Terminé los exámenes pero no estaba aliviada del todo pese a poder decir que ya había terminado la Universidad. Entonces estar encerrada en el club era una tortura porque no tenía nada que hacer y tampoco quería pasarme por el bar así que me pasé la noche balanceando los pies en un taburete de la cocina mientras navegaba por Internet. —¿Qué haces aquí? Estuve por no responder. Estaba enfadada con él y odiaba que por su culpa pudiera entender a mi madre y sus motivos para abandonarnos. Le estaba odiando por hacerme querer desaparecer también. —Nada —musité a desgana mientras añadía cosas a una cesta online. —Deja esa actitud conmigo. —¿Qué actitud? —Nora —me advirtió y me cerró el ordenador de un manotazo—. Todo lo que hago es por tu bien. Diego no te conviene. Me reí, ¿cómo podía asumir cosas así? —Si hicieras cosas por mi bien esto ya estaría más que solucionado y habría vuelto a mi vida corriente. Y ¿de verdad quieres hablar de Diego? Porque has pasado de querer darle las ri
Por la mañana estuve muy tentada a pasar por la habitación de Diego pero no había ni un alma en el club y solo encontré a Rory. —¿Y el resto? Da miedo el club tan vacío. —En una reunión —dijo sin más. Ir a la universidad ya no era una necesidad pero decidí seguir yendo por estar con Noah. Nos pasamos horas encerradas en la residencia hablando de cualquier tontería. Incluso de nuestros planes tras la universidad. Todavía quedaba más de un mes para graduarnos y esperaba que mi vida estuviera libre de amenazas para entonces. —Si —accedí—, deberíamos ir mirando apartamentos. Se nos hizo tarde, tanto que se hizo de noche y Diego me llamó. Pero, ¿Diego? ¿Desde cuándo el me llamaba? —Uh... ¿Es ese bombón? —canturreó Noah. Me reí y asentí deslizando el dedo por la pantalla. —¿Hola? —dudé, porque sí, era raro que me llamara. —Tienes que volver al club. Ya. Su voz me preocupó y asumí que tenía razón. No podía tampoco dejar a Rory todo el día en el coche esperando por mi. —Umm... Vale
DIEGO—¿Has encontrado algo?Estaba tan desesperado que parecía que llevaba sin dormir los tres días que Nora llevaba desaparecida. Ya no podía pensar con claridad y estaba desocupado del resto de cosas de la banda.—No, y Rory no se acuerda de nada.—Joder...No se lo dije pero lo pensé, y es que debió dejar que yo la cuidara.—Esta noche voy a salir —no se lo estaba pidiendo, pero debió creer que sí.—No. Te necesito aquí.Y yo necesitaba encontrarla pero si le decía lo que planeaba lo jodería todo como estaba jodiendo todo últimamente. Pero no le discutí. Se haría de noche en un par de horas y seguía con la cabeza metida en hacer llamadas. No le cogerían el teléfono, no querían hablar, querían lo que era nuestro como yo quería a Nora de vuelta. Joder. Era una niñata, insoportable a veces y me sacaba de mis casillas, y me plantaba cara y no podía tener la boca cerrada... y era guapísima, y valiente e inteligente, y en el fondo me gustara que hubiera alguien capaz de retarme mirándom
Volver al club se sintió como volver a casa de alguna forma u otra. Mi padre no se separó de mi lado mientras uno de los hombres me revisaba el tobillo y cuando me dejó descansando la pierna en una pila de cojines, estuve por fingir que me dolía cualquier otra cosa. ¿Cómo iba a decirle yo lo de mi madre? ¿O es que lo sabía? Por suerte, antes de afrontar eso llamaron a la puerta de mi habitación y Diego se quedó en el marco.—Vete a descansar, papá.A regañadientes nos dejó solos y Diego le relevó sentándose a mi lado en la cama. Su cuerpo era tan pesado que hundió el colchón. No habíamos tenido mucho tiempo de hablar, todo había pasado muy rápido.—¿Estás bien?—Sí, bueno, solo tengo mal el tobillo. ¿Cómo está Rory?—Bien.La habitación se quedó en silencio, como si no supiéramos hablar entre nosotros. Igual teníamos mucho que decir.—¿Te puedo hacer una pregunta? —me lancé y él asintió—. Tú sabes la historia de mi madre, ¿verdad?—Sí.—¿Hace cuánto que mi padre no sabe de ella? Y no
