TRES MESES DESPUÉS
Delicadas risas que se escuchaban desde la gran entrada de la gran casa de los Valladolid, Valeria Valladolid acababa de llegar. La sonrisa incrédula se hizo en su rostro. En su casa solo elegancia, ¿quién tenía el derecho de levantar la voz y reír? En ese casa nada pasaba sin que ella lo autorizara.
— ¿Tenemos visitas y nadie me avisó? —Preguntó Valeria a su hombre de confianza, el que estaba dispuesto a hacer todo por ella y el mismo que la había llevado hasta su ahora difunto marido como una mujer digan de portar su apellido.
—No lo sé, señora. Hasta donde sé nadie venía a visitarnos hoy.
Valeria continuó su camino hasta que pudo llegar a la sala de estar, desde donde las risas se escuchaban solo para encontrarse con su nuera, la misma que compartía con un hombre mayor.
— ¡Oh! Eres tú, Erika, no sabía que hoy teníamos visitas —, dijo ella sin dejar de mirar al hombre bien vestido enfrente de Erika.
— ¡Oh! Señora Valladolid, qué bueno que llega —, Erika se levantó para saludar a su suegra.
—Sí, ya me doy cuenta de eso. ¿Puedo saber quién es esta persona? —Preguntó sin bajar la mirada nunca.
—Señora, le presento al detective Muñoz y está aquí porque yo lo llamé.
Valeria no pudo evitar sonreír incrédula. — ¿Qué? ¿Ya tan rápido las infidelidades comenzaron? ¿Sospechas de mi hijo?
Erika bajó la mirada. —No, por supuesto que no es eso. Es un asunto privado. Nada que ver con su hijo.
Y con esas palabras Valeria fue capaz de entender que Erika no la quería ahí.
Y exactamente esos pensamientos pasaron por la mente de Erika. Ella no quería ahí a su suegra porque no importaba el poder que ella tuviera sobre el pueblo, sobre Erika no era más que su suegra y como tal debía de respetarla. No más, no menos.
— ¡Bien, entiendo! —Valeria levantó las manos en señal de inocencia —. Ya entendí que no me necesitas. Nos vemos más tarde, querida.
Y sin más, Valeria se fue dejando a Erika más tranquila.
Tres meses que llevaba viviendo en ese lugar, tres meses que no le habían hecho ver más que lo tirana que su suegra podía ser. Odiaba ver la manera en la que ejercía su poder sobre todos esos agricultores que la hacían tres veces más rica de lo que ya lo era. Había cosas que Erika no iba a permitir pero si quería hacer algo, tenía que actuar lentamente, tenía que ser inteligente para revelarse ante ella.
Y justo cuando Valeria caminó lejos, Tomás la siguió. Su mano derecha.
—Quiero que investigues la razón por la que ese hombre está aquí. Hay algo que no me gusta de Erika, hay algo que me dice que me debo de cuidar de ella. Hay algo que no me gusta y si pudiera regresar el tiempo y hacer que mi hijo no se casara con ella, creo que lo haría. ¿Escuchaste, Tomás?
—Por supuesto, mi señora. Usted tendrá en sus manos esa información pronto.
—Que mi hijo no sepa nada.
— ¡Por supuesto, mi señora!
— ¡Muchas gracias, detective Muñoz! Todo lo que quiero es que todo se mantenga en discreción, no quiero que nadie sepa que tuve una hermana gemela y que al parecer vivió en este pueblo, ¿de acuerdo?
—De acuerdo, señora, no tiene que preocuparse de nada. Me voy que tengo otra cita.
—Adelante, vaya con cuidado.
Dicho eso, Erika se quedó sola en aquella sala. Una vez más tomaba asiento. Por fin sintió poder respirar. Nadie, nadie podía saber de sus planes, nadie podía saber todo lo que tenía en la cabeza después de haber estado conviviendo con Valeria Valladolid.
La verdad era que se encontraba muy preocupada por la gente que trabajaba para ella. No eran más que nobles hombres que apenas recibían un pago. Había tantas cosas que estaban mal en ese lugar, Valeria Valladolid siendo tratada como la diosa y pobre del que se atreviera a hablar mal de ella, podría encontrar la muerte.
