HACIENDA VALLADOLID
CINCO AÑOS ATRÁS
Pasos firmes que daba adelante, pasos incansables, pasos que no necesitaban de un esfuerzo adicional. Con las manos en la cintura, y por cada segundo, un paso, las botas color negro que hacían una combinación perfecta con aquella falda color blanco mientras la blusa manga larga y el cuello y las muñecas adornadas de joyas preciosas.
La sonrisa en el rostro y la mirada de burla cubierta detrás de aquellos lentes de sol mientras con pasos temerosos, Elena caminaba hacia atrás. El miedo que le tenía a Valeria impreso en su rostro.
No importa lo mucho que ella pretendiera gritar, estaban en las caballerizas, justamente donde casi nadie iba a visitar a esa hora. Valeria había escogido el lugar perfecto para su siguiente movimiento.
—Te lo dije, te lo dije una y otra vez, no quisiste hacerme caso —, continuó diciendo Valeria con la misma sonrisa en el rostro.
Justamente fue en ese momento en que Elena sintió como dejaba de respirar. El aire ya no era suficiente cuando frente a ella podía tener a la misma muerte.
— ¡Déjeme, déjeme, ni siquiera se atreva a ponerme un dedo encima! —Gritó al momento que chocaba su espalda con una columna.
— ¿Y tú si pudiste ponerle un dedo encima a mi hijo? ¡Te lo dije mil veces, te dije que te alejaras porque no iba a responder!
Elena comenzó a rogar por el aire que le estaba faltando. Valeria había encontrado su debilidad. Aquella mujer era asmática. El aire que entraba nunca iba a ser suficiente porque lo que en verdad necesitaba era su inhalador.
Buscando con desesperación entre su bolsa, Valeria la miró sintiéndose más poderosa de lo que ya lo era.
Y justamente cuando Elena fue capaz de encontrar el inhalador en sus cosas, Valeria no dudó un segundo más y se lo arrebató de las manos mientras la sonrisa de burla seguía en ella.
—Por favor… por favor, se lo suplico, señora… por favor —dijo ella sintiendo que ese minuto sería el último.
Arrojando con todas su fuerzas el inhalador a las caballerizas, Valeria tomó a Elena del cuello a punto de asfixiarla.
—Por favor, señora, hágalo por su nieto en mi vientre…
—Mi nieto no será un b*st*rd*. Mi nieto tendrá la sangre de familias importantes. No la tuya.
Y sin más, Valeria la soltó dando la media vuelta. Solo era cuestión de minutos para que ella muriera. Solo era cuestión de segundos para que aquella mujer que llegó a trabajar en esa casa y ese niño en su vientre murieran de una vez por todas.
Se lo dijo incontables veces. Una sirvienta y un Valladolid jamás, jamás podrían estar juntos. Esa mujer había tenido las agallas de enredarse con uno de sus hijos hasta quedar embarazada. Era una pena que ni su hijo ni ella fueran a ver una mañana.
Y tal como ella lo había dicho, solo fue cuestión de minutos para que atrás, en el suelo cayera el cuerpo sin vida de Elena. Elena y el nieto de Valeria habían muerto.
AÑO 2023
Risas que invadían aquel cuarto en el que estaban arreglando a la novia más preciosa. El velo ya había sido acomodado en el peinado, la sonrisa en su rostro no podía ser más hermosa. Estaba a punto de casarse con el hombre de su vida. Ese sin ninguna duda era el mejor día de su vida.
Tres años habían pasado hasta que por fin fuera Zein quien le hiciera saber sus deseos de pasar el resto de su vida a su lado. Una de las mujeres más importantes en ese país y en ese pueblo, la gran señorita Erika Beltrán.
— ¿Todo listo? —Llegó una de las sirvientas preguntando.
— ¡Juanita! —Clamó Erika. —Juanita, ¿ya está todo listo?
—Todo listo, señorita. El novio ya está abajo, la ceremonia está a punto de comenzar.
Una última vez Erika se miró al espejo. Sin duda era la novia más hermosa. La misma que estaba a punto de contraer matrimonio con uno de los hombres más importantes del país, Zein Valladolid.
Finalmente Erika se levantó de su lugar. Todo estaba listo.
— ¿Cómo me veo, Juanita? —Preguntó Erika a su trabajadora de confianza.
— ¡Se ve perfecta, señorita! Por fin hoy se casa, por fin hoy se convierte en la mujer de Zein Valladolid. La próxima patrona.
Erika no pudo evitar reír. — ¿Nos vamos?
— ¡Claro! Le voy a hablar a su papá para que pueda entregarla al novio. ¡Estoy emocionada! —Gritó Juana mientras corría escaleras abajo, dejando a Erika con una enorme sonrisa en el rostro.
