Solo lo necesité esa vez para estar segura de partíamos de un mismo punto.Se pasó las manos por el pelo, resoplando, y me sentí tan relajada que se me escapó una risa tonta. Lo vi sonreír también y estuve a punto de doblarme sobre mí misma con alivio, como cuando corres una maratón y por fin puedes respirar.Estiró el brazo y solo tuvo que rozarme para que yo me acercara a él y comernos como animales. Me sujetó con fuerza por la cara y ni él quiso soltarme ni yo quise que lo hiciera en toda la noche.—Esto no significa que volveré al club.—Lo sé —susurró en mi boca.Abrí los ojos, estábamos tan cerca me veía distorsionada en los suyos y tenía el pulso tan acelerado que seguramente escuchaba los latidos de mi corazón.—Quiero que me hables de ti.Diego también sabía que yo quería eso, así que nos pasamos la noche sentados en mi cama y hablando de madrugada. Me habló primero de su entrada a la banda: a los quince años conoció a mi padre y su vida rodó en ese mundo desde entonces.—Ven
Me quedé dos horas esperando a Diego pero no llegó y no puse interés en llamarle. Ya lo hizo él por la mañana mientras desayunaba con Noah. —Uh... —canturreó—. ¿Tu novio? —Sí. Espera —me llevé el teléfono a la oreja—. Hola. —Ven al club. Miré a Noah y puse los ojos en blanco. Ella se rió. —Las cosas se piden. —Te estoy diciendo que vengas al club. Que diego fuera tan dominante a mi me gustaba. Terminé poniéndome unos vaqueros algo anchos y una camiseta de manga corta ajustada. La hora que tardé en llegar al club se me hizo amena porque tenía ganas de volver. Los que me vieron me saludaron como si yo realmente hubiera sido parte del club anteriormente. —Estoy buscando a... —pero no terminé de decirlo cuando él ya estaba allí. Se acercó por el pasillo, imponente y tan seguro que no me moví de la puerta. Entonces levantó el brazo y me rodeó los hombros con él, y se agachó hasta que sus labios se aplastaron en los míos. Fue la primera muestra de afecto que teníamos delante de la
El día de la graduación el apartamento estaba patas arriba y Noah y yo éramos dos neuróticas que no encontraban nada. —¡¿Has visto mi pintalabios?! —¡En el suelo del baño, se me ha caído! Llevaba secándome el pelo veinte minutos y dándole forma, Noah se coló entre mis piernas y el lavabo y recogió el pintalabios. Al rato me fruncí en el vestido azul y largo que conseguí y los tacones del mismo color. Sentí que era uno de esos días tan importantes que tenía que vestirme igual de importante. No recordaba haberme vestido tan bien jamás. Nos hicimos mil fotos y cuando los padres de Noah nos recogieron y nos llevaron al campus, su madre nos hizo otras mil más. —Estáis súper guapas —nos dijo. Cuando conocí a Noah envidiaba un poco su relación con su madre, algo que me pasó durante muchos años en el colegio, luego simplemente aprender que hay personas que no valen para eso. De todas formas fue buena conmigo y me invitó algunas navidades a su casa. Esa vez mi padre no estuvo a punto de
La vida tras la universidad se me dio bien. A eso de un mes después de la graduación entré a trabajar en la empresa en la que hice prácticas y me costó un poco cogerle el ritmo. Al final lo conseguí y para el verano ya me sentía toda una mujer adulta. Quizás tardaba algo más en hacer las cosas como contestar al teléfono o en tener algo de tiempo para los demás mientras me adaptada. Por eso decidí pasar de sorpresa al club. —Las sorpresas por aquí no tienen nada de bueno —me había advertido Sheila. Pero yo cogí el coche cuando salí de trabajar, pensé que llegaría para tomarme una cerveza con mi padre y dormir con Diego porque no había tenido mucho tiempo para ellos. Llegué a las once, la música del bar ya resonaba cuando aparqué y me retumbaron los huesos del cuerpo al empujar la puerta de metal. Hacía alrededor de un mes y medio que no pasaba por el club, vi caras nuevas sobre todo de mujeres. Diego no me contaba mucho sobre cómo llevaba el club, es más, últimamente casi ni nos habí