Poco a poco ella se iba a convertir en la patrona y la jefa que la gente del pueblo necesitaba. Por supuesto que esa no era su intención pero si al menos pretendía que el pueblo tuviera lo que necesitaba.
Pensando en todo y a la vez en nada, Erika continuó su camino hasta hacia el despacho de su esposo, tenía tanto que hacer y si en verdad quería cambiar el destino de todas las personas en ese pueblo debía de empezar ya, lo más pronto posible.
UNA SEMANA DESPUÉS
El golpe de su puño contra el escritorio fue todo lo que se hizo escuchar en ese momento en aquel despacho, el despacho en el que nadie podía entrar más que la gente de Valeria Valladolid.
— ¡¿Qué acabas de decir?! —Preguntó ella sin poder creer lo que el hombre de confianza acababa de decir.
—Así como lo escuchó, patrona, su nuera acaba de tener una junta con todos los granjeros y les ha prometido cambios en su pago, la manera en la que viven y en los descansos que se le van a dar.
— ¡Esa m*****a no puede hacer eso! ¿Tiene ella la autoridad? ¡Aquí en el pueblo no debe de haber nadie más que yo!
—Ya lo sabemos, patrona pero su nuera parece que está convenciendo a la gente del pueblo y no solo eso, parece que los granjeros y todo el personal piensan revelarse contra usted.
— ¿Quién malditas seas es ella para crear nuevas políticas si yo no le he manmdado a hacer eso?
Todo lo pudo pensar Valeria en ese momento es que su nuera, la mujer con la que había aceptado que su hijo se casara era que tenía que salir del camino, ella no podía ser quien mandara.
—Quiero a mi hijo aquí, en este momento.
—Señora, eso no es todo —, continuó el hombre mirando a la patrona con una pizca de burla y satisfacción pues lo que estaba por revelar iba más allá de lo que su señora pudiera pensar.
— ¿Ah no? ¿Qué más me vas a decir? ¿Qué será ella quien autorice las exportaciones del vino de la familia?
—Algo más interesante.
Valeria miró a Tomás hasta poderse sentar en su lugar nuevamente. —Te escucho.
—Tengo toda la información de la persona que vino a ver a su nuera y sé también lo que ella está buscando.
La sonrisa se hizo en el rostro de Valeria. — ¿Qué es lo que está buscando esa estúpida?
—Ella trabaja con el abogado Muñoz porque está en busca de s hermana perdida.
— ¿Hermana? ¿Tiene ella una hermana?
—Y lo peor es que no va a creer quien fue.
— ¿Está muerta?
—Ella está buscando a la sirvienta que trabajaba aquí, la tal Elena, la misma que amaneció muerta un día en las caballerizas.
La sonrisa se le congeló a Valeria, su cuerpo perdió toda fuerza, las palabras no salían. No, eso no podía ser cierto, eso no podía ser posible.
— ¿Qué acabas de decir? —Valeria se levantó de su lugar de un solo movimiento.
—Esa sirvienta era su hermana gemela, los rumores de que ella trabajaba en este pueblo llegaron a ella y está dispuesta a ocupar toda su fortuna para encontrarla, una fortuna que es diez veces más grande que la suya, mi señora. Usted sabe lo que quiero decir con eso, tan pronto como los granjeros y todo el pueblo se entere que ella es más rica que usted, el pueblo la va a hacer su nueva patrona.
Valeria parpadeó un par de veces, las palabras de Tomás eran ciertas. Tan pronto como el mundo lo supiera, ella dejaría de ser la autoridad. Eso no podía permitirlo.