—¡¿Qué?! —chillé. —Sí, en tú habitación. Así que ya no puedes volver, menos mal que he visto unos apartamentos... ¿Los has visto? Te los pasé. En realidad no me había metido mucho por mi teléfono, acababa de terminar de colocar mis cosas en esa habitación nueva y mi padre no me había dejado sola ni un rato. Tampoco había tenido la cabeza para pensar en que le prometí a Noah mirar pisos para mudarnos juntas. —Ahora los miro, cualquiera me viene bien en realidad, espero poder trabajar dónde hice las prácticas el año pasado, dijeron que les llamara tras la graduación y me pilla cerca del campus. —Guay. ¿Cómo te encuentras? ¡Casi me matas del susto! Ya pensé que estabas muerta o algo así. Puedo ir a verte. —No hace falta, no quiero contagiarte —tosí muy falsa—. Espero ponerme mejor, tenemos que ir a comprar algo de ropa para la graduación. Miro vestidos y te los paso, ¿vale? —¡Genial! Y revisa lo de los apartamentos. —Que si. Te llamo mañana, ¿vale? Voy a ver si descanso un poco. T
DIEGO—Tengo ganas de pegarte un tiro.Parecía que el crío estaba a punto de llorar, le temblaban las piernas, no tenía madera de ser uno de la banda. A no ser que...—Se han mudado de casa —me contó—. Tiene miedo de que le encontréis y los tratos que Roy hizo con él... no está contento porque nadie le compra. Lo de la chica fue...—No la menciones. ¿Quieres ser parte de mi banda? No necesito que me digas dónde está Ivon, quiero que me lo quites del medio y no me importa cómo. Haz que esos otros gilipollas que le siguen deje de hacerlo, que esa banda de inútiles que sois se quede en nada.—Vale, jefe.—No soy tu jefe, haz lo que te digo y ya lo discutiremos.Yo ya sabía dónde encontrar a Ivon, no me dio tiempo a hacerle una visita en su casa antes de que lo enterraran en una cuneta. Aquel crío volvió a pasarse por el club dos días más tarde con un vídeo en su teléfono. Lo vi tres veces y Roy me acompañó a comprobarlo en mitad de una zona boscosa. Ahí estaba, tirado entre las hojas sin
Estaba enfadada por muchas cosas, como por el echo de que tenía que irme y en parte no quería. Y por Diego, porque no me decía lo que quería escuchar, porque se callaba muchas cosas. —Te voy a echar de menos —me repitió Sheila. —Yo también. De todas formas no iré muy lejos, me quedaré cerca del campus y podemos quedar cuando quieras, supongo que vendré también de vez en cuando por mi padre. —¿Por tu padre? —se rió—. Por favor, ni que tuvieras que engañarme a mi, sé que estás loquita por Diego. Estaba más que loca por él. —Estoy enamorada de él —admití en voz alta. Hasta entonces solo se lo había admitido a Noah por teléfono—. Pero es raro porque siento que le intereso pero no lo dice y cuando me marche no sé qué va a pasar. —Es cómo su primo, Ben no me dijo que me quería hasta que estuve a punto de irme de la ciudad por trabajo. —Espera —me revolví y la bolsa térmica se me cayó del pie—, ¿Ben y Diego son primos? —¿No lo sabías? No sabía nada de Diego, nada de nada, ni siquier
Solo lo necesité esa vez para estar segura de partíamos de un mismo punto.Se pasó las manos por el pelo, resoplando, y me sentí tan relajada que se me escapó una risa tonta. Lo vi sonreír también y estuve a punto de doblarme sobre mí misma con alivio, como cuando corres una maratón y por fin puedes respirar.Estiró el brazo y solo tuvo que rozarme para que yo me acercara a él y comernos como animales. Me sujetó con fuerza por la cara y ni él quiso soltarme ni yo quise que lo hiciera en toda la noche.—Esto no significa que volveré al club.—Lo sé —susurró en mi boca.Abrí los ojos, estábamos tan cerca me veía distorsionada en los suyos y tenía el pulso tan acelerado que seguramente escuchaba los latidos de mi corazón.—Quiero que me hables de ti.Diego también sabía que yo quería eso, así que nos pasamos la noche sentados en mi cama y hablando de madrugada. Me habló primero de su entrada a la banda: a los quince años conoció a mi padre y su vida rodó en ese mundo desde entonces.—Ven