Aquel vestido blanco, aquel velo que cubría su rostro, aquella sonrisa que no se le veían siempre. Se iba a casar enamorada como pocas personas en el mundo parecen hacerlo ya. Solo tenía un deseo. Algún día, esperaba que algún día pudiera encontrar a su hermana gemela, la misma de la que no sabían nada desde hace más de quince años.
—Deseo, deseo poder encontrarte, Elena. Eso es lo que más deseo.
Con una copa de vino, caminando de un lado a otro sin poder dejar de ver las decoraciones de la boda que se iba a llevar a cabo, Antonio no parecía poder calmarse. El novio parecía ser antes que su hermano.
— ¡Hey, hey, ¿qué te pasa, Antonio?! —Peguntó Valeria al ver lo inquieto que estaba su hijo.
— ¡Es que no puedo creer que estés dejando casar a Zein con Erika! ¿No te das cuenta que ella…
— ¿Qué ella qué? ¿Sigues pensando que ella puede ser Elena, la mujer que encontraron muerta en las caballerizas hace cinco años?
Antonio solo pudo mirar a su madre. —Yo la quería, mamá.
—Tú no querías a nadie.
—Estaba embarazada de mi hijo.
— ¿Y quién te asegura que ese niño era tuyo? Si ella mirió fue por descuidad, si sabía que estaba enferma, ¿por qué no cuidó de su medicamento? El medicamento lo encontraron muy lejos de donde ella estaba.
—Algo en dice que alguien quería hacerle daño.
—Por favor, no seas idiota.
—Alguien tenía la intención de-
— ¿Abusar de ella? Quizá, quizá el chofer. Al chofer le gustaba esa mujer.
— ¿En verdad no te das cuenta del parecido de Elena con Erika? Podrían ser gemelas.
— ¡Sí, sí, en su momento me impresionó lo mucho que se parecían pero luego me di cuenta que no son la misma persona! Erika tiene clase, viene de una familia adinerada, por supuesto ella no tiene nada que ver con la m*****a de Elena, ella no era más que una sirvienta. Así que ya cállate que tu hermano se está casando —. Dicho eso, Valeria caminó adelante.
Las personas ya comenzaban a tomar su lugar para sentarse y presenciar la boda. Y frente a aquel altar, Zein ya esperaba a su esposa.
Valeria no podía estar más contenta. Finalmente el más inteligente de sus hijos iba a contraer matrimonio con una de las personas más importantes del país. Y no era que quisiera más a uno de sus hijos que al otro pero era la misma Valeria quien bien sabía perfectamente que entre Antonio y Zein, era a Zein a quien le podía confiar la empresa y no al mujeriego y débil de Antonio.
—Vamos, Antonio, la boda de tu hermano está a punto de empezar —, dijo Valeria.
— ¡No se te olvide, madre. Para mí esa mujer es Elena y será mía, mía!
Y de esa manera, tomando cada uno sus lugares la ceremonia estaba por empezar.
Y justamente en el camino que llevaba al altar, una mujer que se detenía ahí junto con un hombre mayor. Su padre.
Erika no podía ser más feliz, el hombre de sus sueños la estaba esperando en el altar.
PUEBLO DE LOS VALLADOLID
HOSPITAL PSIQUIATRICO VALLADOLID
Cuando no existe la esperanza, cuando más duro han golpeado aquellos que creen tener el poder de todo. El tiempo que como agua de río se va, las tormentas pasan, el interminable cielo gris deja de serlo, tarde o temprano deja de serlo.
Mentiras, secretos por conocer, más mentiras que lo hundieron en aquel lugar. Todos iban a pagar por el error y él no iba a descansar hasta que tuviera a todas esas personas de rodillas.
Acostado en la misma cama que había probado por más de dos años, rodeado de aquellas cuatro paredes. Una puerta que solo se habría cuando se usaba la llave en el candado. ¿Cuánto más hasta que él pudiera salir de ese lugar? Porque antes que la muerte viniera por él, estaba seguro que iba a salir. El infierno lo esperaba afuera y él no se iba a rendir.
Ya no quedaba nada del gran Marcos Montiel que siempre fue. Ya no quedaba nada del hombre bien vestido que caminaba por los pasillos de una de las compañías más grandes en los Estados Unidos. El único heredero de los Montiel había caído. No quedaba más que un hombre que había perdido la razón, o al menos eso le hicieron creer al mundo.
De pronto la puerta abriéndose fue escuchada. El rechinar del candado lo hizo abrir los ojos. Otro día que sería lo mismo.
— ¿Listo para tu medicamento? —Preguntaron.
Marcos, aferrándose a las sábanas, cerró los ojos. Ya sabía lo que le esperaba a esas horas.
— ¡Te estoy hablando, loquito! —La enfermera movió su cuerpo con brusquedad.