Con una sonrisa que se reflejaba en el tocador frente a ella mientras se quitaba el maquillaje que había llevado todo el día, Erika admiraba cada una de sus expresiones. No podía ser más feliz, justamente ese día había sido cuando ella tuvo la junta con el personal y les había hecho saber su idea de querer cambiar lo que la señora Valladolid había hecho.La puerta de s habitación fue tocada.—Adelante —, dijo ella pensando que sería su marido.Tranquila se mantuvo hasta que en el espejo vio el reflejo de la persona que la había molestado por tanto tiempo y que no le había dicho a nadie.—Antonio, ¿qué haces aquí? ¿Qué no te das cuenta que estoy a punto de darme un baño? ¡Tu hermano puede entrar! ¡Estoy harta, ¿por qué me acosas? —Preguntó un poco tensa.—Mi hermano no va a llegar todavía. Yo solo quiero que seas sincera conmigo, ¿quién eres? Dímelo, no se lo diré a nadie —, dijo Antonio acercándose más de la cuenta a su cuñada.—Estás tomado, no sé de lo que estás hablando. ¡Suéltame
Con una sonrisa que se reflejaba en el tocador frente a ella mientras se quitaba el maquillaje que había llevado todo el día, Erika admiraba cada una de sus expresiones. No podía ser más feliz, justamente ese día había sido cuando ella tuvo la junta con el personal y les había hecho saber su idea de querer cambiar lo que la señora Valladolid había hecho.La puerta de s habitación fue tocada.—Adelante —, dijo ella pensando que sería su marido.Tranquila se mantuvo hasta que en el espejo vio el reflejo de la persona que la había molestado por tanto tiempo y que no le había dicho a nadie.—Antonio, ¿qué haces aquí? ¿Qué no te das cuenta que estoy a punto de darme un baño? ¡Tu hermano puede entrar! ¡Estoy harta, ¿por qué me acosas? —Preguntó un poco tensa.—Mi hermano no va a llegar todavía. Yo solo quiero que seas sincera conmigo, ¿quién eres? Dímelo, no se lo diré a nadie —, dijo Antonio acercándose más de la cuenta a su cuñada.—Estás tomado, no sé de lo que estás hablando. ¡Suéltame
HACIENDA VALLADOLIDDejando caer su bolso sobre uno de los sillones, Valeria llegó molesta. No podía creer que la muy imbécil de su nuera siguiera en las mismas condiciones. Ella no despertaba y sobre todo, más cosas parecían ponerse en su contra. Ahora resultaba que estaba embarazada. ¡Solo eso le faltaba!—Tranquila, mi señora —, dijo Tomás al ver la manera en la que llegaba a la hacienda.—Es que no puedo creer que todo esto me esté pasando a mí. No sé cuánto tiempo me va a tomar que esa imbécil despierte. Y si en verdad se quiere morir, que lo haga de una vez por todas. ¡Ahora resulta que la imbécil está embarazada! No sé cuánto tiempo más pueda comprar al doctor para que no vaya a decir nada. Zein no tiene que saber que Erika está esperando un hijo.—Señora Mía, disculpe que me meta en lo que no me importa pero, ¿no cree que ese niño puede traer más cosas buenas que malas?— ¡Por Dios! ¿De qué estás hablando, Tomás?Tomás con una sonrisa en el rostro se paseó de un lado a otro al
HOSPITAL PSIQUIATRICO VALLADOLID— ¡Vamos, vamos! —Gritó una mujer que caminaba a lado de Erika mientras la jalaba del brazo.Erika como si hubiera sido drogada de alguna manera, todo lo que podía hacer era llorar y llorar mientras las luces de aquel hospital en mal estado aparecía como luces borrosas frente a sus ojos. Alguien muy malo había hecho una mala jugada con ella y la estaban haciendo sentir tan lejana a su cuerpo, como si este ya no le perteneciera.— ¡Te digo que te apures, estúpida!Más rápido la hicieron caminar. Alrededor todo lo que veía a era a gente que había perdido la razón, algunos se golpeaban la cabeza mientras otros solo se mantenían en silencio.Caminando más al fondo de los pasillos finalmente lograron llegar hasta aquel lugar que sería la habitación de Erika por el resto de su vida.—Te digo que te apures imbécil —. Y fue en ese momento en que la doctora que se iba a hacer cargo de ella y la que le iba a hacer tanto daño la empujó al fondo de la habitación.
