En la casa de los Ramos.Diego siguió a Karen a la mansión de la familia Ramos.—¿Por qué no vamos al hospital?Karen se sonrojó un poco: —El hospital está abarrotado, y ya sabes lo de mi enfermedad, en fin, no quiero que nadie la vea.Mirando a Karen, que tenía una expresión de dilema en el rostro, Diego asintió comprensivo y no dijo nada más.Hoy vino con Karen para poner fin a la atresia vaginal que la acompañaba desde su nacimiento.Karen tenía veintiocho años y hacía tiempo que alcanzó la edad del matrimonio, pero como sufría atresia vaginal, y todo esto estaba fuera de su alcance.Y aunque Karen era brillante y orgullosa, tenía complejo de inferioridad, ¡y era una extraña enfermedad de la que no podía hablar!Su abuelo, como famoso experto médico en Bandon, también estaba estudiando esta extraña enfermedad suya, y no tenía ninguna solución que ofrecerle por el momento.—Karen, ¿quién es? —preguntó el discípulo del doctor Ramos, Nicolás Sánchez, y frunció el ceño al ver a Diego, q
El doctor Ramos estaba realmente cabreado ahora.Era el doctor famoso, y que su propia nieta buscara tratamiento en un forastero en vez de en él solo demostraba que era un inútil.Karen resopló: —Bien, entonces ayúdame a curar la atresia vaginal ahora enseguida.El doctor Ramos se desinfló de inmediato y rio secamente: —Karen, he estado investigando cómo curar esta extraña enfermedad tuya, así que no tengas prisa, ¿de acuerdo? Dame unos años más y seguro que podré curarte.Karen dijo tristemente: —Abuelo, dijiste lo mismo hace tres años, ¿cuántos tres años puede durar mi juventud? Ya tengo veintiocho años, y si sigo así más tiempo me convertiré en una anciana soltera. ¿O quieres seguir viéndome así?Mientras hablaba, Karen parecía un poco emocionada y sus ojos enrojecieron.Al doctor Ramos se le ablandó el corazón y suspiró: —Es eso, tienes razón, todo es por mi incompetencia. ¿Pero qué puede hacer él que no pudiera hacer yo?Karen se mordió el labio: —No sé si podrá ayudarme, pero qui
Diego se quedó sin palabras.Vino a darle una buena cura a Karen, pero no esperaba que le trataran como a un rival amoroso y le guardaran rencor.—Es asunto tuyo si te gusta Karen. Y es justo que yo intervenga y ayude a curarla después de haber recibido su recompensa. Si realmente quieres estar con ella, entonces espera a que yo la cure, y ya podrán hacer lo que les da la gana, ¡no me importa en absoluto!Diego explicó pacientemente a Nicolás.Las palabras del hombre fueron ofensivas, pero Diego entendía que lo decía porque lo había malinterpretado como un rival amoroso, así que no se molestó con él.Nicolás se ruborizó mucho entonces, y gruñó fríamente: —Veo que lo tienes claro, pero la enfermedad de Karen está fuera del alcance de cualquier hombre que no sea yo.Diego dijo impotente: —Bien entonces, me mantendré al margen.Al ver a Diego a punto de irse, Karen se apresuró a gritar: —¡Diego, espera!Nicolás se sonrojó: —Karen, deja que se vaya, ¿no confías en mí?Karen se mordió el la
—Aparte de profundizar en las artes médicas, no sabes nada más. De verdad que no encajamos.El doctor Ramos intervino en ese momento: —Nicolás, yo tampoco creo que Karen y tú harían buena pareja. Pero no te preocupes, como mi discípulo principal, mi manto te será entregado por completo en el futuro. En ese momento, no será un problema que encuentres a una chica que te guste.A Nicolás se le subió la sangre a las venas y con un sonoro «ah», señaló al doctor Ramos y a Karen: —Tú...Los ojos se le pusieron en blanco, inesperadamente, estaba tan enojado que cayó desmayado.El doctor Ramos ordenó inmediatamente que se llevaran su discípulo a descansar.Al mismo tiempo, gruñó fríamente hacia Diego: —Chico, has visto un espectáculo de mi familia. Ahora muéstrame tus verdaderas habilidades para tratar a Karen. ¡Si no puedes curarla, no podrás volver a casa!Diego se rio a carcajadas porque no se contuvo.Karen me fulminó con la mirada: —Diego, ¿de qué te ríes?Diego se rio: —Me reí de que no s
