Dentro del territorio de la Frontera, al sur de en una ciudad vecina del Estado de Este, Ciudad Nube, un coche de negocios sin placa salió de una fábrica abandonada, y luego se dirigió a gran velocidad hacia las afueras.Dentro del coche, además del conductor, había tres hombres tatuados y una niña de cuatro o cinco años. En ese momento, la niña estaba pálida, sus grandes ojos estaban llenos del miedo infinito, y su cuerpo temblaba ligeramente.—¡Tío! ¿Cómo hiciste tu trabajo? —Uno de ellos, el hombre con una cicatriz en la cara, miró hacia aquel calvo y le dijo con voz grave—, te mandé que vigilaras a esta niña, ¡ni siquiera sabías que llevaba un móvil encima!—¡Jefe! ¡Lo siento, es la culpa mía! —Al escucharlo, se apresuró a pedirle perdón al hombre calvo y explicó—, tampoco pensaba que a una niña tan pequeña como ella, su madre le diera un móvil encima.—La próxima vez haz las cosas con mayor prudencia—. Frente a su excusa, el hombre con la cicatriz en cara le advirtió en voz profun
Hacía una hora, en la tierra de nadie, con una circunferencia de decenas de kilómetros de la frontera territorial. Dos figuras se perseguían como dos fantasmas, corriendo a una velocidad vertiginosa. El que iba delante era un hombre de unos cuarenta años. Era feroz, con una cicatriz terrible de diez centímetros en la cara, sosteniendo una brillante y reluciente espada de Roldán en la mano, se mostró muy sangrienta y cruel. La persona detrás de él era de alrededor de veintiséis o veintisiete años de edad, con buenos rasgos faciales, vestido en uniforme militar. Parecía que estaba envuelto por la intención asesina, sosteniendo una cimitarra de acero. Un sello "Secta de Sombra" se podía ver vagamente en la hoja. Esta cimitarra se llamaba Cimitarra de Luna.—Juez, me has estado persiguiendo durante tres días y tres noches, por tu salario reducido, ¿merece la pena esforzarte tanto? —Ese hombre con la cicatriz corrió hasta la orilla de un río y se detuvo, miró fijamente al joven detrás de é
—¿Realmente puedo hacerte cualquier cosa? —Manolo le preguntó y dejó escapar una risa malvada.—De verdad... de verdad... —respondió Lorena con voz temblorosa.—Ja, ja, ja, realmente no sabes apreciar los favores. —Manolo dijo con una risa fría y enseguida continuó hablando con un tono más grave—, si quieres que te ayude a encontrar a esa bastarda, acepta dos condiciones. Primero, siéntate a mi lado enseguida y déjame besarte primero hoy. Segundo, después de que te ayudo a encontrar a esa niña, debes ser mi amante por un mes y estar a mi disposición en cualquier momento.—Te... te lo prometo... —asintió Lorena con sus dientes apretados.—Entonces siéntate aquí ahora mismo! —Manolo palmeó el asiento vacío a su lado y le mandó: —¡Ven a masajearme primero! Si me haces sentir cómodo, inmediatamente mandaré a alguien para que te ayude a encontrarla.—Espero que cumplas tus palabras... —Al decirlo, Lorena respiró profundamente otra vez, se levantó y se asentó al lado de Manolo.—¡Vamos! —Ant
—Señorita Pérez, ¿adónde vas? —En el pasillo, Julio, que acababa de tratar a Manolo, vio a Lorena y le gritó.Sin embargo, Lorena le ignoró y desapareció en la escalera en un santiamén.—¡Detén a Lorena! —Juan gritó después de salir corriendo de la habitación. Después de escuchar lo que había dicho Lorena hace poco, vagamente sintió que probablemente la había malinterpretado.—¡Entendido! —Al contestar, Julio se dio la vuelta y la persiguió. Aún no corrió muy lejos, sonó el teléfono. Entonces cogió su móvil y contestó corriendo.—¿En serio? —Al momento siguiente, Julio preguntó y se detuvo en seco.No se sabía qué seguía diciendo la persona en la llamada, en este momento Julio frunció el ceño y dijo: —Iremos enseguida.—¿Qué pasa? —Juan se había puesto de pie delante de él por ahora y le preguntó.—Hemos encontrado a las cuatro personas que se llevaron a Anna. —Julio colgó el teléfono y habló con voz grave—, pero ya están muertos.—¿Cómo? —Juan frunció el ceño, echó un vistazo hacia la