De regreso en la hacienda de los Valladolid, Valeria parecía un poco nerviosa. Sabía perfectamente que había dado órdenes claras de que quería que su hijo Zein viera a su esposa como una loca pero la verdad es que tenía miedo que el doctor fuera a fallar y todos sus planes se fueran por la borda.En ese momento su celular sonó. Debía de ser su hombre de confianza, ¿quién más?—Mi señora, soy yo, Tomás.— ¿Qué es lo que quieres? ¿Ya hiciste lo que te encargué?—Justamente en este momento voy en camino. El hombre sigue por la carretera, le hablaba solo para decirle que si no quiere que haga o le saque algún tipo de información antes de que se muera.Valeria sonrió. El padre de la loca estaba a algunos minutos de encontrarse con su otra hija. —Sí, si quiero que le hagas saber algo.—Usted solo diga mi señora.—Quiero que sepa que su hija estuvo en esta hacienda, murió aquí y que estaba esperando un bastardo. Eso es lo que quiero que sepa. Dicho eso… Lo matas —afirmó ella como si se trata
UN MES DESPUÉSMientras en su despacho, Valeria reía con su hombre de confianza sobre todos los planes que tenían para implementar con los granjeros el año que entraba y poder sacar más de las ganancias que ella ya sacaba cada año pero está vez, reduciendo los sueldos de los hombres, Tomás y Valeria reían mientras bebían de sus copas de vino. Eran buenos amigos pero sobre todo, eran socios de todas las cosas malas que Valeria había hecho y Tomás le había acompañado.—No puedo dejar de pensar en el momento en que mi nieto nazca. Será lo mejor que le va a pasar a esta hacienda —dijo ella mientras se relajaba.—Ya falta muy poco, mi señora, falta muy poco.—¿Qué te ha dicho el doctor? ¿Cómo viene el bebé?—Perfectamente bien, mi señora. Esperemos que en menos de seis meses ya lo podamos tener aquí.—Y yo pueda cobrar todo el dinero de esa maldita loca.En ese momento que Valeria se imaginaba cómo iba a ser su vida con el dinero que estaba a punto de caer en sus manos, la puerta de su des
TRES MESES DESPUÉSHabían pasado dos meses desde el momento en que Valeria empezó a molestar a su hijo con lo mismo: tenía que estar casado con una mujer poderosa y capaz para cuando naciera su hijo. Y había pasado un mes para que el mundo conociera a la nueva esposa de Zein Valladolid. Erika no fue capaz de firmar los documentos de su divorcio, así que Valeria y Tomás se encargaron de ello. Infinidad de veces Zein había afirmado que fue él quien le preguntó si quería divorciarse de él, pero Valeria se aseguró de que las pocas veces que fue a verla luciera como una maldita loca.La puerta de la habitación con esponjas en las paredes se abrió frente a sus ojos. Zein entró con el corazón roto. Ella estaba allí, en el mismo rincón de la habitación. Esta vez se veía diferente, parecía que el embarazo le estaba haciendo algo bueno. Aún con el rostro lleno de heridas y cicatrices, el cabello como un nido de pájaro y la piel de las manos endurecida, se veía linda con esa barriguita de siete
Luego de unos minutos de haber atendido al recién nacido y Erika se desmayó, Valeria fue informada que el bebé estaba perfectamente bien, era un niño sano a pesar de haber nacido un mes antes, pero necesitaba ser atendido por un pediatra. Valeria no quería arriesgar nada, así que en cuanto el bebé estuvo listo le pidió al médico que se lo entregara, mientras tanto llamó al mejor pediatra del pueblo.En la habitación donde habían llevado a Erika, ella se despertó lentamente, su mano tocó su vientre. Su gran barriga había desaparecido, eso la hizo despertar de inmediato. Sus manos tocaron su abdomen una y otra vez, miró a su alrededor como si su vientre fuera a encontrarse allí, las lágrimas corrían por sus mejillas, pero no había señal del bebé que alimentó durante 8 meses. —¿Mi bebé? ¿Mi bebé? ¿Dónde estás, mi pequeño bebé? —Ella empezó a preguntar. —Mi bebé… ¡Mi bebé! ¡¿Dónde estás?! ¿Dónde estás, mi bebé? Ella comenzó a gritar como una loca mientras se jalaba el cabello y se levant