguiría aferrado a su venganza.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo