Capítulo 2
Dentro del territorio de la Frontera, al sur de en una ciudad vecina del Estado de Este, Ciudad Nube, un coche de negocios sin placa salió de una fábrica abandonada, y luego se dirigió a gran velocidad hacia las afueras.

Dentro del coche, además del conductor, había tres hombres tatuados y una niña de cuatro o cinco años. En ese momento, la niña estaba pálida, sus grandes ojos estaban llenos del miedo infinito, y su cuerpo temblaba ligeramente.

—¡Tío! ¿Cómo hiciste tu trabajo? —Uno de ellos, el hombre con una cicatriz en la cara, miró hacia aquel calvo y le dijo con voz grave—, te mandé que vigilaras a esta niña, ¡ni siquiera sabías que llevaba un móvil encima!

—¡Jefe! ¡Lo siento, es la culpa mía! —Al escucharlo, se apresuró a pedirle perdón al hombre calvo y explicó—, tampoco pensaba que a una niña tan pequeña como ella, su madre le diera un móvil encima.

—La próxima vez haz las cosas con mayor prudencia—. Frente a su excusa, el hombre con la cicatriz en cara le advirtió en voz profunda—, por suerte lo hemos descubierto pronto, de lo contrario, si realmente hubiera llamado a alguien, los cuatro hermanos causaríamos graves problemas.

—¡Entendido, jefe! —El calvo asintió con la cabeza fuertemente.

—Jefe, ¿qué clase de persona quiere secuestrar a esta niña? Nos ha dado tanta comisión esta vez, no debe ser una persona ordinaria, ¿verdad? —El otro hombre con corte rapado abrió la boca y le preguntó.

—¡No preguntes lo que no debes preguntar, haz lo tuyo! —El hombre con la cicatriz respondió con voz fría mientras se percibió una profunda mirada de temor, parecía que la identidad de esta persona le estremeció.

—Sólo tengo un poco de curiosidad. —El hombre con corte rapado contestó —Entonces, jefe, ¿sabe para qué quiere coger a esta chica?

—Se dice que es un trasplante de corazón para otra niña. —El hombre de la cicatriz respondió asintiendo la cabeza ligeramente.

Al escucharlo, el hombre de corte rapado jadeó y dijo: —Mierda, ¿tan despiadado? Entonces, ¿no estará muerta esta niña?

—¿Qué opinas? —La persona con el chirlo le dirigió una mirada mientras le hizo la pregunta.

—¡Bueno! —El hombre de pelo buzz contestó encogiéndose de hombros.

—No moriré, papá... papá definitivamente vendrá a salvarme...—Al escuchar el diálogo entre los dos, la niña lloró fuertemente.

—¿Tienes papá? —El calvo giró la cabeza y le preguntó—, originalmente eres una bastarda, ¡ni siquiera tu mamá sabe quién es tu papá!

—No soy una bastarda, Anna tiene padre... —La pequeña niña continuó llorando—, sois... sois personas malas, yo... mi padre definitivamente no os dejará ir.

—Ja, ja, ja, aunque tengas un padre, me temo que murió hace mucho tiempo, de lo contrario, ¿por qué no ha venido a por ti durante tantos años? —Se burló de ella.

—Papá no murió, seguramente vendrá a salvarme... —la niña lo negó sacudiendo vigorosamente su cabeza—, Papá definitivamente vendrá...

—Entonces, ¿cuándo crees que tu padre vendrá a salvarte? ¿Mañana? ¿O pasado mañana? —El hombre calvo sonrió y continuó hablando—, desgraciadamente, te van a operar esta noche, después de esta noche, aunque venga tu papá, ¡no podrás verlo!

—No... no pasará, definitivamente podré reunirme con mi papá... —La niña se echó a llorar fuertemente.

—Basta, no te burles de ella —El hombre la cicatriz lo impidió en voz grave y luego miró al conductor: —¡Tío, para el coche en un lugar sin cámara de vigilancia y cambia el coche antes de salir!

—¡Entendido, jefe! —El conductor asintió en respuesta.

......

A la una de la tarde, un jeep militar aparcó en la entrada de la fábrica abandonada en el sur de la Ciudad Nube. Antes de que el coche se aparcara bien, Juan, con una mirada asesina, abrió la puerta de una patada y se abalanzó hacia la fábrica. Hacía una hora, él y Julio acababan de desembarcar de un avión en el Aeropuerto Militar del Estado de Este cuando recibieron un mensaje de Zorro, quien le informó de que el número de teléfono de Anna no estaba localizado en el Estado de Este, sino en un parque industrial a las afueras de la Ciudad Nube, vecina del Estado de Este, por lo tanto, los dos condujeron un jeep militar desde el Estado de Este y se dirigieron a toda velocidad a la Ciudad Nube.