Molesto, harto de todas esas humillaciones durante seis años, empujó a la enfermera que acababa de molestarlo al mismo tiempo que se levantaba de la cama.
— ¡Imbécil, ¿quién te crees? ¿Ustedes qué esperan? Agárrenlo! —Gritó la mujer a los dos enfermeros que estaban a su lado.
Y de un solo movimiento, los dos hombres tomaron a Marcos, cada uno de un brazo.
— ¡Denle su merecido y llévenlo a su tratamiento!
Teniéndolo de los brazos, uno de los enfermeros golpeó a Marcos en el estómago, dejándolo sin aire y así, salir de aquella habitación para llevarlo al lugar donde las descargas eléctricas eran el tratamiento que había recibido en esos seis años.
Un lugar sin salida era ese. No importaba cuando, él seguiría aferrado a su venganza.
TRES MESES DESPUÉSDelicadas risas que se escuchaban desde la gran entrada de la gran casa de los Valladolid, Valeria Valladolid acababa de llegar. La sonrisa incrédula se hizo en su rostro. En su casa solo elegancia, ¿quién tenía el derecho de levantar la voz y reír? En ese casa nada pasaba sin que ella lo autorizara.— ¿Tenemos visitas y nadie me avisó? —Preguntó Valeria a su hombre de confianza, el que estaba dispuesto a hacer todo por ella y el mismo que la había llevado hasta su ahora difunto marido como una mujer digan de portar su apellido.—No lo sé, señora. Hasta donde sé nadie venía a visitarnos hoy.Valeria continuó su camino hasta que pudo llegar a la sala de estar, desde donde las risas se escuchaban solo para encontrarse con su nuera, la misma que compartía con un hombre mayor.— ¡Oh! Eres tú, Erika, no sabía que hoy teníamos visitas —, dijo ella sin dejar de mirar al hombre bien vestido enfrente de Erika.— ¡Oh! Señora Valladolid, qué bueno que llega —, Erika se levantó
Con una sonrisa que se reflejaba en el tocador frente a ella mientras se quitaba el maquillaje que había llevado todo el día, Erika admiraba cada una de sus expresiones. No podía ser más feliz, justamente ese día había sido cuando ella tuvo la junta con el personal y les había hecho saber su idea de querer cambiar lo que la señora Valladolid había hecho.La puerta de s habitación fue tocada.—Adelante —, dijo ella pensando que sería su marido.Tranquila se mantuvo hasta que en el espejo vio el reflejo de la persona que la había molestado por tanto tiempo y que no le había dicho a nadie.—Antonio, ¿qué haces aquí? ¿Qué no te das cuenta que estoy a punto de darme un baño? ¡Tu hermano puede entrar! ¡Estoy harta, ¿por qué me acosas? —Preguntó un poco tensa.—Mi hermano no va a llegar todavía. Yo solo quiero que seas sincera conmigo, ¿quién eres? Dímelo, no se lo diré a nadie —, dijo Antonio acercándose más de la cuenta a su cuñada.—Estás tomado, no sé de lo que estás hablando. ¡Suéltame
Con una sonrisa que se reflejaba en el tocador frente a ella mientras se quitaba el maquillaje que había llevado todo el día, Erika admiraba cada una de sus expresiones. No podía ser más feliz, justamente ese día había sido cuando ella tuvo la junta con el personal y les había hecho saber su idea de querer cambiar lo que la señora Valladolid había hecho.La puerta de s habitación fue tocada.—Adelante —, dijo ella pensando que sería su marido.Tranquila se mantuvo hasta que en el espejo vio el reflejo de la persona que la había molestado por tanto tiempo y que no le había dicho a nadie.—Antonio, ¿qué haces aquí? ¿Qué no te das cuenta que estoy a punto de darme un baño? ¡Tu hermano puede entrar! ¡Estoy harta, ¿por qué me acosas? —Preguntó un poco tensa.—Mi hermano no va a llegar todavía. Yo solo quiero que seas sincera conmigo, ¿quién eres? Dímelo, no se lo diré a nadie —, dijo Antonio acercándose más de la cuenta a su cuñada.—Estás tomado, no sé de lo que estás hablando. ¡Suéltame
HACIENDA VALLADOLIDDejando caer su bolso sobre uno de los sillones, Valeria llegó molesta. No podía creer que la muy imbécil de su nuera siguiera en las mismas condiciones. Ella no despertaba y sobre todo, más cosas parecían ponerse en su contra. Ahora resultaba que estaba embarazada. ¡Solo eso le faltaba!—Tranquila, mi señora —, dijo Tomás al ver la manera en la que llegaba a la hacienda.—Es que no puedo creer que todo esto me esté pasando a mí. No sé cuánto tiempo me va a tomar que esa imbécil despierte. Y si en verdad se quiere morir, que lo haga de una vez por todas. ¡Ahora resulta que la imbécil está embarazada! No sé cuánto tiempo más pueda comprar al doctor para que no vaya a decir nada. Zein no tiene que saber que Erika está esperando un hijo.—Señora Mía, disculpe que me meta en lo que no me importa pero, ¿no cree que ese niño puede traer más cosas buenas que malas?— ¡Por Dios! ¿De qué estás hablando, Tomás?Tomás con una sonrisa en el rostro se paseó de un lado a otro al
