Capítulo 4
—¿Realmente puedo hacerte cualquier cosa? —Manolo le preguntó y dejó escapar una risa malvada.

—De verdad... de verdad... —respondió Lorena con voz temblorosa.

—Ja, ja, ja, realmente no sabes apreciar los favores. —Manolo dijo con una risa fría y enseguida continuó hablando con un tono más grave—, si quieres que te ayude a encontrar a esa bastarda, acepta dos condiciones. Primero, siéntate a mi lado enseguida y déjame besarte primero hoy. Segundo, después de que te ayudo a encontrar a esa niña, debes ser mi amante por un mes y estar a mi disposición en cualquier momento.

—Te... te lo prometo... —asintió Lorena con sus dientes apretados.

—Entonces siéntate aquí ahora mismo! —Manolo palmeó el asiento vacío a su lado y le mandó: —¡Ven a masajearme primero! Si me haces sentir cómodo, inmediatamente mandaré a alguien para que te ayude a encontrarla.

—Espero que cumplas tus palabras... —Al decirlo, Lorena respiró profundamente otra vez, se levantó y se asentó al lado de Manolo.

—¡Vamos! —Antes de que Lorena se sentara bien, Manolo la envolvió en sus brazos.

Justo en ese momento, se oyó un estruendo, enseguida la puerta de la habitación explotó como si estuviera hecha de papel, y las virutas de madera volaron por todos lados. Luego Juan apareció en la puerta de la habitación, con sus ojos fríos y furiosos, mirando fijamente a las dos personas en el sofá sin decir una palabra.

—Ah... —reaccionó Lorena con un chillido soltándose de los brazos de Manolo.

—¿Quién se atreve a perturbarnos? ¿Busca la muerte? —Manolo gritó, enfadado, mientras que, Lorena, en el momento en que reconoció a Juan, se estremeció, con los ojos llenos de las lágrimas. En sus pupilas se percibió las emociones extremadamente complejas, tales como asombro, rencor, agravio y vagamente un poco de expectación. Además, no podía creer que ese hombre que había arruinado su vida apareciera de repente.

No podía evitar recordar ese día de hacía cinco años. Ella había salvado su vida por bien, pero él le había arrebatado lo más precioso. Como la mujer más bonita del Estado de Este y la señorita de la familia Pérez, originalmente tenía un futuro muy brillante. Sin embargo, a partir de ese día, todo se arruinó. Cuando supo que estaba embarazada, ya habían pasado tres o cuatro meses. No quería privar a la niña que llevaba en su vientre de su derecho a vivir, así que resistió la presión y dio a luz.

En estos cinco años, salvo su propia hermana menor, todo el mucho se burlaba de ella, incluso sus padres no podían entenderla. Y su abuelo, quien originalmente quería aprovecharse de su matrimonio para aliarse con la familia Martín, una de las cuatro grandes familias del Estado de Este, echó a su familia de cuatro miembros fuera de la familia Pérez por la ira.

Tanto ella como su padre habían trabajado en el Grupo Pérez, por este mismo motivo, ambos se quedaban en paro al mismo tiempo. De hecho, era totalmente posible que encontraran un trabajo decente para mantener a la familia con sus habilidades y las de su padre. Sin embargo, el señorito Martín había advertido a todo el Estado de Este que si alguien se atrevía a contratarlos, llevaría la contra a la familia Martín, lo que hizo que ella y su padre no pudieran buscar el trabajo con éxito. Desesperado, su padre tuvo que suplicar muchas veces al Don Pérez. Posiblemente, le molestaba tanto que a regañadientes, el anciano permitió que ambos trabajaran como empleados ordinarios en la sucursal de la Ciudad Nube del Grupo Pérez, cobrando un salario reducido para sobrevivir. Por este motivo, su familia se trasladó del Estado de Este a la Ciudad Nube.

Transcurrido mucho tiempo, ella también se acostumbraba poco a poco a semejante vida. Con tal que su hija pueda crecer sana, ella no tenía nada más que pedir. Sin embargo, el dios volvió a gastarle una gran broma, ¡su hija había desaparecido! Para ella, esto fue un golpe por sorpresa. Sentía que el cielo se había colapsado.