—¿Estás seguro de que el último mensaje de ese móvil de Anna fue enviado desde aquí? —Juan quiso confirmarlo con Julio detrás de él, dirigiéndole una mirada mientras miró a su alrededor. Toda la sala de la planta estaba vacía, excepto unos cuantos sofás desgastados y aparatos mecánicos desechados.

—Seguro. —Julio asintió con seriedad y continuó hablando—, el sistema del Departamento de Guerra localizó precisamente, ¡no puede haber ningún error!

Al escuchar lo que dijo, Juan frunció el ceño, luego se dirigió rápidamente a la puerta de una habitación interior, levantó la mano y la agitó, en este momento toda la puerta explotó al instante, con las virutas de madera dispersándose por toda la habitación. Cuando Juan vio las partes fragmentadas del teléfono móvil en el suelo, se tomó de la cólera como si matara al delincuente enseguida, porque ya sabía que llegó tarde. Al mismo tiempo, Julio, que estaba detrás de él, no pudo evitar sentir escalofríos, ya que sabía que la Ciudad Nube estaría a punto de sufrir una gran conmoción.

Como se decía, enfadar al Comandante López traería las consecuencias muy graves. Él era la única persona quien sabía lo aterrador que era este comandante. Su título, Comandante López, era suficiente para enloquecer y sobrecoger a cientos de millones de hombres de sangre caliente, debido a que era el Salvador de este país.

Hacía tres años, a la edad de veintidós, se convirtió en un mito invencible en el batallón. Derrotó a los principales generales de los diez países con uno contra diez, y se hacía famoso y admirado con una sola batalla. Luego fue designado para guarnecer la frontera occidental, formó el Ejército de Sombra de Sangre, imponía a los países vecinos y atemorizaba a todos los malhechores. Hacía dos años, lo designaron a un nuevo puesto para que dirigiera la Secta de Sombra, una misteriosa organización en el territorio, con el fin de que eliminara la violencia y castigara a los malvados. Hacía tres meses, el país enemigo en el frente occidental intentó conspirar y amotinar. Juan dirigió su Ejército de Sombra de Sangre, destruyó directamente el campamento principal del ejército enemigo y truncó a su comandante. Resultó que sólo decenas de miles de soldados entre millones de tropas enemigas sobrevivieron en esta batalla.

—Ve a investigar. —Después de moderarse de palabras y ademanes, Juan le mandó con voz profunda—, manda que alguien se coordine con la comisaría de la Ciudad Nube para que revise uno por uno todos los vehículos sospechosos que entren y salgan de esta vecindad durante el periodo de tiempo desde que recibí el mensaje de Anna hasta ahora. Dentro de media hora, debo enterarme de los resultados sin falta.

—¡Entendido! —Julio asintió con la cabeza, sacó su teléfono móvil y marcó.

—¿Cuándo llegará el Juez? —Después de que Julio colgara el teléfono, Juan siguió preguntándole. El Juez que mencionó se refería a uno de los cinco directores más importantes de la Secta de la Sombra. Esta organización dividió el territorio en cinco zonas geográficamente, pues cada zona era administrada por cada director.

—Cuando le llamé, estaba realizando una tarea fuera de la ciudad, y dijo que vendría enseguida y que debería poder llegar por la tarde si no ocurre algo mal. —Respondió Julio.

—¡Muy bien! —Juan asintió ligeramente.

—Comandante, ¿adónde vamos ahora? —Luego de que los dos subieron al coche de nuevo, Julio abrió la boca para preguntarle.

—¡Ordena que alguien localice la posición de Lorena, ella podría saber quién ha capturado a Anna! —Juan contestó después de pensar un rato.

—¡Ya veo! —Julio respondió. Luego editó un mensaje y lo envió.

Cinco minutos después, sonó la alerta de mensaje del móvil de Julio. Entonces, lo cogió y lo revisó. .

—Comandante, la localización de Lorena está confirmada. —Tras decirlo, miró hacia Juan queriendo decir algo

—¡Dímelo! —Juan habló con voz profunda.

—Ella está ahora, en el Hotel Celestial de la Ciudad Nube. —Julio contestó después de respirar profundamente.

—¿Verdad? —Juan giró la cabeza y lo miró con el ceño ligeramente fruncido.

—Posiblemente, ella sólo fue al hotel para hacer algunas cosas. —Julio explicó y volvió a respirar hondo.

—¡Conduce! —Juan encendió un cigarrillo y le dio una calada profundamente, con la mirada fría y el rostro sombrío.

De su orden, Julio pisó el acelerador y el coche salió disparado.
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