Capítulo 18
—¡Bien hecho, hija! Este ingrato se lo merece.

—¡Así se hace, Leila! Un poco de agua en la cara es poco, deberías darle una bofetada para que aprenda la lección.

Madre e hijo aplaudieron en secreto como triunfantes.

César se rio juguetonamente. —Diego, me das pena, Leila es una chica tan amable y gentil, pero no sabes tratarla bien, y siempre la estás enojando.

—Eres un canalla, no me extraña que Leila se separara de ti.

Leila se quedó paralizada un instante al ver el agua en la cara de Diego, que bajaba hasta mojarle la camisa.

—Pero... ¿por qué no esquivaste?

Diego podría esquivarlo, pero no quería.

—¿Estás satisfecha ahora? ¿Contenta?

—Creo que sabes mejor que yo cómo son tu madre y ese hermano tuyo.

—Y aun así te crees lo que te digan. Leila, tienes razón, es muy prudente que nos separemos. ¡Porque tú eres una estúpida!

La voz de Diego era gélida, y aquella mirada sin rastro de calidez hizo que el delicado cuerpo de Leila temblara inexplicablemente.

Sí, ¿qué demonios estaba haciend
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