En el salón de la familia Ramos.El doctor Ramos hizo traer un buen té y se lo ofreció amablemente a Diego.—¡Doctor divino, toma un poco de café!Diego le miró: —Señor Ramos, mejor no me llame así.El doctor Ramos dijo afanosamente: —¿Por queé? Aunque eres joven, tus habilidades médicas ya son de otro nivel.Diego se rio: —¿Recuerdas que la última vez que estuve en la casa de los Jerano me ibas a tomar como aprendiz? En ese momento no acepté y tú me llamaste ignorante.El doctor Ramos sonrió sarcásticamente: —Todo se debe a mi ignorancia y a la chusma de la familia Jerano que me despistó. De hecho, debería haberlo pensado en su momento, tus habilidades médicas no deben ser ordinarias.Solo de pensarlo al doctor Ramos le daban ganas de darse unas cuantas bofetadas.¡Qué ciego fue!Karen estaba sentada en un sofá a un lado, recién salida del tratamiento, aún no podía moverse. Se dezplazaba por los hombres de la familia Ramos, que le llevaban cargada de un lado a otro.—Abuelo, aún no l
El doctor Ramos dijo ansioso: —Pero no me has aceptado a ser mi maestro. No te preocupes, conozco todas las reglas y me aseguraré de que estés satisfecho con la ceremonia de adoración.Diego hizo un gesto con la mano: —No es apropiado, pero pedemos discutir de temas de medicinas juntos en el futuro.Mirando a Diego, que se fue solo, el doctor Ramos se lamentó.Al volver la vista hacia su nieta, sus esperanzas apagadas volvieron a encenderse.—Karen, ¿hubo chispas entre ustedes dos después de que curara tu cuerpo? —preguntó el doctor Ramos con una mirada lasciva.—Abuelo, ¿qué estás diciendo?Karen estaba llena de vergüenza.No entendía por qué su abuelo se había vuelto tan inmodesto.El doctor Ramos se quedó con los brazos cruzados y murmuró: —Quién lo diría, Diego tiene tales habilidades médicas a tan corta edad, definitivamente no es un tipo corriente. Yo lo quise como mi maestro porque quería tener una conexión con el gran hombre, pero obviamente no funcionará. Y como está en su ju
Diego, que abandonó la familia Ramos, no tardó en recibir una llamada de Elisa.—Doctor Larios, el señor Javier está en grave estado, lo sabes, ¿verdad?No sorprendido por ello, Diego dijo: —Ya dije antes que tenía una enfermedad, pero no podía hacer nada si los demás no me escuchaban.Elisa se rio amargamente: —Doctor Larios, el señor Javier es secretario comunal de Bandon, ¿puedes intentar salvarlo?Diego declinó cortésmente: —No estoy de humor para eso en este momento, ya veremos. Y siendo quien es, hay mucha gente capaz dispuesta a intervenir.Elisa dijo: —Bueno, entonces iré primero a su casa a ver cómo van las cosas, y si es verdad que nadie puede curarlo, entonces voy a tener que pedirte que me ayudes a conseguir este favor.—Por supuesto, entiendo tus reglas, la oferta viene con condiciones, y te haré muy feliz, incluso si tengo que dejarte jugar con mi cuerpo durante tres años, jeje...Diego sonrió sin poder evitarlo mientras escuchaba la suave risa al otro lado de la línea.L
Jorge dijo con una mirada anhelante en su cara: —No sé si es un hombre o una mujer, pero si es una mujer, entonces aunque sea mayor, puedo conquistarla y ser su sugar baby.Leila frunció el ceño: —Eres un Jerano, ¿y esa es tu ambición en la vida? Y aunque sea una mujer, ¿crees que el gerente del Grupo Tigre te miraría?Jorge puso cara de lastimero: —Mamá, Leila vuelve a menospreciar mi ambición. Hoy en día ser un sugar baby también es una buena habilidad. Como ese inútil de Diego, que después de Leila, se dejó mantener por la princesa de los Milanés. Sinceramente, ¡qué envidia me da ese hijo de puta!Azucena asintió: —Sí, Leila, las aspiraciones de Jorge no son humillantes, y hoy en día es difícil ganar dinero y escalar posiciones. Creo que si Jorge realmente puede ser mantenido por la gerente del Grupo Tigre, ¿qué tiene de malo? Yo lo apoyo.Leila no quería decir nada más, su mamá y su hermano siempre habían pensado así y ella estaba cansada de decir demasiado.Sin embargo, se mantuvo