Conocí a esa chica: Nathalia pero la llamaban Natty. Era prima de uno de los chicos del club y al parecer era la tercera vez que pasaba una temporada allí. Tenía treinta años así que era más una mujer que una chica con la que pudiera tener roces por el tema de Diego. No lo había hablado mucho con él porque al final lo que me importaba es que él me quisiera a mi en aquel momento y no podía estar celosa de todas las chicas que pasaban por allí y con las que él se había acostado. Eran muchas.Y que no me caía mal, Natty era una tía guay.—¿Te puedo hacer una pregunta?Cuando estaba concentrada hablaba en voz baja. Diego deslizó sus manos por mis piernas semidesnudas.—¿Qué pasa ahora?Mojé la cuchilla en el agua del lavabo y le seguí afeitando.—¿Qué pasa con mi padre y esa mujer?—Pregúntaselo a él.—Pero te lo pregunto a ti.Apretó los labios, le pasé la cuchilla y la limpié de nuevo.—Es una mujer que baila en el bar, se ven y eso.—Ya, ¿pero están juntos juntos?Sonrió y enseguida su
Estuve a punto de enfadarme, pero al final sí que pasamos unas vacaciones a solas. Habíamos pasado mucho tiempo juntos, pero nunca solos solos, sino más bien horas entre nosotros. La convivencia de un par de días se hizo fácil, maravillosa en realidad.Uno de los últimos días en la playa me desperté desnuda, enredada en las sábanas de la cama y toda la pequeña casa que habíamos alquilado olía a café. Encontré a Diego en la cocina, sus tatuajes brutos y oscuros rasgaban sus músculos encorvados sobre la encimera. Me deslicé descalza por la tarima y pasé mis manos por su espalda abrazándolo por detrás.—¿Y si nos quedamos aquí? —dije sabiendo que era imposible.—Vale —respondió aunque él sabía que era imposible.Antes de salir de vacaciones Diego había estado demasiado enfocado en el club y sus negocios, no había tenido mucho tiempo para nada ni siquiera para mi y no pensé que eso podría llegar a dolerme como lo había hecho. Tener durante cinco días su atención solo para mi me había revi
Entró el frío y pisé por primera vez en años la casa de mi infancia. Me abrumó la primera vez, estaba todo lleno de polvo y parecía una casa ajena a nosotros, como si no quedaran recuerdos allí.—Vamos a meter todo en cajas y lo sacamos a la furgoneta, habrá algo que valga para el club o para alguno.Algunos miembros de la banda se ofrecieron a acompañarnos y así vaciar la casa más deprisa, pero mi padre se negó, creo en parte porque seguía sintiendo muchas cosas por lo que significaba aquella edificación que ya no tenía vida.—¿Por qué te ha dado ahora por vender la casa? Te lo he estado repitiendo por años.—Es tirar el dinero.—No lo digas como si no te sobrara dinero, ¿es por esa mujer con la que estás?—No es mi novia si es lo que insinuas.No quedaban fotos en toda la casa, mi padre tiró muchas en las que salía mi madre cuando ella nos dejó. A veces, casi nunca, pensaba en ella y en si tras la muerte de Ivon y su visita al club habría decidido que lo mejor era irse de la ciudad,
—No puedes pasarte todas la navidades lloriqueando por un capullo —le dije a Noah.Me miró mal sobre el respaldo del sofá.—Tú tienes una relación perfecta, no vale lo que tú digas.Sí, bueno, horas atrás había discutido un poco con Diego al teléfono y llevaba unas semanas tan liosas que no nos habíamos visto mucho más que un par de veces que él apareció por el apartamento; pero sabía que no le gustaba estar aquí con Noah rondando, quería que estuviéramos solos y en parte yo también.—¿Sabes? Creo que lo que necesitas es un vibrador, te regalaré uno por Navidad.No mucho después golpearon la puerta de casa y resbalé del taburete para abrir. Una parte de mi ya sabía quién era porque era el único que aparecía tan tarde.Abrí la puerta y lo vi con su chaqueta de cuero y los vaqueros, y todos los tatuajes asomándose por su piel.—Hola —murmuré—. No pensé que vendrías, creía que estabas enfadado.Sacudió la cabeza y se apartó el pelo de la frente. Olía marihuana y a su colonia.Hizo un ges