HOSPITAL PSIQUIATRICO VALLADOLID— ¡Vamos, vamos! —Gritó una mujer que caminaba a lado de Erika mientras la jalaba del brazo.Erika como si hubiera sido drogada de alguna manera, todo lo que podía hacer era llorar y llorar mientras las luces de aquel hospital en mal estado aparecía como luces borrosas frente a sus ojos. Alguien muy malo había hecho una mala jugada con ella y la estaban haciendo sentir tan lejana a su cuerpo, como si este ya no le perteneciera.— ¡Te digo que te apures, estúpida!Más rápido la hicieron caminar. Alrededor todo lo que veía a era a gente que había perdido la razón, algunos se golpeaban la cabeza mientras otros solo se mantenían en silencio.Caminando más al fondo de los pasillos finalmente lograron llegar hasta aquel lugar que sería la habitación de Erika por el resto de su vida.—Te digo que te apures imbécil —. Y fue en ese momento en que la doctora que se iba a hacer cargo de ella y la que le iba a hacer tanto daño la empujó al fondo de la habitación.
De regreso en la hacienda de los Valladolid, Valeria parecía un poco nerviosa. Sabía perfectamente que había dado órdenes claras de que quería que su hijo Zein viera a su esposa como una loca pero la verdad es que tenía miedo que el doctor fuera a fallar y todos sus planes se fueran por la borda.En ese momento su celular sonó. Debía de ser su hombre de confianza, ¿quién más?—Mi señora, soy yo, Tomás.— ¿Qué es lo que quieres? ¿Ya hiciste lo que te encargué?—Justamente en este momento voy en camino. El hombre sigue por la carretera, le hablaba solo para decirle que si no quiere que haga o le saque algún tipo de información antes de que se muera.Valeria sonrió. El padre de la loca estaba a algunos minutos de encontrarse con su otra hija. —Sí, si quiero que le hagas saber algo.—Usted solo diga mi señora.—Quiero que sepa que su hija estuvo en esta hacienda, murió aquí y que estaba esperando un bastardo. Eso es lo que quiero que sepa. Dicho eso… Lo matas —afirmó ella como si se trata
UN MES DESPUÉSMientras en su despacho, Valeria reía con su hombre de confianza sobre todos los planes que tenían para implementar con los granjeros el año que entraba y poder sacar más de las ganancias que ella ya sacaba cada año pero está vez, reduciendo los sueldos de los hombres, Tomás y Valeria reían mientras bebían de sus copas de vino. Eran buenos amigos pero sobre todo, eran socios de todas las cosas malas que Valeria había hecho y Tomás le había acompañado.—No puedo dejar de pensar en el momento en que mi nieto nazca. Será lo mejor que le va a pasar a esta hacienda —dijo ella mientras se relajaba.—Ya falta muy poco, mi señora, falta muy poco.—¿Qué te ha dicho el doctor? ¿Cómo viene el bebé?—Perfectamente bien, mi señora. Esperemos que en menos de seis meses ya lo podamos tener aquí.—Y yo pueda cobrar todo el dinero de esa maldita loca.En ese momento que Valeria se imaginaba cómo iba a ser su vida con el dinero que estaba a punto de caer en sus manos, la puerta de su des
TRES MESES DESPUÉSHabían pasado dos meses desde el momento en que Valeria empezó a molestar a su hijo con lo mismo: tenía que estar casado con una mujer poderosa y capaz para cuando naciera su hijo. Y había pasado un mes para que el mundo conociera a la nueva esposa de Zein Valladolid. Erika no fue capaz de firmar los documentos de su divorcio, así que Valeria y Tomás se encargaron de ello. Infinidad de veces Zein había afirmado que fue él quien le preguntó si quería divorciarse de él, pero Valeria se aseguró de que las pocas veces que fue a verla luciera como una maldita loca.La puerta de la habitación con esponjas en las paredes se abrió frente a sus ojos. Zein entró con el corazón roto. Ella estaba allí, en el mismo rincón de la habitación. Esta vez se veía diferente, parecía que el embarazo le estaba haciendo algo bueno. Aún con el rostro lleno de heridas y cicatrices, el cabello como un nido de pájaro y la piel de las manos endurecida, se veía linda con esa barriguita de siete