—¡¿Qué?! —chillé. —Sí, en tú habitación. Así que ya no puedes volver, menos mal que he visto unos apartamentos... ¿Los has visto? Te los pasé. En realidad no me había metido mucho por mi teléfono, acababa de terminar de colocar mis cosas en esa habitación nueva y mi padre no me había dejado sola ni un rato. Tampoco había tenido la cabeza para pensar en que le prometí a Noah mirar pisos para mudarnos juntas. —Ahora los miro, cualquiera me viene bien en realidad, espero poder trabajar dónde hice las prácticas el año pasado, dijeron que les llamara tras la graduación y me pilla cerca del campus. —Guay. ¿Cómo te encuentras? ¡Casi me matas del susto! Ya pensé que estabas muerta o algo así. Puedo ir a verte. —No hace falta, no quiero contagiarte —tosí muy falsa—. Espero ponerme mejor, tenemos que ir a comprar algo de ropa para la graduación. Miro vestidos y te los paso, ¿vale? —¡Genial! Y revisa lo de los apartamentos. —Que si. Te llamo mañana, ¿vale? Voy a ver si descanso un poco. T
DIEGO—Tengo ganas de pegarte un tiro.Parecía que el crío estaba a punto de llorar, le temblaban las piernas, no tenía madera de ser uno de la banda. A no ser que...—Se han mudado de casa —me contó—. Tiene miedo de que le encontréis y los tratos que Roy hizo con él... no está contento porque nadie le compra. Lo de la chica fue...—No la menciones. ¿Quieres ser parte de mi banda? No necesito que me digas dónde está Ivon, quiero que me lo quites del medio y no me importa cómo. Haz que esos otros gilipollas que le siguen deje de hacerlo, que esa banda de inútiles que sois se quede en nada.—Vale, jefe.—No soy tu jefe, haz lo que te digo y ya lo discutiremos.Yo ya sabía dónde encontrar a Ivon, no me dio tiempo a hacerle una visita en su casa antes de que lo enterraran en una cuneta. Aquel crío volvió a pasarse por el club dos días más tarde con un vídeo en su teléfono. Lo vi tres veces y Roy me acompañó a comprobarlo en mitad de una zona boscosa. Ahí estaba, tirado entre las hojas sin
Estaba enfadada por muchas cosas, como por el echo de que tenía que irme y en parte no quería. Y por Diego, porque no me decía lo que quería escuchar, porque se callaba muchas cosas. —Te voy a echar de menos —me repitió Sheila. —Yo también. De todas formas no iré muy lejos, me quedaré cerca del campus y podemos quedar cuando quieras, supongo que vendré también de vez en cuando por mi padre. —¿Por tu padre? —se rió—. Por favor, ni que tuvieras que engañarme a mi, sé que estás loquita por Diego. Estaba más que loca por él. —Estoy enamorada de él —admití en voz alta. Hasta entonces solo se lo había admitido a Noah por teléfono—. Pero es raro porque siento que le intereso pero no lo dice y cuando me marche no sé qué va a pasar. —Es cómo su primo, Ben no me dijo que me quería hasta que estuve a punto de irme de la ciudad por trabajo. —Espera —me revolví y la bolsa térmica se me cayó del pie—, ¿Ben y Diego son primos? —¿No lo sabías? No sabía nada de Diego, nada de nada, ni siquier
Solo lo necesité esa vez para estar segura de partíamos de un mismo punto.Se pasó las manos por el pelo, resoplando, y me sentí tan relajada que se me escapó una risa tonta. Lo vi sonreír también y estuve a punto de doblarme sobre mí misma con alivio, como cuando corres una maratón y por fin puedes respirar.Estiró el brazo y solo tuvo que rozarme para que yo me acercara a él y comernos como animales. Me sujetó con fuerza por la cara y ni él quiso soltarme ni yo quise que lo hiciera en toda la noche.—Esto no significa que volveré al club.—Lo sé —susurró en mi boca.Abrí los ojos, estábamos tan cerca me veía distorsionada en los suyos y tenía el pulso tan acelerado que seguramente escuchaba los latidos de mi corazón.—Quiero que me hables de ti.Diego también sabía que yo quería eso, así que nos pasamos la noche sentados en mi cama y hablando de madrugada. Me habló primero de su entrada a la banda: a los quince años conoció a mi padre y su vida rodó en ese mundo desde entonces.—Ven
