En el salón de la familia Ramos.El doctor Ramos hizo traer un buen té y se lo ofreció amablemente a Diego.—¡Doctor divino, toma un poco de café!Diego le miró: —Señor Ramos, mejor no me llame así.El doctor Ramos dijo afanosamente: —¿Por queé? Aunque eres joven, tus habilidades médicas ya son de otro nivel.Diego se rio: —¿Recuerdas que la última vez que estuve en la casa de los Jerano me ibas a tomar como aprendiz? En ese momento no acepté y tú me llamaste ignorante.El doctor Ramos sonrió sarcásticamente: —Todo se debe a mi ignorancia y a la chusma de la familia Jerano que me despistó. De hecho, debería haberlo pensado en su momento, tus habilidades médicas no deben ser ordinarias.Solo de pensarlo al doctor Ramos le daban ganas de darse unas cuantas bofetadas.¡Qué ciego fue!Karen estaba sentada en un sofá a un lado, recién salida del tratamiento, aún no podía moverse. Se dezplazaba por los hombres de la familia Ramos, que le llevaban cargada de un lado a otro.—Abuelo, aún no l
El doctor Ramos dijo ansioso: —Pero no me has aceptado a ser mi maestro. No te preocupes, conozco todas las reglas y me aseguraré de que estés satisfecho con la ceremonia de adoración.Diego hizo un gesto con la mano: —No es apropiado, pero pedemos discutir de temas de medicinas juntos en el futuro.Mirando a Diego, que se fue solo, el doctor Ramos se lamentó.Al volver la vista hacia su nieta, sus esperanzas apagadas volvieron a encenderse.—Karen, ¿hubo chispas entre ustedes dos después de que curara tu cuerpo? —preguntó el doctor Ramos con una mirada lasciva.—Abuelo, ¿qué estás diciendo?Karen estaba llena de vergüenza.No entendía por qué su abuelo se había vuelto tan inmodesto.El doctor Ramos se quedó con los brazos cruzados y murmuró: —Quién lo diría, Diego tiene tales habilidades médicas a tan corta edad, definitivamente no es un tipo corriente. Yo lo quise como mi maestro porque quería tener una conexión con el gran hombre, pero obviamente no funcionará. Y como está en su ju
Diego, que abandonó la familia Ramos, no tardó en recibir una llamada de Elisa.—Doctor Larios, el señor Javier está en grave estado, lo sabes, ¿verdad?No sorprendido por ello, Diego dijo: —Ya dije antes que tenía una enfermedad, pero no podía hacer nada si los demás no me escuchaban.Elisa se rio amargamente: —Doctor Larios, el señor Javier es secretario comunal de Bandon, ¿puedes intentar salvarlo?Diego declinó cortésmente: —No estoy de humor para eso en este momento, ya veremos. Y siendo quien es, hay mucha gente capaz dispuesta a intervenir.Elisa dijo: —Bueno, entonces iré primero a su casa a ver cómo van las cosas, y si es verdad que nadie puede curarlo, entonces voy a tener que pedirte que me ayudes a conseguir este favor.—Por supuesto, entiendo tus reglas, la oferta viene con condiciones, y te haré muy feliz, incluso si tengo que dejarte jugar con mi cuerpo durante tres años, jeje...Diego sonrió sin poder evitarlo mientras escuchaba la suave risa al otro lado de la línea.L
Jorge dijo con una mirada anhelante en su cara: —No sé si es un hombre o una mujer, pero si es una mujer, entonces aunque sea mayor, puedo conquistarla y ser su sugar baby.Leila frunció el ceño: —Eres un Jerano, ¿y esa es tu ambición en la vida? Y aunque sea una mujer, ¿crees que el gerente del Grupo Tigre te miraría?Jorge puso cara de lastimero: —Mamá, Leila vuelve a menospreciar mi ambición. Hoy en día ser un sugar baby también es una buena habilidad. Como ese inútil de Diego, que después de Leila, se dejó mantener por la princesa de los Milanés. Sinceramente, ¡qué envidia me da ese hijo de puta!Azucena asintió: —Sí, Leila, las aspiraciones de Jorge no son humillantes, y hoy en día es difícil ganar dinero y escalar posiciones. Creo que si Jorge realmente puede ser mantenido por la gerente del Grupo Tigre, ¿qué tiene de malo? Yo lo apoyo.Leila no quería decir nada más, su mamá y su hermano siempre habían pensado así y ella estaba cansada de decir demasiado.Sin embargo, se mantuvo