—Algo le pasó a Anna, ¿no lo sabes? —Juan le interrogó con un tono gélido, respiró hondo y miró a Lorena. Cuando entró en la habitación y vio a los dos abrazados en el sofá, la ira ardió en su corazón. Alguien se había llevado a su hija sin que supieran si estaba sana y salva, pero ella, como su madre, se estaba abrazando con un hombre en un hotel. Cuando lo pensaba, la culpa que había sentido originalmente hacia Lorena se redujo a nada en ese momento. No creía que Lorena fuera una persona así ni entendía por qué le dio a luz y la dejaba sufrir si no le gustaba la niña.

—¿Eres ese hombre de Lorena, verdad? Te estoy hablando, ¿no me oyes? ¿Buscas la muerte? —Al darse cuenta de que Juan ni siquiera le hizo caso, este señorito Rodríguez se tomó de la cólera y le preguntó. Él era de la segunda familia más grande de la Ciudad Nube, el señorito de la familia Rodríguez, pero fue directamente ignorado, pues podía tolerar más.

Sin embargo, en este momento, antes de que Manolo terminara de decirlo, un fuerte viento barrió y se le vio volando como una pelota de cuero. Después de tropezar contra la pared detrás de él y luego caer pesadamente al suelo, abrió la boca, lanzó una gran bocanada de sangre y gritó por el dolor.

—¿Cómo te atreves a pegarme? Te juro por mi honor que te despellejaré, yo... —Manolo lo amenazó.

—¡Échalo fuera! —Juan aún no le hizo caso, sólo miraba fijamente a Lorena.

—Ya veo. —Julio accedió al entrar en la habitación.

—¿Qué quieres hacer? Si te atreves a herirme, ¡definitivamente te mataré! —Al ver a Julio caminaba hacia él, Manolo rugió otra vez.

Frente a su amenaza, Julio levantó la mano, le dio dos bofetadas y le advirtió: —¡Si no quieres morir, cállate ahora mismo!

Después de decir eso, se llevó a Manolo y caminó hacia la puerta. Al pasar junto a Juan y Lorena, Julio abrió la boca intentando decir algo, pero desvió hacia otro tema: — Comandante, salvar a Anna es la prioridad, hablaremos de otras cosas más tarde.

Al pronunciar estas palabras, Julio ya estaba fuera de la habitación.

—¿No me escuchas? —Juan le preguntó en voz fría y respiró profundamente y dirigió la mirada a Lorena—, no te culpo si no te preocupas por tu hija, dime quién capturó a Anna, ¡iré a salvarla!

Apenas Juan lo había dicho, Lorena se acercó a él con la mirada indiferente y levantó su mano para darle una bofetada. Con la habilidad de Juan, naturalmente podía esquivarlo, pero se quedó quieto sin moverse, sólo mirando a Lorena fríamente.

—¿Quién eres tú? ¿Qué calificaciones tienes para comentarme así? —Lorena gritó y echó a llorar a lágrima viva—, han pasado cinco años, ¿sabes qué vida he llevado? ¿Crees que hoy he venido a por Manolo para tener una cita con él? ¿Soy yo, Lorena, en tu opinión, esa clase de mujer libertina? No sólo me insultas a mí, ¡también te insultas a ti mismo! Realmente me arrepiento de salvarte hace cinco años, si no hubiera sido por ese incidente, no habría pasado una vida miserable hoy en día. Ahora, una vez que has vuelto, me interrogas indiscriminadamente con ese tono, ¿quién te da derecho? Además, Anna es mi hija, no tiene nada que ver contigo, no necesitas preocuparte por sus asuntos. De ahora en adelante, no quiero verte de nuevo.

Ya que no dejó de llorar, su voz ya estaba ronca, todo su pecho estaba empapado de lágrimas. Parecía muy triste. Apenas lo había dicho, apartó a Juan y corrió hacia la puerta con pasos rápidos, cubriéndose la cara con ambas manos y temblando.

—¡Lorena! —Al reaccionar, Juan se apresuró a agarrarla del brazo.

—¡No me toques, aléjate! —Lorena tiró vigorosamente de su brazo y salió corriendo rápidamente.
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