Me quedé dos horas esperando a Diego pero no llegó y no puse interés en llamarle. Ya lo hizo él por la mañana mientras desayunaba con Noah. —Uh... —canturreó—. ¿Tu novio? —Sí. Espera —me llevé el teléfono a la oreja—. Hola. —Ven al club. Miré a Noah y puse los ojos en blanco. Ella se rió. —Las cosas se piden. —Te estoy diciendo que vengas al club. Que diego fuera tan dominante a mi me gustaba. Terminé poniéndome unos vaqueros algo anchos y una camiseta de manga corta ajustada. La hora que tardé en llegar al club se me hizo amena porque tenía ganas de volver. Los que me vieron me saludaron como si yo realmente hubiera sido parte del club anteriormente. —Estoy buscando a... —pero no terminé de decirlo cuando él ya estaba allí. Se acercó por el pasillo, imponente y tan seguro que no me moví de la puerta. Entonces levantó el brazo y me rodeó los hombros con él, y se agachó hasta que sus labios se aplastaron en los míos. Fue la primera muestra de afecto que teníamos delante de la
El día de la graduación el apartamento estaba patas arriba y Noah y yo éramos dos neuróticas que no encontraban nada. —¡¿Has visto mi pintalabios?! —¡En el suelo del baño, se me ha caído! Llevaba secándome el pelo veinte minutos y dándole forma, Noah se coló entre mis piernas y el lavabo y recogió el pintalabios. Al rato me fruncí en el vestido azul y largo que conseguí y los tacones del mismo color. Sentí que era uno de esos días tan importantes que tenía que vestirme igual de importante. No recordaba haberme vestido tan bien jamás. Nos hicimos mil fotos y cuando los padres de Noah nos recogieron y nos llevaron al campus, su madre nos hizo otras mil más. —Estáis súper guapas —nos dijo. Cuando conocí a Noah envidiaba un poco su relación con su madre, algo que me pasó durante muchos años en el colegio, luego simplemente aprender que hay personas que no valen para eso. De todas formas fue buena conmigo y me invitó algunas navidades a su casa. Esa vez mi padre no estuvo a punto de
La vida tras la universidad se me dio bien. A eso de un mes después de la graduación entré a trabajar en la empresa en la que hice prácticas y me costó un poco cogerle el ritmo. Al final lo conseguí y para el verano ya me sentía toda una mujer adulta. Quizás tardaba algo más en hacer las cosas como contestar al teléfono o en tener algo de tiempo para los demás mientras me adaptada. Por eso decidí pasar de sorpresa al club. —Las sorpresas por aquí no tienen nada de bueno —me había advertido Sheila. Pero yo cogí el coche cuando salí de trabajar, pensé que llegaría para tomarme una cerveza con mi padre y dormir con Diego porque no había tenido mucho tiempo para ellos. Llegué a las once, la música del bar ya resonaba cuando aparqué y me retumbaron los huesos del cuerpo al empujar la puerta de metal. Hacía alrededor de un mes y medio que no pasaba por el club, vi caras nuevas sobre todo de mujeres. Diego no me contaba mucho sobre cómo llevaba el club, es más, últimamente casi ni nos habí
Conocí a esa chica: Nathalia pero la llamaban Natty. Era prima de uno de los chicos del club y al parecer era la tercera vez que pasaba una temporada allí. Tenía treinta años así que era más una mujer que una chica con la que pudiera tener roces por el tema de Diego. No lo había hablado mucho con él porque al final lo que me importaba es que él me quisiera a mi en aquel momento y no podía estar celosa de todas las chicas que pasaban por allí y con las que él se había acostado. Eran muchas.Y que no me caía mal, Natty era una tía guay.—¿Te puedo hacer una pregunta?Cuando estaba concentrada hablaba en voz baja. Diego deslizó sus manos por mis piernas semidesnudas.—¿Qué pasa ahora?Mojé la cuchilla en el agua del lavabo y le seguí afeitando.—¿Qué pasa con mi padre y esa mujer?—Pregúntaselo a él.—Pero te lo pregunto a ti.Apretó los labios, le pasé la cuchilla y la limpié de nuevo.—Es una mujer que baila en el bar, se ven y eso.—Ya, ¿pero están juntos juntos?Sonrió y enseguida su