Jorge, que recibió una fuerte bofetada, se tapó la cara y no se atrevió a hablar, pero fulminó con sus ojos que escupían fuego a Diego.Y al enterarse de que la colaboración iba a cancelarse, Leila se horrorizó: —Señor Goya, aquí le pido disculpas, siento que mi hermano le haya ofendido.El señor Goya se mofó: —Es inútil que me pidas disculpas, aquí manda el señor Larios.Leila estaba un poco indignada, ¿tenía que disculparse con Diego?Pero viendo la cara de susto del señor Goya, si no lo hacía, entonces perderá la tierra del orfanato de verdad.Después de forcejear dos veces, los dientes de Leila chasquearon: —Lo siento, se..... señor Larios.Diego se mofó: —¿Así que en verdad sabes pedir perdón?Leila apretó los dientes: —Diego, ¿te da satisfacción humillarme deliberadamente con el poder de Santiago?Los ojos de Diego eran fríos, y pensó que la estúpida era tan estúpida como siempre.¿Humillarla con el poder de Santiago?Si realmente quería hacerles algo a los Jerano, entonces con s
—No es comprensible, el señor Javier está en su mejor edad y tiene a mi equipo preparado para cuidarle, ¿cómo se cayó enfermo de repente?Isidro tenía la mirada deprimida. Pues era el médico de cabecera personal del señor Javier, y estaba metido en un buen lío ahora que su paciente había caído enfermo.Héctor dijo confiado: —He avisado al doctor Ramos para que venga, la enfermedad del señor Javier no es un problema.Alguien se rio: —El señor Iglesias es increíble, consiguió invitar al doctor Ramos, siempre y cuando el señor Javier se salve, entonces la familia Iglesias y el señor Iglesias tendrán el favoritismo del señor Javier en el futuro. Al instante alguien le siguió: —Sí, parece que el señor Iglesias conseguirá el favor del señor Javier por salvarle la vida.Héctor estaba inmensamente satisfecho de sí mismo, pero su rostro fingía seriedad y decía: —El señor Javier es un oficial en Bandon, así que es justo que yo haga todo esto, y no me atrevo a quedarme con ningún favor.La famil
Héctor se burló.Esta heredera de los Milanés, originalmente parecía una princesa despampanante, pero desde que empezó a juntarse con ese mantenido se había convertido en una descerebrada.¿Quería competir con él? Hum, ¡qué risas!En ese momento, el doctor Ramos terminó de diagnosticar.Héctor se adelantó inmediatamente y sonrió: —Doctor, la enfermedad del señor Javier es incurable para los demás, pero para usted no debería ser ningún problema, ¿verdad?El doctor Ramos no dijo nada, solo frunció el ceño.A Héctor le dio un vuelco el corazón y se puso tenso: —Doctor, hable, ¿cuál es exactamente la situación del señor Javier?El doctor Ramos negó con la cabeza: —He averiguado cuál es la afección, pero para el tratamiento, mis conocimientos médicos son demasiado limitados para hacer nada.¡Ante esta declaración, el público estaba conmocionado!¿Incluso este veterano de los Ramos no tenía remedio?A Héctor le costó aceptarlo: —Doctor, no se haga el humilde ahora, es urgente que lo salve lo
—¿Acaso la familia Milanés también intenta imitar a la familia Iglesias, ansiando por conseguir el favor del señor Javier?—Es absurdo, el doctor Ramos está aquí, ¿cómo vas a dejar que un médico insignificante intervenga? ¿Y si mata al señor Javier?Al escuchar las voces contrariadas a su alrededor, Héctor esbozó una sonrisa siniestra.Como a la familia Iglesias no le tocó la suerte, a la familia Milanés tampoco se lo iba a dejar.El doctor Ramos dijo en ese momento: —Basta ya, voy a pedirle a mi maestro que venga.El público estaba asombrado.El doctor Ramos era ya la presencia más poderosa en la práctica médica de Bandon.¿Tenía un profesor?Y el doctor Ramos ya tenía una edad, su maestro debía tener más aún, ¿y todavía era capaz de tratar a la gente?Héctor se preguntó: —Doctor, ¿quién es su maestro?El doctor Ramos gruñó: —Eso no tienes que saberlo, pero puedo prometerte que si mi maestro no puede curar al señor Javier, entonces nadie más es capaz de hacerlo, ¡así que esperemos a v