—El método de matarlos que utiliza esa persona es muy profesional, me temo que será difícil hacer un avance de acuerdo con esta pista en poco tiempo. —Dentro del coche, Juan habló con voz profunda.—¿Deberíamos ir a buscar a la señorita Pérez de nuevo? —Julio asintió ligeramente—, vamos a ver si ella puede ofrecernos unas pistas.—¡De acuerdo! —Juan asintió en respuesta después de respirar profundamente.Julio sacó su teléfono móvil y envió un mensaje para que alguien rastreara la ubicación de Lorena, luego pisó el acelerador. Media hora después, Julio condujo su coche hacia un barrio anticuado. Tras dar muchas vueltas, se detuvo frente a un edificio viejo.—La señorita Pérez vive en la planta baja con su hermana y sus padres. —Julio miró hacia Juan en el copiloto y habló.Oyendo lo que dijo, Juan exhaló una bocanada de aire turbio profundamente.Frente a este edificio casi peligroso, se sentía culpable y le dijo: —¡Soy yo quien ha arruinado su familia!Tras decirlo, abrió la puerta y
—¡Mocosos, estáis realmente aquí! —El playboy dijo señalando a Juan y Julio con los dedos y habló apretando los dientes—, os lo dije, definitivamente os haré saber lo que os pasará si me hacéis daño. Hoy, si no os despellejaré, ¡no me apellidaré Rodríguez!—¿Lo reconoces? —Juan lanzó una mirada a este hombre y giró la cabeza para mirar a Julio. Como toda la cara suya estaba casi deformada, y no pudo reconocer de quién se trataba por un momento.—¡Es el señorito de la familia Rodríguez! —Julio respondió mientras se encogió de hombros.—Deberías haberlo golpeado un poco más fuerte. —Juan dijo con una sonrisa fría, enseguida se volvió hacia Manolo y le amenazó con un tono más grave—,no tengo tiempo para jugar contigo en este momento, si no quieres morir, lárgate de aquí ahora mismo, de lo contrario, ¡tienes que asumir todas las consecuencias!—¿Tú... tú eres el señorito Rodríguez? —Tras escuchar el diálogo entre varias personas, Elena lanzó el grito con sorpresa porque en la Ciudad Nube,
—Señor, las dos Señoritas Pérez, no se preocupen. —Julio ayudó a Claudia a levantarse y dijo—, señora, solo se ha desmayado temporalmente por la emoción, solo déjala volver a la habitación y tumbarse a descansar un rato.—Deberías dejar la Ciudad Nube inmediatamente. —Después de que Pedro y Lorena ayudaran a Claudia a entrar en la habitación, Lorena le sugirió a Juan mirándolo—, de lo contrario, cuando Manolo recobre la conciencia, ¡definitivamente no te dejará en paz!—Lorena, aún no hemos terminado con el asunto de Anna, así que recuerda más detalladamente, ¿ha ocurrido algo especial recientemente? —Juan no desvió a otro tema.—La familia Rodríguez es la segunda gran familia de la Ciudad Nube, no eres capaz de luchar contra ellos, sólo apártate con prisa... —Se atragantó Lorena.—Lorena, no te preocupes, te prometo que no me pasará nada, Anna ella... — Continuó hablando Juan.—¿Puedes entenderme o no? Huye con prisa, por lo contrario, morirás... —gritó Lorena.—Lorena, cálmate y no t
Diez minutos después, Juan, que había recibido el mensaje de texto, metió el médico en el coche y se dirigió a su destino. El coche condujo durante menos de diez minutos cuando sonó su teléfono móvil.—¡Dime! —A recibir la llamada, Juan habló con voz profunda.—Oficial, soy Alonso, ya he averiguado la identidad de las cuatro personas que secuestraron a Anna. —Alonso le informó en la llamada—, esta vez debería ser los secuaces de Miguel quienes los encontrara para maquinar todo eso.—Ahora ya sé que él está ahora en el Restaurante Cielo y Mar, manda a alguien para resolver los problemas posteriores. —Juan lo interrumpió y lo mandó. Después de decirlo, colgó directamente el teléfono y pisó vigorosamente el acelerador hasta el fondo.El Restaurante Cielo y Mar es uno de los restaurantes más lujosos de la Ciudad Nube. Normalmente, las personas que venían aquí a comer eran ricos o nobles, y no era en absoluto un lugar que pudieran consumir los oficinistas corrientes. Hoy, desde la tarde, el